6.10.10

Lo que dice Patricio Pron sobre Granta


El escritor argentino.


Siempre he recomendado el blog de Pron, en El Boomeran(g), por su capacidad de análisis crítica respecto a su manera particular de sentir la literatura, o mejor, de percibirla. En su último post, cuestiona "amistosamente" la inclusión de algunos autores de la ya famosa lista. Comenta, además, que lo más interesante de aquella lista es lo que ha generado en latinoamérica, y no los 22 escritores en sí. Algo más: da un pequeño guiño sobre este blogger, cosa que le agradezco. A ver si nos vemos, por fin, y si se concretan algunos asuntos, en Salamanca. Dice Pron:

I

Quizás la situación más inconveniente sea la de ser juez y parte de algo; a pesar de ello, sin embargo, quisiera decir algunas palabras sobre ciertas intervenciones públicas en torno a la reciente publicación del número de la revista Granta dedicado a los "mejores narradores jóvenes en español", algunas de ellas muy ecuánimes y otras particularmente desafortunadas (véanse los comentarios aquí y aquí, por ejemplo).

Lo primero, desde luego, es que no hay nada parecido a "mejores" escritores; con esto quiero decir que, del mismo modo que el valor en literatura no es absoluto sino que surge de las comparaciones que el lector establece entre unos textos y otros, la comparación alrededor de la cual se articula la noción de valor es imposible, ya que los autores realmente interesantes tienden a ser muy diferentes entre sí. ¿Quién es mejor? ¿Franz Kafka o Ricardo Piglia? ¿Cynthia Ozick o Javier Calvo? ¿Biel Mesquida o John Banville? Naturalmente, mi argumento aquí es trivial, pero la longevidad y la difusión de la idea de que existen unos escritores "mejores" que otros demuestra que la intromisión de criterios comerciales en la recepción de la literatura está mucho más internalizada de lo que suponíamos: que una empresa sostenga que su lavadora es mejor que la de la empresa rival resulta relativamente comprensible, porque de esa afirmación depende su éxito comercial; que alguien se lo crea, por el contrario, es peligroso y ridículo. Un comentarista anónimo resumió muy bien este aspecto, al afirmar: "it's just according to Granta, not necessarily for granted..." Muchas intervenciones públicas parecen basarse en este malentendido.

Un segundo aspecto del asunto es el de la supuesta "juventud" de los autores seleccionados, todos los cuales (como apunta el crítico español Ignacio Echevarría en un artículo reciente superan los treinta años de edad, con la excepción del boliviano Rodrigo Hasbún, que tiene veintinueve. No creo que sea realmente necesario discutir si alguien es joven a esa edad; sí me parece relevante recordar que la literatura consiste en la práctica de una serie de técnicas y el ejercicio de ciertos recursos que sólo se adquieren tras un aprendizaje prolongado y a menudo dificultoso. Una referencia personal: comencé a escribir alrededor de 1990; tengo la impresión de que no mucho de lo que escribí tuvo demasiado valor hasta aproximadamente 2005. La ausencia de escritores menores de veinticinco años en la lista de Granta (a algunos de los cuales leo regularmente y con mayor interés que a mis coetáneos) puede deberse a las dificultades relacionadas con la adquisición de la herramienta y al hecho de que los números que la revista dedica a los "Best of" se suceden cada diez años: el siguiente número de Granta dedicado a los "mejores narradores jóvenes en español" tendrá a esos autores como protagonistas. Naturalmente, también entonces se discutirá si no son demasiado viejos para formar parte de la selección y alguien preguntará por qué no están los que por entonces tengan veinte años: decenas de futuros escritores de aproximadamente diez años de edad en este momento apartan a un costado su ejemplar de lo-que-quiera-que-estén-leyendo-en-este-momento y comienzan a rechinar los dientes.

Una cosa más en torno a la cuestión de la edad que no parece haber sido considerada por algunos: como señala Javier Calvo, el límite de treinta y cinco años de edad establecido por los organizadores "es arbitrario, pero se ajusta a la tradición que ha seguido la revista Granta desde hace décadas de crear antologías de autores recientes y jóvenes para dinamizar la escena literaria y promover recambios generacionales. Es una estrategia que habitualmente ha funcionado. Y además, cualquier edad sería arbitraria". Me permito agregar que también habría sido arbitrario escoger a los autores por el tipo de narrativa que practican, por el color de su piel, por su país de origen o por sus preferencias sexuales. Este argumento resulta también relevante en relación a otra objeción que se ha hecho a la lista de Granta: la de la escasa presencia en ella de mujeres.

Alguna vez las mujeres lucharon por ser reconocidas por su trabajo y no por su sexo; ese tiempo parece haber quedado atrás, ya que algunas voces (muchas de ellas femeninas) pretenden asignarles ahora un papel más importante en situaciones como ésta de Granta no en virtud de su producción sino en la de su pertenencia a un género. Algunos llaman a esto "discriminación positiva", un término absolutamente antitético en mi opinión. Que "el canon sigue siendo masculino", como declaró a la prensa una de las autoras seleccionadas, no solamente es una afirmación trivial si no toma en cuenta además que el canon es "masculino" no solamente porque históricamente han sido hombres los que han establecido qué y cuándo debía leerse sino también porque, históricamente, las mujeres han visto impedido su acceso a la literatura en nombre de una discriminación que no difiere mucho de la que pretende aplicarse en estos días en nombre de la corrección política; también, si no se recuerda el hecho (que a mí me parece obvio) de que la lista de Granta no constituye ningún tipo de canon: el canon es una construcción social en la que intervienen diferentes actores y nunca surge de una institución única, mucho menos de una revista. Además, creer que ese canon estará conformado sólo por veintidós autores es una buena forma de sentirse importante y de despreciar a los autores que no forman parte de la lista por razones puramente prácticas (de edad o de espacio) pero no se sostiene en absoluto.

A las objeciones relacionadas con la edad y con el género de los autores que forman parte de la lista se suma la de, en palabras de un comentarista anónimo, "ignorar a México y a toda Centroamérica". No me parece una objeción completamente válida: me dicen que algunos autores centroamericanos formaron parte de la short list de los jurados, y México está representado por un escritor de esa nacionalidad, Antonio Ortuño, cuya presencia en la selección me parece absolutamente justificada y otorga a México un sitio del que por una razón o por otra no disponen países de tradiciones literarias importantes como Paraguay, Ecuador, Venezuela y Cuba. En el caso de Centroamérica, además, los propios organizadores han comentado las dificultades que han tenido para difundir la convocatoria en los países de la región debido a la inexistencia de una prensa cultural solvente y de contacto con las escenas literarias locales. Que un país como El Salvador no haya podido aportar un escritor o una escritora a la lista no debería sorprender a todo aquel que tenga en cuenta que la literatura es producida en un sitio específico y en circunstancias políticas y económicas específicas, puesto que un país que apenas puede darse a sí mismo un gobierno a duras penas puede ocuparse de asuntos menos relevantes que su supervivencia.

Que la lista de Granta conste de una mayoría de autores argentinos y españoles ha sido visto precisamente como una concesión de los organizadores de la convocatoria y de su jurado al mercado literario. No es completamente desacertado sostener esto, pero entre las voces que se han alzado para repudiar este hecho no he escuchado ninguna que diese cuenta de que esto no es el resultado de una preferencia específica de la revista (la que, por otra parte, es una revista comercial, como todos deberíamos recordar, de allí que sea ridículo cuestionar su "desequilibrio y poco rigor académico" como hacía recientemente un escritor venezolano que no entró en la convocatoria), sino del funcionamiento mismo del sistema literario. ¿Por qué hay más escritores argentinos y españoles en la lista? Probablemente porque, a pesar de las crisis económicas y políticas que afectan regularmente a ambos países, tanto España como Argentina han conseguido dotarse de una escena editorial relativamente estable y solvente capaz de proveer a un núcleo duro de lectores; ese núcleo de lectores es la condición necesaria para el funcionamiento del sistema literario, ya que los escritores surgimos precisamente de allí: los buenos libros se escriben precisamente donde se leen buenos libros. En mi opinión, es la calidad de los lectores argentinos y españoles la que está detrás de la cuantía de la representación de sus escritores en la lista de Granta, más que el servilismo a su industria editorial.

Una de las principales "perdedoras" es, precisamente, la industria editorial española, ya que (contra lo sostenido por algunos comentaristas poco informados) buena parte de los integrantes de la lista (Andrés Ressia Colino, Oliverio Coelho, Federico Falco, Rodrigo Hasbún, Andrés Felipe Solano y Carlos Yushimito) no ha sido publicada aún en España. Si la lista permite arrojar alguna conclusión de valor, ésta se extrapola del hecho de que ni las editoriales habitualmente consideradas poderosas ni aquellas cuya función es explícitamente la de mediar entre América Latina y España han salido triunfadoras: la editorial que más autores tiene en la lista es la madrileña Lengua de Trapo, a la que habrá que continuar prestándole atención en los próximos meses.

Por otra parte, resulta significativamente ridículo que se presuma un interés exclusivamente comercial en la conformación de la lista, ya que ésta carece de las cuotas que la convertirían en un producto "adecuado" desde el punto de vista comercial. Granta publica por primera vez un número dedicado a la literatura en español en virtud del interés que existe en los Estados Unidos por la literatura y la cultura en ese idioma; se requiere una gran valentía por parte de los jurados que han intervenido en la selección para entregar una lista que no respeta absolutamente ninguna cuota y prescinde de la corrección política inevitable en este tipo de selecciones para el mercado norteamericano: no hay una representación demográficamente adecuada de mujeres ni cuotas nacionales, no hay autores chicanos y ninguno de los seleccionados practica el spanglish, no hay autores centroamericanos, tampoco negros y ningún autor o autora cuya obra sea susceptible de ser considerada "homosexual". Que esos no hayan sido los criterios que presiden la selección es una de las mejores noticias que trae Granta.

II

Puesto que algunos lectores me han preguntado aquí y en otros sitios qué opino de la lista de Granta, y como otros autores seleccionados como Alberto Olmos lo han hecho ya (superando el inconveniente que observaba al comienzo de este artículo de ser juez y parte en la situación), me gustaría responder que la lista de Granta me parece más interesante por lo que ha sido capaz de generar (y por lo que generará aún) que por su propia constitución. Mi impresión es que dos de los autores, de centralidad indiscutida en el sistema literario al menos desde el punto de vista comercial, ya han dado lo mejor de sí (incluso aunque no fuera mucho) y que cabe esperar poco de ellos en el futuro, excepto más premios y distinciones, que nunca son realmente literatura; también, que siete me parecen demasiado conservadores y lo suficientemente carentes de riesgo como para que (aún reconociendo su capacidad técnica) no tenga demasiado interés en su obra; también, que uno de ellos me parece claramente epigonal y que su inclusión en la lista tan sólo es justificable porque el autor del que éste es epígono es relativamente desconocido fuera de su país de origen. En términos personales, y como lector, me alegra mucho que la lista incluya a Alejandro Zambra y a Carlos Labbé (autores de un experimentalismo cuya radicalidad podría haberlos excluido de la lista de haber sido ésta una lista claramente comercial) y la inclusión de aquellos a los que no he leído aún, ya fuese por falta de tiempo o porque sus libros no circulan fuera de sus países de origen. Los descubrimientos que Granta posibilita me parecen lo más interesante de la lista conformada por Mercedes Monmany, Edgardo Cozarinsky, Francisco Goldman, Isabel Hilton, Aurelio Major y Valerie Miles. A esos descubrimientos habría que sumarle los de otros autores que no forman parte de la selección pero cuyo nombre también ha sonado en estos días (a veces con una frecuencia inusual, lo que hace pensar que su ausencia de la lista final también les ha beneficiado de algún modo). Entre ellos están Yuri Herrera, Florencia Abbate, Brenda Lozano, Félix Bruzzone, Emiliano Monge, Juan Sebastián Cárdenas, Hernán Ronsino, Álvaro Enrigue, Susana Haug Morales, Mario Cuenca Sandoval, Claudia Hernández, Federico Guzmán Rubio, Juan Terranova, Use Lahoz, Tryno Maldonado, Andrea Jeftanovic, Óscar Sipán Sanz, Gabriela Wiener y Ramiro Sanchiz, a los que he leído, y otros autores que espero leer pronto como Esteban Mayorga, Claudia Apablaza, Matías Capelli, Sonia Budassi, Antonio Doñate, Luciano Lamberti, Jaime Mesa, Pablo Ali, Eduardo Montagner, Pablo Natale, Luis Felipe Lomelí, Federico Vite, Agustín Goenaga, Ximena Sánchez Echenique, Geney Beltrán Félix, Carlos Velázquez, Valeria Luiselli, Ricardo Silva, Aura Estrada, Inés Bortagaray, Rodrigo Blanco Calderón, Eduardo Sánchez Rugeles, Eduardo Varas, Javier Munguía, Ricardo Abdahllah, José Miguel Vilar-Bou, Hellman Pardo y Andrés Mauricio Muñoz. Todos ellos son parte de una literatura de una gran diversidad cuyo mapa está conformándose constantemente; que la publicación de una revista sirva para pensar sobre ese mapa es una noticia excelente. Naturalmente, la lista final de Granta no es perfecta; la perfecta es la que conforme el lector, con estos autores y con otros que sean de su preferencia. Que algunos lectores ya estén haciéndolo es probablemente la mejor noticia de este número de Granta.

No hay comentarios: