11 cartas y 9 cuentos, fue lo que "rescataron" los interesados en publicar lo inédito de Salinger. Oportunistas. ¿Debemos agradecerles, a pesar de ello? La nota en la Revista Ñ:
El velo quedó descubierto hoy, cuando por primera vez, las primeras cuatro de las 11 cartas inéditas de J. D. Salinger, autor de culto y creador del mítico Holden Caufield, fueron expuestas en la Morgan Library de Nueva York. Se trata de 11 cartas y bocetos (que aquí se reproducen junto a los anticipos que dieron el New York Times, Wall Street Journal y Time Out) dirgidas a Michael Mitchell, ilustrador de El cazador oculto, que, junto a su mujer Beth, constituyó un trinángulo de amistad sólo roto por Salinger cuando rechazó la posibilidad de entregarles un ejemplar autografiado de la famosísima novela. La timidez de Salinger se lee ya en la firma del remitente que varía desde "J. Salinger", pasando por un escueto "Salinger", a secas, hasta terminar en la anónima dirección donde estuvo recluído el resto de sus días: "P. O. Box 32, Windsor, Vt. 05089", en Cornish, New Hampshire. Sin embargo, la grandeza del autor, que murió el pasado 27 de enero a los 91 años queda subrayada por el curador Declan Kiely, quien eligió exponer las cartas en la misma sala donde se expone la famosa Biblia de Gutenberg.
22 de mayo de 1951
"El público aquí es estúpido como el de Nueva York, pero las producciones son mucho, mucho mejores". Salinger escribía desde Londres, después de apreciar los teatros del West End y compararlos con los de Broadway, en la Gran Manzana. En aquel viaje que lo llevó a Europa tomó unos tragos con una modelo de Vogue ("No fue muy divertido, sin embargo"). En la capital británica aprovechó para verse con Laurence Olivier "un tipo muy querible", pero sometido por su esposa "la bella", Vivian Leigh. Durante alguna fiesta se encontró con el bailarín australiano Robert Helpmann ("un homosexual de aspecto siniestro ") y discutió sobre Kafka con Enid Starkie, el crítico irlandés y biógrafo de Baudelaire y Rimbaud. "Diablos, si me olvido de ti", cerraba Salinger.
16 de octubre de 1966
"Tengo diez, doce años de trabajo acumulado por todas partes ... Tengo en especial dos guiones - dos libros, en realidad - que he acumulado durante años y ajustado, y creo que te gustarían". Salinger estaba ahora en Nueva York por llevar a sus hijos al dentista Peggy y Matthew. La familia paraba en la misma y pequeña suite en el Sherry Netherland, donde habían ido los Beatles antes. Peggy, estaba emocionada por ello, y Salinger describiría luego con entusiasmo una descompostura que incluyó vómitos. El escritor señalaba que leía en la cama mientras sus criaturas -"una belleza"-, dormían en la misma habitación. "Pasa por el New Yorker", dijo a Mitchell, a quien extrañaba. Creía haber encontrado por el fin el amor luego del divorcio.
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