dan ganas de partir y dejarlo todo
perderse por así decirlo
dejar Catalpa con su hondura
ese lento crujir de dientes
esa barcaza que comienza una lánguida decadencia.
Dan ganas de huir,
canoa abajo,
de tanta desolación en los estantes
o de esta ruinosa casa donde el cielo raso
es ahora una insaciable madreselva.
Dan ganas, pero no. Al instante ya quisiera regresar.
Me basta el enjambre de tu voz pacífica
la ensenada de tu cuerpo que se infiltra en mis manos.
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© Hellman Pardo
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