9.3.09

NOVELA POR CELULAR




Quién lo diría. Ahora podemos crear las obras literarias por celular, y lo peor ( ¿o lo mejor?) de esto, es que a la gente le encanta la idea. Es increible. Les dejo el enlace de la revista Etiqueta negra, para que puedan "digerir" semejante acontecimiento:

Moné tenía depresión. Era el invierno del 2006 y ella tenía veintiún años. Alguna vez fue estudiante de una escuela de belleza y abandonó la universidad. Acababa de casarse y su esposo, a quien conocía desde la infancia, permanecía en Tokio. Pensando que un cambio ayudaría, fue a quedarse con su madre al pueblo donde creció. De vuelta en su antigua habitación, cuidó su malestar y durante semanas apenas se asomó fuera de casa. «Solía encender un fósforo y observaba por cuánto tiempo ardía, tú me entiendes», dice. Un día, a finales de marzo, sacó todas sus fotos viejas y diarios, y decidió escribir una novela sobre su vida. Se acurrucó en la cama y comenzó a tipear en su teléfono celular.

Moné comenzó a subir la novela directamente desde su teléfono a un portal de intercambio de medios llamado Maho i-Land (Isla Mágica), sin examinar sus escritos ni tener en cuenta la trama. «No tenía ni idea de cómo hacerlo, y tampoco la energía para pensarlo», dice. Dio a su historia un nombre, «Sueño eterno», y creó, como representante de su álter ego adolescente, a una narradora llamada Saki, estudiante del segundo año de secundaria en un pueblito descrito brumosamente. «En el campo, donde vivimos mis amigos y yo, no hay muchas universidades», escribió Moné. «Por tren, en una media hora puedes llegar a un pequeño instituto, eso es todo». Saki tiene un hermano menor, Yudai, y una familia muy unida, un retrato que Moné pintó con pinceladas cortas y amplias. «Papá / Mamá / Yudai / Los amo mucho». Sin embargo, al poco tiempo, cuando Saki regresaba de la escuela, es interceptada por tres extraños en un auto blanco. «–Clac, clac– / El ruido de una puerta abriéndose / En ese momento… / –Toc– / Un sonido sordo y cortante / El dolor que me dispara a la cabeza». Los hombres la violan y la dejan a un lado de la carretera, donde un chico mayor de la escuela, Hijiri, la encuentra. Le ofrece su camiseta y nace el amor.

Luego de tres días de escribir, los lectores comenzaron a responder. Ella recuerda que escribían mensajes como: «Por favor, publica la siguiente» y «Me interesa ver qué pasa». Había estado publicando cerca de veinte pantallas al día –de alrededor de diez mil palabras–, divulgando todo tan libremente como en sus diarios, sólo que esto era mucho más satisfactorio. «Todos están sufriendo por amor y tratando de comprender sus vidas, pero mi cruzada personal era por algo que yo quería decir a las otras chicas», dice. «Algo así como: Chicas, yo pasé por esto, pueden superarlo, ¡levántense!».

Pronto, la historia de Moné dio un giro de ciento ochenta grados: En una jugosa escena de revelación, Saki descubre que no es hija de su padre. Entonces sigue a Hijiri hasta la universidad en Tokio, pero éste corta la relación abruptamente. Luego de consolarse en un romance con un estudiante menor llamado Yuta, se enteró de que Hijiri era su medio hermano:

Saki e Hijiri…

Son parientes sanguíneos, ¿«hermanos…»?

La misma sangre…

Corre por nuestras venas…

«Hermano mayor y hermana menor se atraen»

Escuché algo así

Cerca del décimo día, Moné tuvo una epifanía. «Me di cuenta de que no podía escribir las cosas exactamente del modo en que acontecieron», dice. «Me di cuenta de que debía haber colinas y valles en la historia». Su narración adquirió el brillo de la ficción: cómo hubiese deseado su vida en vez de cómo era realmente. En un epílogo, ella escribe que, a diferencia de Saki, quien eventualmente regresa con Hijiri, Moné y el verdadero Hijiri se separaron, y ella se quedó con Yuta, quien la había amado desde siempre.

Para mediados de abril, Moné había completado su novela, diecinueve días después de haberla comenzado. Su esposo culminó los estudios y comenzaba un trabajo en finanzas. Moné volvió a la ciudad con él. «Vivía una vida desorientada y superficial en Tokio», cuenta. De pronto, a través de Maho i-Land, supo que un editor estaba interesado en publicar su primera novela en papel impreso. En diciembre del 2006, Sueño eterno se publicó con más de trescientas páginas. El distribuidor Tohan lo situó entre los diez libros de pasta dura mejor vendidos durante la primera mitad del 2007. Para finales de ese año, las novelas celulares, todas escritas por anónimos de cursis seudónimos de una sola palabra, ocuparon cuatro de los cinco primeros lugares en la lista de best sellers literarios. El hilo rojo, por Mei, que vendió un millón ochocientas mil millones de copias, fue el segundo. Cielo de amor de Mika, fue el primero, y su secuela, el tercero. Juntos, han vendido más de dos millones seiscientas mil copias.

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