"Santa suerte" se titula la nueva novela del paisa Jorge Franco. Dice él que esta es su mejor obra. Le costó, cuenta, la voz femenina de una de las protagonistas. Un remake de La casa de Bernarda Alba.
Esta semana culminó la emisión de la serie "Rosario Tijeras". ¿La vio? ¿Cómo le pareció?
—Vi los capítulos, incluso cuando no alcanzaba a su emisión, los veía por Internet. De todas formas yo leí los libretos de los 60 capítulos porque querían mis comentarios, y a mí me gustaban, sabiendo bien que tomaba mucha distancia respecto al libro, pero yo tenía claro que sería así.
Reconocía que ellos debían crear un mundo paralelo de la Rosario de la novela para la serie, y estuve siempre de acuerdo con todos esos cambios, sabiendo bien que en el capítulo final iban a matar hasta al director, y me gustó eso, esa ola fatalista de acabar con los protagonistas que empezaron en ese mundo delictivo de manera muy deportiva, de ímpetu, de adolescentes, y terminan en una tragedia greco-paisa.
¿Qué no le gustó?
—Muchas cosas que son muy de la televisión colombiana, como personajes que piensan en voz alta y yo eso lo veo muy alejado de la realidad, incluso alejado de la realidad de las nuevas propuestas de la televisión internacional, porque eso no se ve en las series de Estados Unidos, porque allí la tv se ha acercado al cine e incluso en ocasiones lo ha superado.
Creo que poco a poco en Colombia entenderemos que se debe apostar a producciones de menos capítulos y mucha más calidad en la historia.
Pero también debo aclarar que dentro de la televisión colombiana "Rosario Tijeras" estuvo muy bien hecha y presentó interesantes aportes.
Con el final de la serie "Rosario Tijeras" y a once años de haber publicado por primera vez la novela, ¿Se cierra un ciclo en usted?
—Con Rosario he pensado que el ciclo se está cerrando desde hace once años. En 1999 cuando presentamos a "Rosario Tijeras" en la Feria Internacional del Libro de Bogotá pensé que listo, que ya dejaba esta obra y ya era problema de los lectores. Han pasado once años y no canto victoria, aunque en realidad luego de una película y una serie, no sé qué más pueda venir con ella. Quizás la edición de la muñeca "Rosario Tijeras" (risas).
Pero además, volviendo a la televisión, creo que se empieza a cerrar un ciclo de las propuestas sobre el narcotráfico. No es que el tema vaya a desaparecer de la pantalla chica, ni de nuestra cultura, pero sí un ciclo que duró varios años en televisión. El tema sigue vigente en el país y que se está globalizando, como un fenómeno que no se podrá detener, al menos a través de los mecanismos que se quiere erradicar.
La novela sigue su camino. En poco saldrá la primera edición en serbio. Muchos que vieron la película o ahora la serie, se acercan al libro por primera vez. También se ha convertido en material de consulta en colegios, de hecho, me sorprendió que en Perú "Rosario Tijeras" hace parte del plan de lectura escolar.
Otro de los encuentros entre su literatura y los formatos audiovisuales fue con "Melodrama", novela que el año pasado fue llevada al teatro.
—Lo más curioso con ello es que una de mis intenciones con esa novela era crear una historia que difícilmente se ajustara al cine o la televisión, y fue el teatro que se dejó seducir por ella. Ahora, Bruno Barreto, uno de los más reconocidos directores brasileros, me dice que cada tres meses se desvela pensando en cómo contar esa historia en el cine. Ya veremos qué pasa con ella.
Pero, ¿Cómo le pareció "Melodrama" en el teatro?
—Siento que era una propuesta muy interesante y muy ambiciosa e ingeniosa, pero que necesitaba más tiempo, porque se requería de mucha preparación. Era una combinación del teatro convencional con mucha tecnología y de mucho trabajo de los actores con todos los elementos multimedia.
Todo eso no funcionó y se notó claramente en las funciones, aunque con el paso del tiempo las cosas mejoraron, pero no logró concretarse del todo. Se sabía que era muy complicado llevarlo a escena y siento que la idea era interesante y buena, pero le faltó tiempo y más trabajo para llevarla a buen término.La santa literaria
Cuatro años de trabajo en "Santa Suerte", su nueva novela…
—La empecé a luego de "Melodrama" en el 2006. En ese instante busqué en mis cajones de los recuerdos, de las ideas que llegan pero no sabes qué hacer con ellas, como que te están esperando.
Fueron cuatro años en los que tuve mucho tiempo para la escritura, lo cual necesitaba porque fue un proceso muy difícil. A diferencia de las anteriores, no iban de la mano de una historia real, que sirve para saber hacia dónde vas.
Tenía anécdotas dispersas de algunos momentos, quizás escenas, pero desde ahí tenía que crearles, inventármeles todo el mundo de tres mujeres que viven en una misma casa, y cada una tiene una forma de ser diferente, con una forma de hablar distinta.
¿Difícil desarrollar una historia a tres voces protagonistas?
—Es lo más difícil, más cuando yo escribo tal cual aparece en el libro, capítulo a capítulo, entonces terminaba tres cuartillas y tenía que pasar que cambiar de personaje. "Melodrama" fue extensa, me costó mucho trabajo, pero a la vez me generó mucho placer y me divertí escribiéndola, teniendo además una anécdota real mucho más extensa en qué apoyarme.
Escribí "Santa Suerte" mirando a la pared. Y lo hice a propósito porque veo que se le da mucha validez cuando se escribe sobre un hecho real y yo me hacía la pregunta sobre el derecho de los autores de imaginar, de generar situaciones sencillas para crear historias profundas.
Lo chistoso es que con mis anteriores novelas era más fácil hablar de ellas, pero estas donde juegan más la literatura me cuesta mucho más poder hablar de lo que escribo.
Lo curioso es que entre "Melodrama" y "Santa Sangre", la primera le presenta más dificultades al lector…
—"Melodrama" es un gusto que me di como escritor. Ya tenía dos libros que estaban bien posicionados y yo quería meterme en una obra muy literaria, laberíntica, oscura, jugando con los diálogos y el lenguaje. Por eso siendo que la disfruté tanto.
En "Santa Suerte" quise darle más al lector, presentarle una historia más organizada, con una estructura limpia, incluso le otorgué títulos a los capítulos, que todo quedara muy claro y probándome en otras formas narrativas.
Siempre escapo de mis novelas anteriores para evitar encasillamientos y así emprender una nueva búsqueda literaria, que es lo que finalmente le da sentido a este oficio.
¿Difícil trabajar durante cuatro años una historia y no perder la pasión en ella?
—Es necesario mantener las riendas de la historia y prestarle toda la atención posible a lo largo de la escritura, más aún cuando inicié el proceso de revisión. Esta novela la terminé en enero y durante casi seis meses estuve mirando sus detalles.
Son tres personajes, pero también con muchos cambios de tiempo. Lo curioso es que a mí siempre se me ha dificultado contar una historia con un tiempo lineal. Quizás el juego de varias voces y los saltos en el tiempo me hacen mantener mi atención y que la pasión en la historia no se termine.Universo femenino
Tres complejas mujeres en una misma casa…
—Con personalidades que iban de la mano con su forma de contar y su tono, lo cual me hicieron la vida más difícil como escritor, al pasar, en cuestión de páginas, de una voz romántica y compulsiva, hacia una mujer fría como Jennifer, quien es la masoquista y llegar a una mujer que está bajo la presión del tiempo para recordar su vida al ser una suicida.
Precisamente esa mujer suicida cuenta dentro de sí de otra voz, una conciencia…
—Sólo después de entregar la novela me di cuenta que esa segunda voz es casi mi propia voz, la cual la está acosando, al estar en un proceso terminal y está perdiendo el tiempo en los recuerdos y debe avanzar.
En este proceso, ¿en qué momento aparece el título, que debe ser tan acertado y puntual?
—Yo siempre tuve en la cabeza la idea de escribir una novela que tuviera que ver con el azar y la suerte, porque siempre he creído que si hay una santa a la cual hay que encomendarse es a la suerte, es la única que nos mantiene vivos. Por suerte la vida nos cambia en segundos, para bien o para mal; por suerte nos salvamos de algo por segundos.
Ese fue el principio de esta escritura, pero en el proceso de la escritura de la novela me encontré con otros elementos que también tienen que ver con la suerte pero en otro sentido, que era el pensar que viene una suerte de afuera, un azar, pero a la hora de la verdad, es que uno tiene que ver mucho con su propia suerte.
Estas mujeres, en "Santa Suerte", en un momento tuvieron un montón de oportunidades, pero ellas mismas tomaron unos caminos que las fueron llevando hacia la frustración y el desencanto del cual ellas fueron cómplices de su destino.
El universo femenino es un espacio que Jorge Franco ha manejado en buena parte de su obra literaria…
—Es un universo bien complicado, y mi propósito, con las tres mujeres de "Santa Suerte", es cerrar el ciclo del gran protagonismo de las mujeres en mis historias, donde los hombres son casi invitados de piedra. Ahora, aunque no lo tengo muy claro, en mi próxima novela quisiera que los personajes masculinos predominaran y ellos llevaran las riendas de la historia. La verdad siento cierto cansancio de ver como protagonistas a las mujeres en mis novelas, pero también porque quiero probarme como escritor.
En "Santa Sangre" deja un poco el protagonismo al lugar, que en sus varias de sus obras anteriores era tan marcado…
—Fue completamente intencional. En novelas anteriores Medellín era un personaje más y con otros lugares ocurría lo mismo. Ahora, Medellín sigue allí, pero no es el mismo lugar, incluso su lenguaje cambió para probar un poco y que el lugar no genere tanta fuerza sobre los personajes.
Es un escenario por donde se mueven los personajes, pero en realidad puede ser cualquier lugar. Sigo queriendo a Medellín, sigue siendo una ciudad importante para mí, pero tomar distancia es una forma de ir ensayando en mi literatura.
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