Febrero 17 de 1995
Por encima de la sombra que hace la mano
Ocho seres al frente circundan el reino
Y en cautela uno a uno se van asomando
Como si fuesen distorsionados ejércitos;
De repente, fogoso, se agolpa el caballo
Y relincha acaso por el tablero negro
Donde un tímido alfil, taciturno y callado
Parece inquietar a los peones izquierdos;
El peligro está cerca, el cobarde peligro
Que ataca por detrás al alfil enemigo
Dándole muerte en la blanca tapicería.
Y en tal paroxismo de las negras que avanzan
La torre anuncia con la derrota en su cara:
Mi señor, mi Rey, es tarde, la Dama agoniza…
3 comentarios:
Me encanta el último verso y más al pensar que el rey no es nadie sin su reina; sólo puede dar un paso lento que sólo intenta prolongar el fin de la vida.
Un muy buen poema.
¿es un poema referencial? me recordó muchísimo algunos de los escritos que Juan José Arreola tiene sobre el ajedrez, en especial "el rtey negro".
Para nada, es un poema que escribí cuando tenía 16 años...de aquella época tengo algunos, que no están publicados.
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