El Premio más antiguo de novela de Argentina, el Emecé, recayó en Gustavo Ferreyra. Lo logró con Dóberman. La nota en la Revista Ñ:
Fue con su octava novela, Doberman . Escritor de culto y de bajo perfil, anoche tuvo que exponerse a todos los flashes en la ceremonia de entrega del premio en el Museo Metropolitano.
En diálogo con Clarín, Ferreyra se declaró "feliz": "Es una alegría recibir un premio después la trayectoria que yo tengo en la literatura. Tengo una sensación de felicidad". ¿Qué cree un escritor de culto como él que el reportará la exposición pública de un premio? "No lo sé, recién está sucediendo; supongo que el libro será un poco más visible. De cualquier manera, es el premio más literario", opinó sobre el galardón, dotado con 25 mil pesos en concepto de adelanto de derechos de autor.
Doberman relata la historia de Joaquín Riste. Cuando niño, era un soñador paranoico y resentido, que intentaba escapar a su infancia oprimente en un monoblock del barrio de Flores mediante la construcción de un mundo imaginario, en el que él era un doberman y un showman que fascinaba al público. Ya adulto, Riste se convierte en chofer y mano derecha de un alto funcionario de la cancillería del gobierno de turno. Corre el año 1994. En tiempos en que lo único que parece importar es el éxito a cualquier costo, el personaje se despoja de su personalidad con tal de encajar en el mundo. Durante una crisis nerviosa que lo conduce al psiquiátrico, recibe la visita del funcionario que lo envía a una misión internacional en Polonia.
Una vez allí, su obsesión por los perros lo lleva a perseguir a cuantos encuentra vagabundeando por la ciudad. Pero, enamorado de una actriz polaca, Riste se obsesiona también con los comunistas, a los que ve por todos lados en plena confabulación.
El jurado estuvo compuesto por los escritores Tununa Mercado, Martín Kohan y Fabián Casas.
Mercado explica que se trata de "una novela que toma y saca el aire de su propia respiración y avanza como un prodigio o como un monstruo." Para Kohan, "Doberman no no nos perturbaría tanto si se limitara a hacer del perro una metáfora del hombre. Pero pronto notamos que no se sabe con certeza qué sería exactamente metáfora de qué; y de inmediato ya no podemos ni siquiera estar seguros de que se trate en verdad de metáforas". Y Casas lo comparó con "Robert Walser , Franz Kafka o el último Celine" y lo calificó, enfático, de "Gran Maestro".
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