27.1.11

Sobre la nueva antología de poesía latinoamericana


La portada.


El apreciado Santiago Espinosa reseña para la Revista Arcadia, la antología de poesía latinoamericana contemporánea que seleccionara Piedad Bonnett para la editorial Norma, en su ya reconocida Colección Cara y Cruz. Nos comenta Santiago:

Leemos antologías de nuestro tiempo para volver a sorprendernos. Para viajar a través de las palabras y vernos desde afuera, como habitantes de un mundo extraño. La perspectiva podría mostrarnos que no éramos aquello que creíamos ser; distinto era el espacio que habitamos a diario, sus calles y sus voces, distinto y poderoso nuestro mismo lenguaje, usado y abusado hasta el cansancio.

Quizás sea eso lo que nos pase con esta Antología de poesía latinoamericana contemporanea, preparada por Piedad Bonnett para la editorial Norma: vuelve a conmovernos con lo que ya conocíamos, como si asistiéramos a lo propio por primera vez. Le mide el pulso a una tradición con la mirada joven del que descubre.

El recorrido, que incluye dos poemas de cada poeta, comienza con Oliverio Girando y César Vallejo. Pasa por los grandes poetas del siglo XX como Eduardo Lizalde y Blanca Varela, Eliseo Diego, por aquellos que de un tiempo para acá se han vuelto imprescindibles: Coral Bracho o Aurelio Arturo, Marosa Di Giorgo o Juan Manuel Roca, y hasta rescata y redescubre voces espléndidas como las del boliviano Jaime Sáenz o el cubano Raúl Hernández Novás. La muestra termina con algunos poetas nacidos en la década del sesenta.

No existe aquí la pedantería del que hace una muestra rebuscada para su autismo académico. La antología pretende, hasta donde puede, dar cuenta de lo más representativo. Tampoco existiría un afán de “americanidad” o de equidad geográfica. El libro parecería mostrarnos que la mayor gracia de esta poesía, entre el exilo y la dispersión de las estéticas, la diversidad de las lecturas, es su sorprendente cruce de caminos. Es más, en muchos casos parecería que estos poetas, más que para representar lo americano, encontraron en la escritura una alternativa para tratar de sobrellevar esta dureza atávica de nuestras sociedades y países.

Pero lo más importante es que en un mundo acostumbrado a las lógicas de cuotas y de géneros, convocatorias y pequeños grupos, lecturas absolutamente necesarias pero donde puede que lo que menos importe sea la poesía, la antología de Piedad Bonnett volvería a recordarnos la importancia del criterio. Que para el vértigo o el viaje basta el poema. Incluso sospecho que a la hora de la escogencia se privilegiaron aquellos poemas “que andan solos”, que borran sus huellas de origen para volverse propiedad del lector.

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