Hoy es un gran día. Un día para celebrar. Más abajo comenté lo feliz que me siento al conocer la llegada de Coldplay el próximo año, y también leer ese maravilloso cuento inédito de Roberto Bolaño, aunque, debo decir, el final del relato no es el mejor, quizá por la inmadurez de un Bolaño veinteañero. Ahora resulta - y lo siguiente va para aquellos compañeros del taller de cuento, y para vos, Carlos Castillo - que aquel pensionado que se sentaba en la última silla, aquel que todos ignorábamos, aquel que no volvió porque, me digo, no lo necesitaba, aquel hombre sexagenario se llevó el Primer Concurso de Cuento Corto convocado por el periódico El Colombiano. El premio: $2.000.000. La info me la pasó Iván Salazar. Una reflexión queda, entonces, de este premio: es cierto que los talleres literarios funcionan, y más aún uno como el de Carlos, el cual hace animado el encuentro, y cuya orientación literaria ha abierto, por lo menos a mi, otro camino en la narrativa, ver más allá de lo que somos, de lo que escribimos y pensamos, de cómo interactuamos con los demás, y me ha brindado, sobre todo, un momento para hablar de literatura. Pero vamos, quizá debemos hacer lo del pensionado -cuyo nombre nadie recuerda, lo sé ahora por la pagina de El colombiano: José Castro Rico- escribir, escribir y nada más que escribir. Ayer no estuve en el taller, como algunos evidentemente lo saben. No lo hice por cuestiones laborales, pero, además, llegué a mi casa y simplemente me dediqué a hacer lo del pensionado: a escribir, bien o mal, pero a escribir.
El cuento lo publicarán el 4 de Octubre, y claro, será reproducido en este blog.
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