27.1.11

Poema del Viernes # 55

Poeta olvidado. Ni una sola foto en internet...¿algo te dice?

Óscar Torres Duque (Bogotá, Colombia, 1963)


SINGLADURA

Vencidos por la sirenas,
en uno y otro mar vencidos.

Dejamos a nuestras esposas,
a nuestros niños, nuestras ideas,
sólo por escuchar un canto,
el bello sentimiento sin futuro.

También tú, Ulises, vencido.

Sólo por escuchar el canto
tendemos nuestras vidas en el mar
como grandes redes
para grandes ausencias.

Sin terribles naufragios, en el manso
silencio hallamos la derrota.

Sobre la nueva antología de poesía latinoamericana


La portada.


El apreciado Santiago Espinosa reseña para la Revista Arcadia, la antología de poesía latinoamericana contemporánea que seleccionara Piedad Bonnett para la editorial Norma, en su ya reconocida Colección Cara y Cruz. Nos comenta Santiago:

Leemos antologías de nuestro tiempo para volver a sorprendernos. Para viajar a través de las palabras y vernos desde afuera, como habitantes de un mundo extraño. La perspectiva podría mostrarnos que no éramos aquello que creíamos ser; distinto era el espacio que habitamos a diario, sus calles y sus voces, distinto y poderoso nuestro mismo lenguaje, usado y abusado hasta el cansancio.

Quizás sea eso lo que nos pase con esta Antología de poesía latinoamericana contemporanea, preparada por Piedad Bonnett para la editorial Norma: vuelve a conmovernos con lo que ya conocíamos, como si asistiéramos a lo propio por primera vez. Le mide el pulso a una tradición con la mirada joven del que descubre.

El recorrido, que incluye dos poemas de cada poeta, comienza con Oliverio Girando y César Vallejo. Pasa por los grandes poetas del siglo XX como Eduardo Lizalde y Blanca Varela, Eliseo Diego, por aquellos que de un tiempo para acá se han vuelto imprescindibles: Coral Bracho o Aurelio Arturo, Marosa Di Giorgo o Juan Manuel Roca, y hasta rescata y redescubre voces espléndidas como las del boliviano Jaime Sáenz o el cubano Raúl Hernández Novás. La muestra termina con algunos poetas nacidos en la década del sesenta.

No existe aquí la pedantería del que hace una muestra rebuscada para su autismo académico. La antología pretende, hasta donde puede, dar cuenta de lo más representativo. Tampoco existiría un afán de “americanidad” o de equidad geográfica. El libro parecería mostrarnos que la mayor gracia de esta poesía, entre el exilo y la dispersión de las estéticas, la diversidad de las lecturas, es su sorprendente cruce de caminos. Es más, en muchos casos parecería que estos poetas, más que para representar lo americano, encontraron en la escritura una alternativa para tratar de sobrellevar esta dureza atávica de nuestras sociedades y países.

Pero lo más importante es que en un mundo acostumbrado a las lógicas de cuotas y de géneros, convocatorias y pequeños grupos, lecturas absolutamente necesarias pero donde puede que lo que menos importe sea la poesía, la antología de Piedad Bonnett volvería a recordarnos la importancia del criterio. Que para el vértigo o el viaje basta el poema. Incluso sospecho que a la hora de la escogencia se privilegiaron aquellos poemas “que andan solos”, que borran sus huellas de origen para volverse propiedad del lector.

Noticias del Hay


La Pola, no Salavarrieta.


Gran recital el que se dió en el Teatro Adolfo Mejía. William Ospina, Hugo Chaparro, Andrés Neuman y Joumanna Haddad, entre otros, conformaron la Gala. Así lo han comentado algunos amigos que se encuentran allí. Una lástima perderme tal evento. Una de las grandes esperadas es Pola Olaixarac, que con Las teorías salvajes, y su reciente inclusión en la Revista Granta en español, hacen que se acumule la espectativa por su charla mañana viernes, en la Plaza de Santo Domingo. Acerca de Pola, dice la Revista Arcadia:

Hay un personaje que se repite como una obsesión en las portadas del único libro que hasta ahora se conoce de Pola Oloixarac. Un Napoleón furibundo montado en un blanco caballo mientras mira con ojos torvos y esconde su mano en el abrigo militar en ese gesto que sólo el emperador francés era capaz de ejecutar con tanta autoridad aparece en la edición argentina de Las teorías salvajes (Editorial Entropía) y un Napoleón con un extraño pajarraco anidando en su sombrero corso se repite en la edición española (Alpha Decay). Como si la propia Pola hubiera dado la orden ¿marcial? de incorporar al guerrero máximo en una obra que habla de la guerra como si se tratara de una película pornográfica en la que los fusiles son penes incólumes que penetran cuerpos de mujeres que provocan la muerte con filosófica alegría. Las portadas (ambas) funcionan así como preludio alucinado de lo que vendrá, anuncio de un texto bizarro como pocos, plagado de árboles invertidos, tortugas que son como el universo, manzanas por cabeza y elegantes cucarachas de roja cabellera. Ante semejante despliegue surge la pregunta: ¿quién es Pola Oloixarac?

Nacida en Buenos Aires en 1977, Pola era apenas una palabra mágica pronunciada entre ciertos especímenes de lectores argentinos desde que en 2008 publicó Las teorías salvajes, suscitando una avalancha de críticas excelsas y se transformó de repente en una especie de incipiente celebridad regional cuando la prestigiosa revista literaria inglesa Granta la incluyó el pasado año en el grupo de los escritores en lengua castellana destinados a alumbrar el porvenir. Antes de Las teorías salvajes

Oloixarac era, como ella misma lo cuenta, una escritora secreta que había empezado a “escribir a los siete años y a los ocho, en un viaje familiar por el Atlántico”, que se había obsesionado con Carl Sagan tanto como para empezar “a mandar cartas a la Nasa” y a la que fascinaban Borges y Leopoldo Lugones, mientras conseguía su primer trabajo como escritora redactando textos… ¡para un hotel!

Mientras entrenaba su escritura ejecutando “un libro de cuentos sobre enfermedades imaginadas, una comedia social que transcurría en Punta del Este (con orgías de quinceañeras católicas), una novela de ciencia ficción biológica (que ahora estoy reescribiendo), y una novela en inglés gótico, sobre un joven rey que es visitado por fantasmas”, Pola ingresaba a la Universidad de Buenos Aires para estudiar Filosofía, un dato biográfico no menor teniendo en cuenta que en ese ámbito se desarrolla su libro.

Su primera novela, que recibió elogios de Ricardo Piglia (“el gran acontecimiento de la nueva narrativa argentina”) y de Ignacio Echevarría (“una novela realmente insólita, escrita por una exquisita antropóloga de la barbarie contemporánea”), entre otros, es un texto arrollador que tiene por protagonistas a una joven pareja que hace de su deformidad física su raison d’être, mientras una rara voz en primera persona fantasea con seducir a un viejo profesor de la facultad proponiéndole llevar hasta las últimas consecuencias su extravagante Teoría de las Transmisiones Yoicas. Personajes que en realidad son refinadas excusas para que Oloixarac saque a relucir su ácida visión del Buenos Aires contemporáneo, una ciudad que bien podría ser cualquier otra del planeta, ya que en la era de las redes sociales y el mundo Google poco importa en qué lugar se desarrollan las tramas.

Construida a golpes de descripciones filosóficas, como si la filosofía fuese el ángulo que viene a reemplazar las visiones psicoanalíticas de los personajes que alumbraron la literatura en el siglo XX, Las teorías salvajes es también una reflexión profunda sobre la violencia y sobre los modos que la violencia adquirió en los años setenta, o al menos, sobre el modo en que a Pola le narraron la violencia de una época en la que ella no vivió, pero cuyos ecos impregnaron sus años iniciáticos. “Sentí que seres privados de luz permanecían junto a mí en medio de sombras impalpables; que un hombre me miraba como solo se mira a un predador. ¿Era este el llamado ?”, se pregunta la poderosa voz que recorre la novela, solo un poco después de haber afirmado que “aquel que nunca ha oído historias de dioses, héroes y santos, difícilmente quiera o pueda transformarse en un héroe o un dios”.

Novela sobre el mito, o mejor, sobre el reciclaje de los viejos mitos en el esperpéntico siglo XXI que apenas comienza, Las teorías salvajes es también una broma macrabra de humor negro capaz de hacer desternillar de la risa al lector durante páginas, una risa que se corta de manera brusca cuando se percibe que no hay mucho de qué reírse y la mueca se trastoca en horror. Es ese mismo horror que ensombrece el texto desde el principio, cuando un narrador incierto todavía relata “los ritos de pasaje” practicados por ciertas comunidades primitivas en los que los niños que van a ser iniciados son “amenazados por adultos que se agazapan entre los arbustos” para provocarles miedo, un miedo primordial que está en la base de toda formación del yo. Después de convertirse “en testigos de secretas ordalías y tormentos que cifran la historia de la tribu”, los niños que sobreviven “regresan a la aldea, vestidos con máscaras y plumas como los espíritus que los amenazaron al principio, y participan de la caza de cerdo. Regresan ya no como presa sino como predadores”.

Invadida de una sexualidad tan salvaje como la que anuncia su título, la ópera prima de Oloixarac más que una cumbre es un anuncio de lo que vendrá. Bella y voraz, como su autora (a juzgar por la seductora foto que acompaña la edición argentina sería lícito preguntarse —en irónica sintonía con su propio texto— si no estamos ante la primera escritora diseñada íntegramente por Photoshop de la historia de la literatura), la palabra de Pola llegó para quedarse y todo hace suponer que todavía tiene mucho por decir. ¡Que así sea! |

25.1.11

Habla Gelman


Juan Gelman.


Una interesante reflexión del quizá más grande poeta vivo en latinoamérica: Juan Gelman. Leamos lo que nos dice en el diario El País:

Gustavo Adolfo Bécquer tenía finalmente razón: la poesía es palabra y la palabra es mujer. Lo pensaban así los vedas y lo saben todos los poetas de hoy y los que pisaron esta tierra de 50 siglos a esta parte. "Word" no tiene sexo. Por eso, y por tantas otras cosas, soy feliz de haber nacido en castellano.

¿Qué ha pasado en la poesía mundial en los últimos 20 años, los que Babelia cumple con vigor juvenil? Pues nada distinto a lo de siempre: el amor, el dolor, la infancia, el mar, la muerte, la memoria y el olvido, el paisaje, un río cualquiera, crean en el poeta la necesidad de internarse en sí mismo para entender cosas del sí asombrado por tanta belleza abandonada, como pregunta sin respuesta. El poeta no da respuestas. Hasta el fin de sus días interroga lo invisible de la realidad, que no le da respuestas.

Vuelvo a los vedas. Dijeron que la Palabra embarazó a Prajapati, el dios cosmogónico, quien así pudo dar a luz a todos los dioses. Fue el primer varón fecundado por una mujer. Esos dioses querían domeñarla mediante sacrificios, reducirla a una ofrenda que les estaba destinada. Pero Ella es huidiza, viene cuando quiere, se va cuando quiere y deja al poeta como un papel vacío. Esperarla se parece a un vino flaquito.

El gran Basho advirtió a los poetas que no deben imitar a los antiguos, sino buscar lo mismo que ellos buscaron. Trescientos años después, Ezra Pound repitió de otro modo la advertencia: hay que volver nuevo lo viejo. El otoño cambia con el tiempo en ojos nuevos que le encuentran nombres no descubiertos antes. ¿El ser humano es un paisaje con lugares todavía a descubrir? ¿Por eso la Palabra es esquiva, no se dejará apresar hasta que nos sepamos?

¿Y qué será escribir poesía? ¿Apagar el ruido de la muerte que entra al oído sin invitación? ¿Mezclar la propia voz con ese ruido para volverlo inútil, apaciguarlo al menos? Borges opinó que el noventa por ciento del arte no existiría si se supiera qué sigue a la muerte. La muerte sería entonces un accidente de la lengua. Homero avisó que los dioses envían desdichas a los mortales para que las cuenten. La palabra narra ese castigo y confiesa así sus límites. No conoce un Paraíso todavía.

Una antigua creencia árabe imagina que el poeta es un ser montado cada noche por un demonio que le exige arrancar a la lengua lo que la lengua niega. Esa tarea es ardua y el poeta insiste porque no tiene más remedio. Espera que la imaginación encuentre en la vivencia su justa expresión y las tres celebren una boda milagrosa. Bien dijo Dylan Thomas que el poeta persevera en su mester con la esperanza de que el milagro se produzca.

A diferencia de los sofistas, que buscaron convertir en razón la ambigüedad de la vida, el poeta desnuda la ambigüedad de la razón. No se lo propone. Escribe a la intemperie de sí mismo y nada más lo abriga. El techo que no tiene es infinito.

La crisis de la modernidad es muy profunda y va mucho más allá de lo económico. Hace años ya que se nos quiere uniformar el alma para convertirla en tierra fértil de cualquier autoritarismo. Impera un darwinismo social brutal y prepotente. La llamada globalización impulsa un genocidio más lento que el de los hornos crematorios, pero no menos bárbaro: se llama hambre. La poesía se levanta contra el empobrecimiento espiritual que todo ello acarrea. La poesía es resistencia no más porque existe.

La poesía viaja del misterio de uno al misterio de todos y en ese encuentro gana su transparencia. Pasa sin nombre, sin número, ajena al cálculo y la sumisión, corrige la fealdad y el desamor, abriga en sus tiendas de fuego. Entra en el lenguaje como cuerpo, corazón que interroga y no puede dormir, come los libros de la noche.

El poema se forja en el combate contra lo que no va a decir y así construye rostros que duran la eternidad de un resplandor, o de un miedo, una miseria, alguna dicha, un recuerdo que despertó y no sabe si va a la muerte o a vivir. El poeta necesita la abolición del mundo para entrar en sí mismo y su escritura. Entonces se metamorfosea y, como Odiseo cuando vuelve al hogar, entra en la poesía disfrazado de mendigo. Hace más de dos mil años le preguntaron al poeta indostán Qu Yuan qué era la poesía. Se quedó pensando en la respuesta y nunca más habló...

Mairal y la televisión


Pedro Mairal.


El escritor Pedro Mairal vive en un departamento pequeño pero luminoso, con paredes colmadas de libros y un ambiente desordenado en el que brillan instrumentos de percusión, una guitarra y una valija cargada. ¿Símbolos de un viaje pasado o de otro por llegar? Ganador del Premio Clarín de Novela por Una noche con Sabrina Love (1998), Mairal hoy emprende un viaje inédito para él: se trata de la segunda edición de Impreso en Argentina (canal Encuentro), que saldrá al aire en los próximos meses. Cada capítulo del programa televisivo se centra en un libro de la literatura argentina del siglo XX y entre los elegidos figuran El juguete rabioso de Roberto Arlt, El Aleph de Jorge Luis Borges, Cuentos de amor, de locura y de muerte de Horacio Quiroga, El entenado de Juan José Saer y Enero de Sara Gallardo.

"En el programa hay entrevistas y algunas partes ficcionalizadas donde, de alguna manera, el libro del que se habla se mete en mi vida, o yo me meto en la vida del libro. Por eso, más que un conductor soy un actor", cuenta Mairal.

-¿Por ejemplo?

-En el capítulo de Quiroga subo a averiguar unas cosas y me pierdo en la selva, donde vivo situaciones un poco análogas a las que ocurren en Cuentos de amor, de locura y de muerte .

-¿Qué tal se siente como actor?

-Al principio me costó, pero después me di cuenta de que uno también actúa mucho en la vida cotidiana. Lo difícil es actuar de vos mismo, sobre todo, si no sabés quién sos [risas]. Con la práctica, creo que es posible desarrollar una especie de personaje.

Mientras lo piensa, Mairal se prepara para publicar su séptimo libro, una compilación de cuentos, artículos periodísticos y poesía. Por ahora, el libro es una carpeta azul enorme llena de hojas con textos escritos en computadora. Se llamará El señor de abajo , como el blog que el escritor mantiene desde 2006, e incluirá varios textos que inicialmente fueron publicados en ese soporte digital.

22.1.11

Sherlock Holmes regresa


De vuelta al libro.


De Doyle me quedo con el profesor Challenger. Un personaje que todo lo sabe, que todo lo conoce. Holmes palidece ante el poderoso profesor. Una contienda. Me gustaría ver esa contienda. Por ahora Sherlock se tomará el Reino Unido, de nuevo:

Si Sherlock Holmes revive en el cine y la televisión, ¿por qué no ha de hacerlo en novela? La primera secuela oficial del famoso detective será publicada en septiembre en el Reino Unido, más de ochenta años después de que Arthur Conan Doyle escribiera el último caso del compañero del Doctor Watson. Doyle ya resucitó a Holmes en 1894 tras haberle hecho morir tres años antes en las cataratas suizas de Reichenbach, pero esta vez no existe el mismo clamor popular para su vuelta a la vida -fue la presión de los lectores lo que obligó a Conan Doyle a retomara su personaje- ni la pluma de su creador para repetir el mismo ingenio original.

El nuevo capítulo de las aventuras de Sherlock Holmes seguirá ambientado en la era victoriana tan íntimamente ligada al detective. Los herederos de Conan Doyle se lo han encargado al británico Anthony Horowitz, un conocido autor de “thrillers” infantiles que esta vez se dirige a un público más general. Será “un misterio de primera categoría para una moderna audiencia, al tiempo que permanecerá absolutamente fiel al espíritu del original”, ha dicho Horowitz, sin dar ninguna pista sobre el contenido, no sea que aprendices de Sherlock Holmes puedan llegar lejos en sus conclusiones.
La última novela con Holmes como protagonista fue “El valle del terror”, serializada en la publicación “The Strand” entre 1914 y 1915. Los últimos relatos cortos los publicó Conan Doyle en 1927 con el título “El archivo de Sherlock Holmes”. Para los editores de la nueva novela, la pasión de Horowitz por Holmes y su consumada narrativa aseguran que la nueva historia no sólo entusiasmará a los aficionados, sino que también llevará al detective a una completa nueva audiencia.
“Me enamoré de las historias Sherlock Holmes cuando tenía 16 años”, ha dicho Horowitz. “Simplemente no podía dejar pasar esta oportunidad de escribir un aventura completamente nueva para una figura tan icónica”.

El bolígrafo de gel verde


La portada.


Es posible. Siempre ha sucedido. Que te lean, siempre sucede. Pero la manera en que te leen, de cómo llega tu escritura a manos de los lectores...es allí donde el mundo ha cambiado. Para la muestra, esta nota:

No suele ser lo más habitual, pero a veces pasa. Que la vida, la literatura incluso, sean como un cuento de hadas. Una película con final feliz. Es lo que le ha sucedido a Eloy Moreno, informático del Ayuntamiento de Castellón, que se ha convertido en un novelista de éxito. ¿Cómo? Pues, prácticamente, como Juan Palomo. Él se lo ha ha guisado y se lo está comiendo, aunque ahora una gran editorial, Espasa, también comparte mesa y mantel con él. Un Juan Palomo con la ayuda, eso sí, de las redes sociales de Internet, Facebook, mayormente. Hace cinco años, tras atragantársele una novela con premio dentro decidió que él iba a escribir la suya, «una novela que a mí como lector es la que me gustaría leer». Lo hizo. Y la bautizó: «El bolígrafo de gel verde» (www.elboligrafodegelverde.com). Ya con la criatura en sus brazos tomó una insólita decisión. Él mismo se iba a encargar de autoeditarla. Y también lo hizo. Es más, también se atrevió con la distribución. De librería en librería. De puerta en puerta. El boca a boca digital dio alas a su libro, y al vuelo internáutico lo cazó Miryam Galaz, editora de Espasa, que se ha hecho cargo de la novela, ya en su segunda edición.
¿Es usted un romántico, o tiene la cabeza dura, Eloy? «Pues sí, soy muy cabezón. Ya que había estado dos años y medio escribiéndola, me dije, pues voy a venderla yo mismo, no voy a esperar y esperar para que al final me quede con ella para toda la vida y se quede sin salir». Con su libro autoeditado bajo el brazo, con la ayuda de su padre en los transportes, y de su madre con un ejemplar en el bolso haciendo proselitismo por el híper y la carnicería, Moreno llegaba los fines de semana a las librerías. «No, hombre, me decían, lo que tiene que hacer es una presentación, esos son los cauces normales... y yo les decía, pero a una presentación sólo van a venir mis familiares y mis amigos, y a esos ya les he vendido el libro... déjenme hacer algo distinto. Y acababan por dejarme».
La galaxia Gutenberg se encontró entonces con la galaxia Facebook. «Soy informático y trabajo haciendo páginas web, conozco bien el medio y sé las oportunidades que pueden brindar las redes sociales. Hace diez años, sin ellas, esto habría sido imposible», reconoce el autor. «Una tarde en una librería puedes llegar a conocer a 30, 40 personas no más. Me puse a contactar en Facebook, y se creó un boca a boca digital que es mucho más rápido y efectivo», rememora.

Los protagonistas de la novela de Eloy Moreno son gente normal, corriente, incluso muy corriente. Personas que se pasan tres cuartas partes del día trabajando, sin alicientes, buscando aparcamiento, sin ver a sus hijos, sin una satisfactoria vida de pareja. Quieren cambiar, pero no saben muy bien cómo. Como su creador, el primer actor de «El bolígrafo de gel verde» acabará por hacer su sueño realidad, tras pasar por un amarguísimo trance y un via crucis iniciático en la montaña. «No, no es una novela autobiográfica, aunque en un momento de mi vida yo también cambié radicalmente. Era autónomo y aquello no era vida, así que decidí hacer unas oposiciones. Me la jugué y salió bien. Reconozco que la gente se mete en una rueda y es difícil salir de ella, es difícil cambiar. Pero estoy muy contento por el hecho de que haya lectores que me han comentado que mi libro sí les ha hecho ver la vida de otra forma».
No ve la tele, le gustan Millás, Asimov y Saramago, y no le hace ascos a los bestseller. «Fíjese en Larsson. Al principio era un libro de culto, feo, casi daba miedo comprarlo, y luego...». Pero eso sí, lo que tiene «entre ceja y ceja» son los libros premiados: «Mucho premio, pero hay cantidad de ellos que no dicen nada, que no te llegan».
Por la noche, después de cenar, Eloy Moreno se ponía ante el ordenador. Y los fines de semana, ración doble. Así, hasta terminar y estar seguro de haber hecho un buen trabajo. Sobre todo, cuando alguien, «casi siempre chateando, me decía, pues he llorado en tal o cual página, y precisamente ahí también había llorado yo, esa conexión con los lectores es impagable».
Repuesto ya de aquel agradable susto de recibir una llamada en su trabajo del Ayuntamiento («Hola buenas, que somos de Espasa») a Eloy Moreno le queda otro susto por delante: «Sí, algo tengo pensado de la segunda, pero cuanto mejor vaya ésta, más miedo me da». Pero sabido es que sarna con gusto no pica.

Los seis nuevos libros de Dylan


Viejo Bob...


Dos de estos seis libros serán la continuación de sus memorias. Hay mucho que contar, al parecer. No le hallaba sentido, en algún momento, que un autor escribiera sus memorias. Muchas de ellas son huecas, carentes de imaginación. Para ello mejor leer sus novelas, sus cuentos, sus poemas. No doy nombres. No está la literatura para eso. Ahora le veo todo el sentido, todo su embrujo, aunque, mejor que las memorias, los diarios. Los diarios te inundan de la palabra viva de aquellos autores que te apasionan. No doy nombres. Sólo lean, y ya. En cuanto a Dylan, a lo que me refiero aquí en este post, dice el ABC:

Bob Dylan ha firmado un acuerdo con la editorial Simon & Schuster por el cual se compromete a escribir seis nuevos libros, entre ellos dos que serán la continuación de sus exitosas memorias publicadas en 2004, «Chronicles: Volume One».
Así lo ha revelado la página web de la industria editorial «Crain's New York Business», quien citó a varios miembros de la industria diciendo que el acuerdo con Simon & Schuster también incluiría un libro basado en el programa de radio del cantante y compositor de 69 años en Sirius XM.
«Chronicles: Volume One», el primero de tres volúmenes previstos de sus memorias, fue muy aclamado y pasó 19 semanas en la lista de éxitos de venta de «The New York Times» en 2004. Tras aquella publicación, Dylan se dedicó a conducir un programa de radio semanal en Sirius XM de 2006 a 2009, en el que reprodujo una amplia variedad de música de su colección personal, contó chistes y recitó poesía.

21.1.11

Poema del Viernes # 54


Hugo Mujica (Bs. As., Argentina, 1942)


ENTRE LATIDOS

En las dunas
todo es silencio,

salvo el soplo
del viento
que lentamente las forma
y lentamente las deshace.

En su cama de hospital
un moribundo escucha como
uno a uno van callando
sus latidos.

Todo es silencio y entre latido
y latido

se cumple el azar o la esperanza:
lo que al final vence,
sin dejar vencidos.

20.1.11

Microréplicas


El argentino español.


Y Neuman crea un blog. Te estabas demorando, Andrés. ¿Qué dirá ahora Thays de la gran acogida de Microréplicas? Escribir. El escritor se debe a su escritura, nada más, sin importar el medio, el género. Lo que importa es el lenguaje. Y Neuman sí que sabe de ello. Bienvenido a estas costas... Aquí el link.

Rapsodia de Gimferrer


El catalán.


Seix Barral publica Rapsodia, del mejor poeta español de las últimas décadas, sin duda, Pere Gimferrer. Un sólo poema libre, dividido en 17 secciones y redactado, según el autor, en sólo seis días (¿cuestiones de márketing?). Les dejo aquí una parte de la primera sección del largo poema:

Se ha desencuadernado por la mitad mi vida,
como el pienso del alba se desploma en los sauces:
tiene el tacto de cuero de la noche dormida
y el corazón de hierro del pajar de la sombra.
Todo irreal: la caja de las estalactitas,
catedral de salitre con el serrín del alba,
cuando lo que viví se convierte en metáfora
y en mis manos el dije de tus nalgas es oro.
Maleza: yo he vivido de la luz de malezas,
la blonda del pasado del color del percal,
la rueda de los aires del agua de la noche
y el castillo de agujas de tus ojos de hada
que ha sellado los ojos de la torre de plomo.

16.1.11

Un nuevo Hay festival


Pola Oloixarac, una de las invitadas.



De nuevo, otro Hay Festival que me perderé. Incluso si hablo de la programación aquí, en Bogotá. Miles de cosas por estos días, por la próximas semanas, hacen imposible asistir. Motivos hay, aparte de la misma literatura: visitar amigos (un abrazo Junieles), hablar con Neuman (abrazos, Andrés), compartir con el ángel que hace volar a este blogger. El próximo año, será el próximo año, sin duda.

Les dejo aquí la programación oficial. Un tanto larga, pero si tienen tiempo...

Todo sobre Trakl




Todo sobre el poeta expresionista, o por lo menos toda su obra. La Editorial Trotta reedita su poesía en una versión de bolsillo. La nota, aquí:

No, su corta vida, apenas 27 años, no fue, desde luego, un camino de rosas. O quizá sólo llegó hasta nosotros el rastro de sus espinas. Georg Trakl, salzburgués de 1887, fue uno de los poetas más personales e influyentes del siglo XX. Relacionado con el arquitecto Adolf Loos y el pintor Kokoschka, admirado por filósofos como Wittgenstein, deudor de Nietzsche, de Holderlin, de Rimbaud, Trakl fue uno de los grandes poetas del expresionismo, un grito angustioso y dolorido ante las vicisitudes del hombre contemporáneo, acechado por los vertiginosos cambios sociales, económicos y tecnológicos, a vaivén del desarraigo y la angustia existencial.
Hace unos años, la editorial Trotta publicaba las «Obras Completas» de Georg Trakl, con traducción de José Luis Reina Palazón, cuya versión fue premiada por el Ministerio de Educación y Arte de Austria. La misma editorial publica ahora la edición en bolsillo de su «Poesía Completa». «He leído a Trakl conmovido, asombrado, vislumbrado, perplejo... Las condiciones de ascensión y ocaso de esta voz eran irrepetiblemente únicas», escribió sobre él Rainer Maria Rilke. Ascensión y ocaso de un hombre cuya vida estuvo marcada por el dolor de una relación incestuosa, el alcohol y las drogas, que fácil y desgraciadamente siempre tuvo a mano pues era farmacéutico de profesión.
Renovación y revolución
«El expresionismo —explica Reina Palazón— trata de dar a cada acto humano una significación superhumana, que tendería al nuevo hombre, a la unión de lo apolíneo y lo dionisíaco. Siente fascinación por renovación, revolución y guerra como acontecimientos elementales de la Naturaleza que deben limpiar, refrescar, liberar de un estado de venenoso estancamiento y anquilosamiento producido por la sociedad burguesa del XIX».
Hijo de luterano y católica, Trakl tuvo una buena educación en la que no faltaron la música, la literatura y el arte. Muy joven leyó a Hölderlin, Baudelaire, Nietzsche, Rimbaud, Dostoievsky, Ibsen y Strindberg, y empezó a colaborar en periódicos locales, al tiempo que se estrenaba, sin éxito, como autor teatral. En 1913, publicó una primera edición de su poesía, pero al tiempo era desgarrado íntimamente por la depresión y sus adicciones. En 1914 era reclutado como oficial médico para participar en la I Guerra Mundial. El sufrimiento de los heridos, a los que debía tratar sin apenas medicinas, acabó por trastornarle definitivamente el ánimo.
No es fácil adentrarse en el universo poético de Trakl, pero una vez dado el primer paso la experiencia es subyugante. «Su éxito es constante —continúa Reina Palazón— a pesar de que un poeta que, como Rimbaud, que lo inspiró y a cuya edad murió, es de un siglo pasado, con una experiencia histórica y social que no nos incumbe, por lejana. Pero ha sabido mantener nuestro interés porque Trakl sabe cantar, como nadie, inimitable, su voz se reconoce como imposible de ser imitada, porque sería un sacrilegio, contra él y contra el arte: porque la forma trascendente sólo surge de una vivencia trascendente, de un destino, y eso no se imita».
Tras la carnicería de la batalla de Grodek, intenta suicidarse. Es ingresado en un manicomio polaco el 7 de octubre de 1914. Apenas un mes más tarde, el 3 de noviembre, se suicida con una sobredosis de cocaína. Su amada hermana Gretl acababa con su vida tres años después. Trakl había revelado, como pocos, la radiografía del dolor humano.

Burroughs

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El escritor.


El escritor "maldito" William Burroughs sigue dando de qué hablar. Por estos días se publica Ad Pook is here, novela gráfica de su autoría junto al ilustrador Malcolm McNeill. Aquí, la historia, publicada en ADN:

La lista de obras literarias que hicieron historia después de haber sido rechazadas por editores que nunca terminarían de arrepentirse es tan larga que el tema merecería un capítulo entero en la historia de la edición contemporánea. Escritores del nivel de James Joyce, Marcel Proust, William Faulkner, Charles Bukowski, Vladimir Nabokov, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez sufrieron la indiferencia e incluso el desprecio de editores con poder para decirles que sus textos no eran suficientemente buenos para ser llevados a la imprenta. El tiempo les dio a todos la revancha. Maldito entre los malditos, también el beatnik William Burroughs sufrió la sensación del portazo en la cara. El paso de los años lo ubica entre los que fueron vengados por la historia: está a punto de salir a la luz pública una obra suya que hace cuatro décadas nadie quiso publicar. El autor definía esa novela gráfica como "un libro único", un trabajo en conjunto con el ilustrador Malcolm McNeill que convertía en realidad su afirmación de que el lenguaje es un virus. La atípica novela ilustrada de ciencia ficción Ah Pook Is Here saldrá al mercado este año, en una edición de lujo que prepara Fantagraphics Books. En simultáneo, se publicarán en Estados Unidos las memorias de McNeill sobre su relación con Burroughs durante los siete años que trabajaron juntos.

En el caso de Burroughs, se da la paradoja de que las razones de la postergación de la publicación del que podría ser su gran trabajo literario final son las mismas que dieron sentido al resto de su obra: una férrea voluntad de experimentación -que llevó al extremo y de la que hizo un culto- y una sólida vocación vanguardista. La fusión de esas dos características con su belicosa y atormentada personalidad lo convirtió en uno de los escritores más destacados de su generación, un ícono contracultural en cuya producción abrevaron rockeros, punks , artistas plásticos y muchos otros escritores. Tal vez lo que pasó con Ah Pook... es que hace 40 años estaba adelantada a su tiempo. Mirando la historia del negocio editorial, no es extraño que una obra en extremo experimental como ésta haya sido rechazada. Era el resultado esperable ante la aventura inquietante de un escritor que no narraba para el placer de los catedráticos ni para el de los lectores tradicionales.

Burroughs, que vivió desafiando todos los límites, incluso los de la cordura, es un escritor clave para entender a la Beat Generation, aquel grupo de escritores estadounidenses que, después de la Segunda Guerra, se tomaron en serio el combate contra los preceptos del llamado american way of life . Los beatniks -Allen Ginsberg y Jack Kerouac completaban la Santa Trinidad Maldita- preferían situarse del lado de los perdedores, de los vagabundos, de los excluidos. Vivían y escribían, sobre todo al principio, desde los márgenes del sistema y, como los músicos de jazz, hacían un culto de la improvisación. Esa marcha a contrapelo y, en cierto modo, romántica alcanzaba a menudo ribetes grotescos e incluso terribles. Al respecto, Burroughs tiene un récord: bajo los efectos de las drogas que consumía, mató a su propia mujer de un tiro cuando intentaba darle a un vaso de vidrio posado en la cabeza de la dama, en lo que fue llamado el "incidente Guillermo Tell".

La obra que se publicará ahora, en la que Burroughs trabajó durante siete años en la década del 70 junto con el ilustrador Malcolm McNeill, era por entonces un proyecto demasiado arriesgado. El material apareció originalmente en forma de tira cómica mensual en la que fue la primera revista under de la historieta británica, Cyclops , con el título de The Unspeakable Mr. Hart ( El inefable Sr. Hart ). Burroughs tenía entonces 56 años y McNeill, 23. El dibujante recordaría años más tarde su paso por la revista:

El editor de International Times , Graham Keen, convenció a Burroughs de que colaborara con una tira y el resultado fue The Unspeakable Mr. Hart . Él le mostró los dibujos de los que podría disponer y Bill, aparentemente, señaló el mío y dijo: "Trabajaré con este chico". No conocí a Bill en aquella época. Simplemente me daban media página de texto cada mes y me dejaban imaginar qué diablos significaba.

A Burroughs le gustó el trabajo de McNeill. Tras el cierre de Cyclops , que tuvo vida corta, el escritor invitó a McNeill a su casa (número 8 de la calle Duke, en Londres) y le propuso trabajar duro: quería convertir la historieta original en un buen libro, que trascendiera en el tiempo. Reconocía en su compañero el mismo impulso creativo del que se sentía dueño y una gran capacidad de interpretación de sus ficciones. A Burroughs -que decía que el lenguaje era un virus- le interesaba explorar el significado de las palabras. McNeill era un artista intrépido que les daba una vuelta de tuerca más a los guiones a través de ilustraciones impactantes. Escritor y dibujante comenzaron a fantasear con la obra.

En una primera etapa titularon el libro Ah Puch -nombre del dios maya de la muerte- y lo definieron como una "novela de palabra e imagen". Querían crear una suerte de gigantesca pintura, un continuo de imágenes desplegables, con el objetivo de contar la historia que Burroughs tenía en mente y sin más limitaciones conceptuales que el desafío de conmover a los lectores. No había en aquellos días otros libros de esas características: todo era experimentación. Admitirían tiempo después que, para ambos, el proyecto había resultado revelador. Juntos discutían el guión, el significado de las palabras y su comunión con las imágenes. Partiendo de las once páginas originales de las que había surgido el proyecto, llegaron a completar ciento veinte de ilustraciones, con el correspondiente guión. Burroughs explicaba en una entrevista con la revista Rolling Stone , en 1972:

Estoy trabajando en un comic book que tiene secuencias enteras de acción en dibujos. Pero también hay sesenta páginas de texto, así que es en realidad algo intermedio entre un comic book y un libro ilustrado. Malcolm McNeill se encarga del dibujo. Es muy parecido al formato real de los códices mayas, que eran una historieta temprana. Hay un montón de secciones que funcionan como una película, pero el texto es esencial. Hay sesenta páginas de texto y tenemos algunos problemas para trasladar eso a imágenes. No es que no podamos hacerlo, sino que nos llevaría trescientas páginas ponerlo todo. Si tomamos cada frase y la trasladamos al dibujo, tendríamos un libro enorme, que se escaparía de nuestro presupuesto?

Por su parte, McNeill lidiaba con otras preocupaciones:

Le dije a Bill: "Si escribes 'la nave espacial aterrizó en el campo y los marcianos salieron de ella y saludaron', eso está bien, pero es completamente inespecífico". Si debo hacer una imagen tangible de la misma escena, tengo que imaginarme qué tipo de prado es, qué hora del día es, qué tipo de nave espacial es, cómo funciona, cómo aterriza, qué tipo de puerta tiene y qué aspecto tiene el marciano. Incluso tengo que imaginarme la longitud de su brazo. Bill pensó un rato y entonces dijo: "Tienes razón, Malcolm. Entonces, ¿cuál es la longitud del brazo de un marciano?".

Las dificultades aparecieron cuando juntos ofrecieron la idea a editores más amigos de los éxitos seguros que de un proyecto aventurero como aquél. Además de que las ilustraciones exigían un nivel de impresión que encarecía demasiado el producto, el contenido era absolutamente osado para quien quisiera convertirlo en un negocio. Autor y dibujante se habían propuesto que la obra produjera un gran efecto en los lectores, por lo que no hacían concesiones ni medían riesgos. El argumento tampoco parecía demasiado vendedor, porque era poco claro: la historia gira en torno a la vida de un multimillonario y magnate de los medios llamado John Stanley Hart, que está decidido a encontrar nada menos que la fórmula de la inmortalidad. Con la información que recopila en antiguos libros mayas, construye una máquina que supone eficaz, y termina invocando al dios maya Ah Puch. Después, grupos de jóvenes mutantes viajan al pasado para conseguir fórmulas mágicas mayas que les permitan destruir a Hart. El trasfondo filosófico de la historia de Burroughs alude a la idea de que el sistema de organización del tiempo, entre otras medidas de control, sirve a las elites dominantes para manipular a las masas. En el fondo, lo que se narra en el libro es una guerra por el poder. Los editores les dieron la espalda y, tras siete años de trabajo en colaboración, escritor e ilustrador renunciaron a la posibilidad de publicar su trabajo. En 1978, Burroughs explicaba:

A lo largo de los años en que colaboramos, Malcolm McNeill produjo más de cien páginas de dibujos. No obstante, debido en parte a la carestía de la reproducción a todo color y porque el libro no calza del todo ni en la categoría convencional de novela ilustrada ni en la de historieta, ha habido dificultades con la resolución del trabajo en su totalidad y con su aceptación, aunque, de hecho, es un libro único.

Cuatro décadas más tarde, Ah Pook Is Here integrará el catálogo de la editorial Fantagraphics Books, de Seattle, junto a otros grandes autores de cómics, como los geniales Charles Schulz y Robert Crumb. Los editores, que trabajan en las copias finales, aseguran que se trata de la última gran obra de William Burroughs y piensan que el libro dará que hablar. Lo definen como "la clase de hazaña futurista que un lector puede esperar del autor de Nova Express , un logro alucinante, que escenifica teorías extravagantes con una pátina de ciencia ficción". En simultáneo, publicarán un segundo volumen titulado Observed While Falling: Bill Burroughs and Me , un relato autobiográfico firmado por McNeill en el que el dibujante revela detalles desconocidos de la relación que mantuvo con el singular escritor.

14.1.11

Poema del Viernes # 53


Lucía Estrada (Medellín, Colombia, 1980)


SIN TÍTULO

Hay fervor en la dureza del metal, en el viento que lo seduce y lo inclina sobre su propio vértigo. Qué silenciosa esa manera de abrirse lo negro frente a lo blanco, lo visible frente a lo invisible, lo que se precipita frente a lo que permanece.

Todo cuanto tiene un peso y una forma, y lo que está oculto, envuelto en la niebla como un barco fantasma, se mezcla entre sí para sostener el cielo, * para estar más cerca del milagro.

Y la música, y el pájaro del vacío, y las manos del hombre que le descubren al mundo su verdadero rostro, su densidad. Y la palabra, esa que construye todos los puentes, la que también los derriba. Y el amor, y el silencio, y la pequeña muerte que una noche supo reunirlos en el fuego y la ceniza.

6.1.11

Poema del Viernes # 52


Antonio Cisneros (Lima, Perú, 1942)


TERCER MOVIMIENTO

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavia.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes podrán holgarse
en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces la muchacha no verá el Dedo de Dios. Los cuerpos discretos
pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas..

Es dificil hacer el amor pero se aprende.

Sobre Antonio Cisneros


El poeta peruano.


Dos amigos muy cercanos, en diferentes momentos y circunstancias el mismo día, me comentaron del aprecio que guardan sobre la poesía de Antonio Cisneros. Aquello me parece curioso. Debe ser una señal para acercarme algo más a los textos del peruano. Aquí cuelgo una entrevista que hiciera uno de ellos, el apreciado poeta Freddy Yezzed López, a Cisneros:

En el XIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá que se llevó a cabo en mayo de 2005, tuvimos el gusto de tener a uno de los poetas más celebrados del momento, el peruano Antonio Cisneros (1942), quien ha recibido en los últimos años el reconocimiento a su obra otorgándosele el Premio Interamericano de Cultura “Gabriela Mistral” en el año 2000 y el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso en el año 2004. Sus versos sobresalen por insertar en la poesía moderna latinoamericana el coloquialismo a través de la ironía, un tono contestatario y un aliento desacralizador del hombre y la historia. De Cisneros dice el poeta mexicano David Huerta en el prólogo de Por la noche los gatos reimpreso en el 2004 por el Fondo de Cultura Económica: “La poesía de Cisneros no es únicamente peruana: es parte de la cultura latinoamericana en general. Está recorrida de extremo a extremo por un fervor extraordinario que se vierte por distintos cauces y en diversas formas: el poema amoroso, el texto histórico, la indagación documentada del pasado a la que la poesía presta generosamente sus moldes”. Con este preámbulo sobre la obra de Cisneros, damos comienzo a la entrevista concebida por el peruano en el Hotel Bacatá el último día de su estadía en la ciudad, donde charlamos de culinaria, fútbol, el Quijote, sus hábitos de escritura, su vida, su poesía y otros poetas peruanos.

a)

¿Cómo le ha parecido el Festival de Poesía de Bogotá?

—Muy bien. Un buen encuentro de poetas. Estos siempre son muy entretenidos, porque no son reuniones académicas donde se leen ponencias. Son lo que son. Se lee poesía. Y además no son sólo de comité, sino son para comunicarse con el público; una cosa abierta. A veces los académicos y los novelistas creen que los festivales son demasiado placenteros; yo pienso que así deben ser: divertidos y comunicadores.

Antonio, lo reseñan como amante de la cocina. Culinaria y poesía, ¿qué me puede decir de esa relación?

—Yo sé que sería bonito establecer una relación entre una y la otra, pero yo soy sumamente realista; yo soy cocinero, me gusta comer, enterarme de las cocinas del mundo, pedir recetas, leer libros, escribir eventualmente crónicas sobre cocina; pero no lo relaciono con poesía. Eso es otra cosa. Otra forma de sabrosura. Finalmente la cocina es un relajo, un divertimento ¿no? Y la poesía no. La poesía es difícil, muy dura; en la medida en que el objeto y el sujeto de tu propia poesía eres tú mismo, el autor, y eso es desagrador.

Claro, también me preguntan cómo se relaciona poesía y fútbol; y no. Son cosas aparte. Tengo mi vida muy esquizofrénicamente medida. Una cosa es la poesía. Una cosa es la cocina. Una cosa es el fútbol. Otra el periodismo. Ahora, mira, la primera vez que salí del Perú, tenía 17 años y vine aquí, a Medellín; y no vine a ningún encuentro de escritores. Yo era de la selección juvenil del Perú, y le metimos 4-0 a los colombianos —me mira al rostro y se ríe a sus anchas.

¿De qué jugaba?

—Volante izquierdo, en esa época no había líneas medias.

Y a cuál equipo le va…?

—Sporting Cristal—dice con fuerza, alza un poco el brazo derecho y extiende la palma — ¡La Celeste eterna!

Camus una vez dijo que lo que aprendió de los hombres, lo aprendió del fútbol. Usted, ¿qué dice?

—No del fútbol, pero sí lo aprendí del barrio; y el fútbol es barrio. Claro, ésa es la diferencia con otros intelectuales, que son los que yo llamo “palomillas de ventana”, los que miraban a los demás chicos jugar fútbol y ellos nunca bajaban a jugar. Yo soy un viejo muchacho de barrio—y agrega mientras arroja una bocanada de humo—bueno, Camus fue portero de la selección de Argelia ¿no?

¿Qué libro rescataría usted de las cenizas del olvido?

—Ninguno, los libros que se olvidan es porque no sirven.

¿Qué libro está leyendo en este momento?

—Acabo de terminar de leer un libro que se llama El gourmet. Es la novela de un chino; de padre chino y madre inglesa; de Hong Kong. Un hombre de mi edad: unos 60 años. De algún modo, es la historia de China de los últimos 40 años, a través de dos personajes: uno, un cocinero del montón y otro, un hombre que tenía fama de gourmet refinado. Entonces, todo está basado en el odio que le tiene el cocinero marmitón al gran chef. Dicho así, es muy bueno, muy inteligente porque pasa toda la historia de China por allí; lucha de clases entre dos cocineros.

Una pregunta ahí, ya que usted habla de los malos ambientes en este oficio de la cocina, hay una cita de una norteamericana que dice: “amo el arte, pero odio el mundo del arte”, ¿qué me dice de eso?

—Supongo que se refiere a que detesta el mundo de los mercaderes de arte, de las exposiciones, los autobombos, los críticos; no creo que a nadie le guste, en ese caso, el mundo del arte —ríe jocosamente.

En este año se celebran los 400 años de la publicación de la primera parte del Quijote. ¿Cómo fue su acercamiento al libro de Cervantes?

—¡Como todo muchacho, por obligación! O tu crees que hay algún niño normal que diga —dice con sarcasmo— ¡Ay, quiero leer el Quijote! Después te das cuenta de los valores maravillosos que tiene: el manejo del idioma, la riqueza de mundos que fabrica. Pero normalmente esas cosas empiezan por obligación.

La pregunta clásica es qué le gusta del Quijote; yo le pregunto ¿qué no le gusta del Quijote?

—Es… —duda varios segundos y exclama— ¡Es un libro casi perfecto! Te iba a decir porque es muy largo; pero, no, porque cuando se acaba, te da pena que se acabe. Es un libro redondo.

El poeta Henry Luque Muñoz dice que la tristeza es de los payasos y de los poetas; Joyce, que el arte es necesariamente triste, y Dostoievski, en Diario de un escritor dice que la novela más triste es el Quijote. Usted ¿dónde percibe esa tristeza?

—Bueno, de algún modo la figura del Quijote mismo, de Alonso Quijano, tiene esa cosa tristona, que te enternece, no cierto? Un hombre alucinado, fuera de sí. Que sostiene los grandes valores de las novelas de caballería cuando ya no son tiempos de las novelas de caballería; el hombre que está enamorado de una porqueriza, que él cree que es Dulcinea; o cuando lucha con los molinos de viento cuando cree que son gigantes. Yo no hablaría de tristeza, más bien de una locura melancólica. A mí no me parece un libro triste.

Maestro, he tenido el placer de conocer la poesía de tres peruanos… me gustaría que usted me hablara de ellos:

Emilio Adolfo Westphalen

—¡Gran poeta!—dice con convicción—Yo lo conocí mucho. Es de los grandes de esta vanguardia peruana que viene desde Vallejo hasta los comienzos de los años cincuenta; una de las importantes del idioma castellano. Westphalen escribió muy poco. Yo trabajé a su lado, él dirigía una importante revista llamada Amaru; y yo era su joven secretario de redacción. Emilio Adolfo tendría unos 40 años y yo unos 20, bueno, tal vez, él más, unos 45, 50. Él siempre me tuvo especial cariño porque tuvo dos hijas y no tuvo hijo hombre. Recuerdo que pasaba todas las mañanas a buscarme para ir a su trabajo en su Jaguar, tenía un Jaguar. Cuando él era agregado cultural en México pasé e hice una escala de visita, pues iba para California, y total, me quedé dos meses porque no me dejaba ir de su casa. Fue muy especial. La gente le tenía mucho miedo porque era muy parco, muy seco y casi ni hablaba, pero yo conocí al otro Emilio Adolfo: un hombre tierno, tímido y muy culto. Se ha muerto a los ochenta y tantos…

Una de las damas de la poesía latinoamericana, la poeta de Canto villano.

—¡Blanca Varela! Una de las mejores poetas del idioma. Ejerce un gran magisterio sobre las poetas y en general. En este caso no se trata de temáticas, ni reivindicaciones feministas; se trata de poesía en sí misma.

José Watanabe.

—Pepe Watanabe. Muchacho dos años menor que yo. Es un magnífico poeta, un miniaturista casi. Una poesía muy transparente, serena, reposada; muy bien escrita. En general, no aparece arrebatada por mayores inquietudes, ni dinamismos. Hay una contemplación casi de budismo zen, tal vez se deba a sus ancestros japoneses.

¿Qué poeta peruano de los jóvenes me recomienda?

—No, yo no recomiendo—dice con severidad—. La verdad es que no me interesa saber qué hay de nuevo. Hay buenos poetas. En general, América Latina ha tenido muchos buenos poetas, lo que pasa es que en la primera juventud son cientos, miles en todo el continente; la vida real dirá cuántos quedan a mitad de carrera, después se puede hablar, ahora me parece muy aventurado. Y a veces te basas en simpatías porque has conocido la obra de éste y no la del otro, porque hay una cosita que te interesó de éste y no del otro. Tienen que crecer. La poesía es muy graciosa cuando eres muchacho, luego es muy difícil, tienes que estar décadas y décadas hecho un idiota haciendo versitos.

b)

Maestro, la ironía en su poesía. Encontré esta cita de Jacinto Benavente, dice: “La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe”. ¿Podría decir lo mismo de la ironía en su poesía?

—No sé si es así como lo pensaba el buen Jacinto Benavente, pero en todo caso, yo creo que la ironía es la negación de la solemnidad; y la solemnidad es una cosa tonta. La ironía es una forma de distanciarte; ahora, la principal ironía es en la que te ríes de ti mismo, yo no conozco a nadie que pretenda tener humor si no se ríe de él mismo. La ironía es una distancia, es una visión crítica y sobre todo le echas agua al caldo de la solemnidad.

Los malos tiempos


La pila.


El mundo editorial pasa por su peor época, y España, con la crisis económica, lo ha sentido. Gabriel Bustelo comenta lo que sucede en el país ibérico, que es la historia de todo latinoamérica:

Cuentan los editores que ca-da vez que las autoridades económicas decretan otra nueva quiebra del sistema económico, las ventas de libros caen en picada como todo lo demás, hasta tal punto que las librerías se convierten en lugares fantasmagóricos donde no se ve un alma. De hecho, en el mundo entero existe ahora lo que los expertos llaman el “efecto miedo”, que impide a miles de personas abrir la cartera y darse la alegría de comprar algo que no sea estrictamente lo necesario. Muchos consumidores occidentales —algunos de los cuales llegaron a ser adictos a las compras— ya casi no se atreven a acercarse a una tienda ni para echar un vistazo al escaparate. El libro, cuya relación precio-calidad aún es excelente en comparación con otras ofertas culturales y de ocio, debiera ser una de las primeras cosas que esos aterrados consumidores vuelvan a comprar apenas recuperen el maltrecho bolsillo y el aplomo perdido.

Pero, ¿hasta qué punto ha afectado la crisis a la industria del libro? ¿Qué leen quienes siguen leyendo? ¿Han cambiado los hábitos de consumo? Para saberlo hemos hablado con los profesionales de la industria editorial española. Todos tienen una prolongada experiencia y son sobradamente conocidos en el mundo del libro: Juan González, director general del Grupo Santillana; Ymelda Navajo, directora de La Esfera de los Libros; Belén López, directora del sello Temas de Hoy del Grupo Planeta; la colombiana Pilar Reyes, recientemente incorporada al frente de Alfaguara; e Inés Vergara, directora de Taurus. Pero para no limitarnos solo a los grandes sellos, hemos contado también con los fundadores de dos editoriales pequeñas que en estos años se han ganado un prestigioso puesto en el sector: Luis Solano, de Libros del Asteroide, y Enrique Redel, de Impedimenta.

El fantasma de la crisis

Ante las interrogantes que afrontan estos profesionales del libro, hay algo que todos comparten: el amor por su trabajo. El hecho de que, en plena crisis, suceda un fenómeno editorial tan espectacular como El tiempo entre costuras, de María Dueñas —que va camino de 800.000 ejemplares—, hace que Belén López mantenga altos los ánimos. El libro salió tímidamente en junio de 2009 con los 3.500 ejemplares habituales de una tirada estándar y al cerrar el 2010 será probablemente el libro en español más vendido del año. “Y eso que la protagonista, Sira Quiroga, es todo lo contrario de Lisbeth Salander, la heroína, la trilogía Millenium de Stieg Larsson —nos explica la directora de Temas de Hoy—. “El libro empezó sin apenas promoción y se fue abriendo paso gracias a la recomendación de los lectores.” Ymelda Navajo, cuyo hit editorial es Los ojos amarillos de los cocodrilos, de Katherine Pancol, responde con contundencia sobre la complicada situación actual. “En estos momentos hay una extrema polarización entre los libros que se venden mucho y los que no se venden nada” —dice la directora de La Esfera—. “Se trata de una crisis profunda y nadie sabe a medio y largo plazo cuáles serán las consecuencias reales.” El editor Enrique Redel, que ha vendido la nada despreciable cifra de 30.000 ejemplares de La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons, nos cuenta que Impedimenta no se ha visto afectada por la crisis porque él al verla venir, reaccionó de manera inmediata. “Hace algo más de un año los distribuidores nos avisaron de una catástrofe a la que no íbamos a sobrevivir” —recuerda—. “Lo que hice fue meter el acelerador y sacar a la calle lo mejor que tenía”. A la vista de su éxito con el libro de Gibbons, que el Sunday Times describía como “tal vez la novela más graciosa jamás escrita”, parece ser que acertó de pleno.

Juan González, al frente de una compañía multinacional como Santillana, con una notable presencia en Hispanoamérica, tiene ahora entre manos el megalanzamiento de El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa. La última novela del flamante Nobel peruano salió en noviembre con una tirada inicial de medio millón de ejemplares, que se distribuyeron en España y América Latina casi simultáneamente. Una mitad de los libros se ha impreso en España, mientras que la otra mitad se ha producido en Colombia, Argentina y México. Para materializar en España las 442 páginas de El sueño del celta se han empleado 350 horas de cosido, 2 imprentas, 90 horas de encuadernación, 160.000 kilogramos de papel y 902 kilos de tinta. Nos dice González que si el consumo ha caído en general, incluido el de literatura, “en América Latina no estamos notando los efectos”. La colombiana Pilar Reyes, que se ha trasladado a Madrid para ponerse al frente de la editorial Alfaguara, asegura que “la gente que compra libros como parte de su canasta familiar, lo seguirá haciendo”. Según Reyes, el problema es el comprador eventual o esporádico, que al quedarse sin dinero deja de comprar porque no considera el libro como algo imprescindible. Recuperar ese tipo de cliente es, en su opinión, un verdadero reto.

El termómetro de Frankfurt

Un año más, la Feria de Frankfurt ha sido el gran catalizador, el lugar que sirve para tomar la temperatura editorial a cada país. “No he notado en Frankfurt nada especial que pudiese achacarse directamente a la crisis económica”, dice Juan González. “En el pabellón de las editoriales españolas he visto a los mismos expositores, y en el pabellón de Estados Unidos y del Reino Unido, siempre el más movido, he notado la misma agitación de todos los años. Pero es verdad que nadie ha querido malgastar su dinero”. Inés Vergara, en cambio, observa una mejoría gradual. “Si comparamos esta feria con la pasada, quizá se note un poco más de movimiento”, nos cuenta la editora de Taurus. “Pero estamos lejos aún del impulso, el ajetreo y la pujanza de hace cuatro años”. Pilar Reyes va aún más lejos y tras su visita a Frankfurt dice tajante: “No hay ningún indicador de que esta crisis, en absoluto fantasmagórica, se esté alejando”.

Ymelda Navajo, asidua a la convocatoria alemana, habla con cariño del evento en sí. “A mí me encantan las ferias del libro”, dice la célebre editora española. “Para los profesionales y los autores es una oportunidad única de salir de nuestra urna de trabajo y entrar en contacto con los lectores. Pero el carácter popular del libro está muy ligado al soporte papel, insustituible a la hora de acercar el libro a la gente”. Pero Belén López, otra veterana visitante de la feria, asegura que una cosa son los titulares de prensa que salen de Frankfurt y otra muy distinta es la realidad editorial. “Hay toda una generación joven acostumbrada a adquirir cultura en internet gratis. O mejor dicho, un entretenimiento que ellos consideran cultura”.

El libro ante el “monstruo” de internet

Estas dos avezadas profesionales han sacado a relucir un tema crucial: el universo cibernético de internet frente al libro de papel, una batalla sorda que lleva camino de prolongarse en el tiempo. “Antaño no había ni mucho menos las alternativas de ocio gratis que hay ahora” —dice Belén López—. “Desde las redes sociales como Facebook hasta el entretenimiento visual y musical de YouTube o Spotify, pasando por la posibilidad de descargarse una película o pasar horas surfeando por la web, la oferta de internet es casi infinita.” Dado lo sucedido en otras industrias culturales como la discográfica, hoy gravemente herida por la competencia de las descargas gratuitas y el pirateo de internet, ¿podría suceder lo mismo con las ciber-bibliotecas y el libro electrónico? “Este es un tema inmenso”, responde Pilar Reyes. “Pero el gran problema es si el libro tiene o no capacidad de seducir a los jóvenes de hoy. Todo lector menor de 25 años es un ‘nativo digital’ poco proclive a la lectura de largo aliento que implica la lectura literaria”.

Ymelda Navajo, por su parte, cree que la situación aún no es grave. “Pero puede llegar a ocurrir —advierte—. “Especialmente en aquellos países, como España, donde se considera que los contenidos digitales son gratis y no tienen valor”. Belén López aconseja aprender de lo que les ha sucedido a otros para procurar solucionar el tema de antemano. “Por desgracia —dice— estos asuntos no corresponden a los departamentos literarios, sino a las altas esferas empresariales y políticas”. En casos como el de España, incluso escapan las competencias de un país concreto y son decisiones que corresponden a la Unión Europea en conjunto. “Pero creo que los editores hemos tomado nota de lo ocurrido en la industria discográfica” —dice Inés Vergara—. “En lugar de luchar contra los acontecimientos, más bien nos estamos subiendo al tren. La idea es que, lejos de hacernos daño, internet y el libro electrónico convivan con el libro en papel, convirtiéndose en una interesante herramienta para llegar a un público más amplio”.

3.1.11

1Q84, Murakami


1Q84.


Un nuevo "ataque" narrativo para dicha de los que adoramos al japonés. Los dos primeros tomos de la trilogía 1Q84 serán lanzados próximamente al español por Tusquets. No digo más. Ya espero en la librería su aparición. Sólo dejo eso por ahora, la noticia. Vayan ahorrando...

Un hombre llamado Lobo


Oliverio Coelho.


Síganle la pista a la Generación Granta, por favor (aunque a ellos no les guste ser llamados así). Schweblin, Neuman, Oloixarac son más que reconocidos. En esta ocasión hay que seguir los pasos del argentino Olevrio Coelho, una verdadera revelación. Cuelgo aquí su cuento Un hombre llamado Lobo, gracias a El Boomeran(g).