30.3.11

Dos años


Pronto seremos viejos.


Llevo un tiempo largo – dos meses – en que no posteo regularmente. Máximo dos cosillas a la semana, y mi idea desde que comenzó este blog, siempre se encaminó a hacerlo a diario. Resultó por casi dos años. Varios motivos personales y no tan personales dejaron fuera de sitio a Tierraliteraria en mi vida. Sin embargo, me encuentro con la grata sorpresa que, en lugar de disminuir los visitantes, aumentan. Me impresiona eso. Algunos furtivos llegan de repente y se quedan. Eso es muchísimo mejor. Quédense. Aguarden. La próxima semana volverá este blogger a colgar diariamente, como era su costumbre. Hoy resulta que son dos años de escribir en este blog. Dos años muy fructíferos e interesantes en mí como creador, escritor, lector y superviviente de este mundo. Tal es el motivo de volver. Volver, retornar al vientre, como diría Bachelard. Regresar dejando atrás los pájaros dormidos. Esto quería anunciar. Más que por ustedes, lo haré por mí. Lo necesito. Los necesito. Necesito este blog. Necesito escribir. He renunciado a mi trabajo. Dos meses más para dejar cosas en orden en mi oficina como ingeniero electrónico y ya está, sanseacabó. Seguramente cruzaré en algunos momentos las calles del hambre de Bukowski, pero no importa. El hambre es necesaria. Hace parte de la existencia, pero sé que a nadie le agrada sentirla. Qué puedo hacer, si para seguir respirando necesito escribir, y mi trabajo no lo permite. Dylan Thomas tenía razón, cuando lo entrevistaron en algún momento para la cadena donde trabajaba, la BBC: "Me pregunta usted si amo la literatura. La respuesta es no. Es más, no estoy enamorado de la poesía. Estoy enamorado de las palabras”. La ingeniería tiene todo, menos palabras. La palabra, señores, para seguir viviendo. Dejar de vivir, y comenzar a sentir. Sentir. La clave está en sentir.

25.3.11

Poema del Viernes # 63


Gonzalo Márquez Cristo ( Bogotá, Colombia, 1963)

OFICIO DE OLVIDO

Una mujer se besa en el espejo, se oculta con su alma, el agua es su soledad.

Un niño escondido en un armario intenta morir.

Las lágrimas de un hombre caen en su taza de café.

Una adolescente con el índice detiene la manecilla del reloj y se estremece.

En el viento hay un mensaje que no comprenderemos.

Tu sombra se rebela.

Nos preparamos para huir de todo lo que amamos.

Quien no parta será olvidado.

El viento dialoga con el fuego.

Espero mi voz.

Viajar también es lo contrario a la muerte.

Mientras la semilla engañe al pájaro no estaremos perdidos.

Nos amaremos en otros rostros.

Nadie se oculta en la memoria.

¿Vendrá alguien a enterrar nuestros nombres?

Los cinco grandes cafés literarios del mundo


Desde Borges hasta Saramago.


De taller en taller, primero como asistente y ahora como coordinador, he comprendido la fuerza inigualable de los cafés literarios. Las mejores charlas literarias se encuentran allí, en los bares, en las cantinas, en los cafés. Aquí los cinco grandes cafés literarios del mundo:

1. Gran café de Oslo

A pesar de ser lugar de encuentro d anarquistas y artistas plásticos que se escapaban de la Europa industrial, Henrik Ibsen fue su cliente más conspicuo. Llegaba siempre después del mediodía, pedía un sándwich y escribía. Tanto que pasar por el Grand Café y espiar al dramaturgo fue una atracción turística del Oslo de la época.

2. Le lapin agile de Montmartre

Antes de convertirse en el hogar de la alegre bohemia de Montmartre fue llamado Guarida de los Ladrones y El Cabaret de los Asesinos. A principios del siglo XX allí se encontraban Picasso, Braque, Modigliani, Gillaume Apollinaire y Max Jacob, entonces desconocidos.

3. Café Tortoni en Buenos Aires

Dice la leyenda que debe su nombre a un café en París que reunía a la élite cultural del siglo XIX. A partir de 1926 la Agrupación de Artes y Letras se congregaba en el subsuelo y por sus mesas pasaron Alfonsina Storni, Roberto Arlt, Ortega y Gasset y Jorge Luis Borges.

4. The Algonquin de Manhattan

En los años treinta, la primera camada de periodistas del New Yorker, su editor Harold Ross y escritores como la ácida Dorothy Parker se reunían en el bar del Hotel Algonquin, a pocas cuadras del edificio de la revista. Conformaron The Vicious Circle (el círculo vicioso), también conocido como la Mesa Redonda del Algonquin, famoso por sus almuerzos y borracheras.

5. The Foreign Correspondents Club en Hong Kong

Su inauguración en 1949 ha sido el lugar preferido de periodistas e intelectuales occidentals expatriados. El thriller de espionaje El honorable colegial de John le Carré ambientado en este bar, sin embargo, fue lo que lo convirtió en un mito literario.

18.3.11

Poema del Viernes # 62


Jaime Siles (Valencia, España, 1951)




EL CORAZÓN DEL AGUA

Remos, mareas, olas.
Un murmullo impreciso perpetúa
la oculta faz del imposible aliento.

Una gota de sal disuelta llama
sobre un pecho pretérito
buscándote.

Un párpado de luces diminutas
donde tus dedos tocan el azogue.

Un latido oxidado que penetra
y lame y teje y corta claridades.

Sólo existir perdido
donde el agua
multiplica su rostro en otras ondas.

11.3.11

Poema del Viernes # 61


Henry Alexánder Gómez (Bogotá, Colombia, 1982)


FREDDIE MERCURY

Es el mismo cuerpo de todos estos años,
ese que danza y se dilata
y que ahora descansa a un costado de la uña de la noche.
Dibuja sobre él un pez que no se asfixie cuando salga del agua,
el bastón de un niño ciego que no se asombre
cuando se vea en el espejo.
Mi herida vale menos que un centavo; habita allí una jauría
de caballos azules y una piedra que rueda lentamente.
Cuando la cara oculta de la luna baje en picada
y se refleje en la masa de árboles, cuando vuelva sobre mí
el ala invertida de un grito en el sueño, será mi ocaso.
Cubriré con mi piel todo rastro de sequía o de lucidez.
Romperé el cántaro, regando así todo verbo.
Daría todo por ver a la lluvia detenerse, por ver nacer
el sol en occidente. Esta noche, el vacío salta al vacío
y cae como una pestaña al abismo interminable.

4.3.11

Poema del Viernes # 60


Joaquín Pérez Azaústre ( Córdoba, España, 1976)

LA GRAN GUERRA

Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasa la nación estas semanas.
El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podría ser cualquiera.
Lejos quedaron ya los días del festejo,
tú admirada por mí, por mi uniforme,
repartidos tú y yo por las esquinas,
soñando en el café nuestros destinos,
el ambiente insensato de alborozo,
de tu mano el periódico doblado
con grandes titulares celebrando la guerra.
Nunca amamos, sin duda, como entonces.
Días de permiso, hoteles viejos.
Un fantasma de gas me espera en la ventana,
tú corres las cortinas y te tiendes,
no sabes qué podrá pasarnos luego.
No pides más que este lugar y este ahora,
un recodo de hotel
donde el amor habita en un instante.
Hoy he vuelto. La guerra la perdimos.
Perdimos la gran guerra; estamos muertos.
Alguien quedó dormido en los alambres,
mis amigos se enredan
en el frío de cada amanecer.
Visito cada tarde a sus familias.
Me miran como a un ser de tierra extraña.
Les pregunto por ti, si no te han visto.
Todas las chicas se parecen ahora,
llevan todas el mismo traje gris,
la misma sombra larga,
son espectros delgados
ocultos de la luz.

Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasó la nación esas semanas.
El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podría ser cualquiera.
Es posible que tú me reconozcas.
Entonces yo me miro en los espejos,
en los ojos ausentes de soldados que vuelven.
Somos todos el hombre derrotado.

También tú,
si me estuvieras buscando,
podrías confundirme con cualquiera.