17.3.10

Dublinesca


La portada.


Al mejor estilo de Ulises, de Joyce, y de sus Dublineses, aparece el nuevo libro de Vila-Matas, Dublinesca. Así lo recoge Juan Cruz en el diario El país:

Qué rápido pasa el tiempo -piensa-. Miércoles, amor, enfermedad, vejez, clima, aburrimiento, lluvia...". Esas palabras, que están en Dublinesca (Seix Barral), su última novela, son de Enrique Vila-Matas, y aunque esta obra es ficción, y él quiere que sea ficción absoluta, parecen un retrato interior de su propio avatar. Aunque prefiere que no se dramatice la circunstancia, por este barcelonés de 61 años transcurrió una enfermedad seria, y de algún modo ese malestar añadió al miércoles, al amor, a la vida, en definitiva, los sentimientos que aparecen cuando a la vuelta de la esquina se ve el bulto oscuro de un porvenir incierto.

Él salió bien del acontecimiento, y antes y después estuvo escribiendo esta novela, que es sobre un viaje, y no sólo metafórico. El protagonista, Samuel Riba, es un editor que decide jubilarse -a la misma edad que el novelista-; desde esa distancia que le da la decisión de decir adiós a todo eso, junta a unos amigos y se va a Dublín, a celebrar el entierro de la era Gutenberg, en torno a las casualidades que concita el extraordinario Ulises de James Joyce, una novela fundamental en el siglo XX, emparentada además con el nacimiento del padre del editor de ficción (que nació, como el padre de Vila-Matas, al tiempo que llegaba a París el primer ejemplar de la madre de todas las novelas modernas). Lo cierto es que aquí Vila-Matas muestra de nuevo, y con un vigor que se parece al de los sueños, lo que en la propia novela se llama "fanatismo desmesurado por la literatura".

Hablamos con él en la Librería Central, en Barcelona, recluidos en la parte más recóndita del café. Enrique Vila-Matas vive ahora, después de aquel contratiempo que ya es tan sólo memoria, mucho más adentro, como si se hubiera cambiado de habitación y hubiera pasado del cuarto de Bartleby al territorio del que Dublín, como en el libro, es una metáfora de silencio, misterio y (buena) literatura.

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