El depósito de libros usados Bookbarn, en el Reino Unido, se ha quedado sin sede para resguardar sus libros de segunda mano. Parece que el propietario del local no les renovó el contrato, y con semejante volumen de ejemplares sin techo y con pocas ganas de embarcarse en una mudanza, los inquilinos dejaron cientos de miles de ejemplares huérfanos.
Al dueño del local se le ocurrió una idea eficaz y veloz para desalojar sus instalaciones: regalar los libros. Y los lectores, claro, arrasaron como plaga de langostas.
Al dueño del local se le ocurrió una idea eficaz y veloz para desalojar sus instalaciones: regalar los libros. Y los lectores, claro, arrasaron como plaga de langostas.
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