Por fin, ya llegó la recopilación en libro de su blog El Cuaderno, que muy juiciosamente actualiza Saramago casi a diario. Aquí les dejo dos de sus apuntes en el nuevo libro:
Día 15
Removiendo unos cuantos papeles que ya tenían perdida la frescura de la novedad, encontré un artículo sobre Lisboa escrito hace unos cuantos años, y, no me avergüenza confesarlo, me emocioné. Quizá porque no se trate realmente de un artículo, es más bien una carta de amor, de amor a Lisboa. Decidí compartirla con mis lectores y amigos haciéndola pública otra vez, ahora en la página infinita de Internet y con esta carta inaugurar mi espacio personal en este blog.
Palabras para una ciudad
Tiempos hubo en que Lisboa no tenía ese nombre. La llamaban Olisipo cuando llegaron los romanos, Olissibona cuando la tomaron los moros, aunque acabó siendo Aschbouna, tal vez porque no supieran pronunciar la bárbara palabra. Cuando, en 1147, después de un cerco de tres meses, los moros fueron vencidos, el nombre de la ciudad no cambió de una hora para otra: si aquel que iba a ser nuestro primer rey le mandó una carta a la familia anunciando la gesta, escribiría con toda probabilidad en el encabezamiento Aschbouna, 24 de octubre, o Olissibona, pero nunca Lisboa. ¿Cuándo comenzó Lisboa a ser Lisboa de hecho y de derecho? Por lo menos tuvieron que pasar algunos años antes de que naciera el nuevo nombre, así como para que los conquistadores gallegos comenzaran a ser portugueses...
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