La editora sueca de Stieg Larsson le pidió que cambiara los nombres de los personajes reales que aparecían en la trilogía Millennium y éste aceptó, aunque mantuvo el de Kurdo Baksi: "Con Kurdo no hay problema, es como un hermano para mí". Kurdo Baksi es, pues, uno de los personajes de La reina en el palacio de las corrientes de aire y ayer, pocas horas antes de que Millennium 3 se pusiera a la venta y comenzara a arrasar en las librerías españolas, llegó, procedente de Estocolmo, a Barcelona. En el trayecto al hotel, Baksi nos revela aspectos desconocidos de la vida y de los métodos de trabajo de Larsson, así como algunos detalles acerca del (inacabado) cuarto volumen. Se hicieron amigos en 1992. Larsson trabajaba como diseñador en la agencia oficial de noticias sueca, al no haber sacado suficiente nota para ingresar en la facultad de Periodismo. "En 1995 me pidió ayuda económica para montar la revista Expo. Se la di". En 1999, Larsson perdió su empleo y con la indemnización se puso a escribir las novelas.
Baksi matiza que su afinidad ideológica con Larsson no era total: "Él era mucho más de izquierda, era un trotskista convencido. Solamente en los dos últimos años, cuando le salió barriga y empezaba a perder pelo, se hizo más socialdemócrata".
¿Era Larsson un workaholic?"Sí, dormía poquísimo, fumaba entre dos y cuatro paquetes diarios, se atiborraba de cafés con leche, comía comida basura, trabajaba en mil cosas a la vez. Hizo todo lo posible por morir joven. Le recuerdo escribiendo sus novelas... ¡todas a la vez! Planeó un total de diez libros e iba escribiéndolos simultáneamente. Tenía el ordenador abierto con cinco documentos y me decía: ´¿Ves? Cada uno de estos es una novela´. Primero redactó la historia de los Vanger pero no quedó satisfecho y la destruyó. Destruyó dos o tres libros para volver a escribirlos mejor". "Toda la idea de Millennium - recuerda-le vino a raíz de unas flores, esas flores secas que cada año recibe un personaje. Luego nació el personaje de Lisbeth Salander y, en una tercera fase, apareció Mikael Blomkvist, su álter ego". Sobre el famoso cuarto volumen, Baksi no quiere hablar demasiado aunque aclara que "no es el cuarto libro... ¡es el quinto! El cuarto no le gustó y lo destruyó. Las 300 páginas que hay del llamado cuarto son en realidad el quinto". Y confirma la veracidad de las informaciones publicadas en Suecia, según las cuales la trama sucede en el extranjero. Lo más importante es que... Lisbeth Salander habría engordado, por una bulimia. Habría mucho de París y algo de las mujeres muertas de Ciudad Juárez. Y Blomkvist aparece investigando la desaparición de unos DVD que implican a estructuras delictivas de Francia, Suecia y México.
¿Sospechaba Larsson que triunfaría? "Sí, sabía que triunfaría, pero él pensaba que sólo en Escandinavia. Amíme decía: ´Voy a ser el escritor más conocido de Suecia´, y yo creía que estaba chiflado, lo veía como un pardillo en el mundo editorial. Piense que yo le había editado sus libros sobre la extrema derecha, y nunca conseguí vender más de mil ejemplares". Finalmente, Baksi revela también una curiosidad: Larsson le hizo mucho tiempo de negro, le escribía artículos que él firmaba, a veces sin leerlos. "Una vez me encargaron un artículo sobre la monarquía, yo simplemente le dije: ´Decí algo sobre que los reyes suecos son en realidad emigrantes´. Le gustó la idea e investigó sobre la familia del rey, que venía de Francia, y la de la reina, de Brasil. Era un texto tan bueno que me dieron un premio de 3.000 euros. Le di la mitad".
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