31.1.10

Muere Tomás Eloy Martínez


El periodista, el guionista, el escritor.


Conocí la literatura de Tomás Eloy Martinez por su libro El vuelo de la reina, premio Alfaguara de novela en 2002. Desde allí, leí dos libros más del argentino: Santa Evita y El cantor de tango, aunque ésta última no la finalicé del todo, no recuerdo bien porqué. Murió después de un penoso cáncer por el luchaba ya hace varios años. Un fuerte abrazo de condolencias para Ezequiel Martínez, hijo del escritor. Lo comentan así en El País:

El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez falleció este domingo a los 75 años tras una larga lucha contra el cáncer. Nacido en 1934 en la localidad de San Miguel de Tucumán, colaboraba como columnista habitual en EL PAÍS y otros diarios como La Nación y The New York Times, así como en diversos medios impresos de su país como los semanarios Panorama y Primera Plana. En 2009 EL PAÍS le otorgó el premio Ortega y Gasset de periodismo a toda su trayectoria profesional, a cuya entrega no pudo acudir por prescripción de sus médicos.

Eloy Martínez, que empezó como corrector de pruebas en el diario La Gaceta, en su ciudad natal, Tucumán, abrazó el periodismo con pasión en unos años en los que "la imaginación estaba prohibida". Por eso combinó la profesión de reportero con la literatura. "Como informar con llaneza y alinear los hechos en un orden militar era para mí empobrecerlos y deslucirlos, lo que hice fue narrarlos", escribió en la nota que envió a la entrega de los premios Ortega y Gasset, en la que quiso recordar también que "el periodismo es, ante todo, un acto de servicio". "Ser periodista significa ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, también ser otro", remarcó.

En los años setenta fue amenazado en Argentina por la organización terrorista de ultraderecha La triple A, por lo que tuvo que exiliarse a Caracas, donde residió entre 1975 y 1983 y fundó otro rotativo, El Diario. En 1991 participó en la creación del periódico Siglo XXI en Guadalajara (México) y del suplemento Primer Plano en Página 12. También fue profesor en la universidad Rutgerts de Nueva Jersey, a cargo de un programa de Estudios Latinoamericanos, y tuvo un papel central en la creación de la fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por su amigo Gabriel García Márquez, premio Nobel colombiano.

Además de extraordinario periodista, Eloy Martínez fue también un reconocido escritor. Son suyos títulos como La pasión según Trelew, que estuvo prohibido durante la dictadura de Varela, y Santa Evita, la novela argentina más traducida de todos los tiempos. Por otra novela, El vuelo de la reina, ganó en 2002 el premio Alfaguara de novela. También fue autor de diversos ensayos y guiones de cine.


Vallejo boliviano


Vallejo.


El mejor poeta latinoamericano de todos los tiempos, César Vallejo, será publicado en las lenguas indígenas Aimara y Quechua. Qué viva Bolivia, Qué viva Perú. Aquí la nota, reseñada en la Revista Ñ:

Algunos de los más famosos poemas de César Vallejo se podrán leer en aimara, una de las lenguas indígenas del altiplano andino, gracias a una publicación editada en Bolivia que incluye doce composiciones del autor peruano también en quechua y en castellano.

César Vallejo. Doce poemas es el título del poemario trilingüe editado por iniciativa de la embajada de Perú en Bolivia, que será presentado públicamente hoy, según informaron fuentes de esa legación diplomática.

La traducción al aimara de los poemas de César Vallejo (Perú 1892-Francia 1938) es obra del profesor Vitaliano Huanca, coordinador del Programa de Capacitación en Idiomas Oficiales de la Escuela de Gestión Pública Plurinacional de Bolivia.

El embajador peruano en Bolivia, Fernando Rojas, explicó hoy a Efe que no se tiene conocimiento de anteriores traducciones al aimara de la obra de Vallejo por lo que podría ser el primer trabajo en este sentido.

La traducción al quechua de estos poemas estuvo a cargo del profesor peruano Demetrio Túpac Yupanqui, director de la academia Yachay Wasi de Lima.

Entre los poemas de César Vallejo compilados en este libro figuran "Los heraldos negros" y el famoso "Piedra blanca sobre una piedra negra", que comienza con los casi proféticos versos "Me moriré en París con aguacero,/ un día del cual tengo ya el recuerdo".

La idea de elaborar este poemario trilingüe fue del embajador Fernando Rojas, con el propósito de fomentar la integración entre Bolivia y Perú y rendir un homenaje a uno de los autores peruanos más reconocidos internacionalmente.

Las ilustraciones que acompañan los poemas de Vallejo son fruto de un concurso de dibujo, que fue organizado por la embajada el año pasado y en el que participaron estudiantes de los principales centros de enseñanza artística de La Paz, en Bolivia, y de Puno, en Perú. Además, la portada del poemario es obra del pintor y antropólogo boliviano Edgar Arandia, actual director del Museo Nacional de Arte del país suramericano.

Los 500 ejemplares editados del nuevo poemario se distribuirán de forma gratuita en bibliotecas nacionales, regionales y provinciales de colegios y universidades de Perú y Bolivia.

La presentación de César Vallejo. Doce poemas coincidirá con el acto de despedida del embajador Fernando Rojas, que concluirá en los próximos días su misión diplomática en Bolivia para asumir la representación de su país ante los organismos internacionales de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza).

Benedetto, premio Casa de las Américas 2010


Bruno Di Benedetto, ganador con el poemario Crónicas de muertes dudosas.


Más de 430 obras de 22 países participaron en el concurso de Casa de las Américas, fundada hace 50 años y a la cual han estado vinculados intelectuales y artistas de gran renombre de América Latina como el uruguayo Mario Benedetti y el colombiano Gabriel García Márquez.

Bruno Di Benedetto triunfó con su poemario Crónicas de muertes dudosas, destacado en el acta como "un libro unitario de excelente factura, en el que habitan el lirismo, la investigación y un llamativo sentido del humor". Apasionado lector de Borges y de los poetas surrealistas franceses (Bretón, Eluard, Artaud), coordina, hace más de doce años, el Taller Municipal de Expresión escrita para jóvenes y adultos en Puerto Madryn, donde vive desde 1979.

En literatura caribeña en inglés o creole fue laureada Jennifer Rahim con Approaching sabbaths; en tanto que el investigador cubano Sergio Guerra ganó el Premio Extraordinario Bicentenario de la Emancipación Hispanoamericana, convocado por primera vez.

En teatro, la salvadoreña Jorgelina Cerritos ganó por unanimidad con Al otro lado del mar, una "profunda e inteligente reflexión sobre la condición humana, en la que destacan la destreza del diálogo y la limpieza de la estructura dramática", comentó el jurado.

La brasileña Nélida Piñón obtuvo por mayoría el premio dedicado a la literatura de su país Con Aprendiz de Homero. El jurado elogió su defensa radical del arte de crear en portugués valores y procesos universales.

Chaplin vs. Salinger


Charles Chaplin.


En el periódico ABC de España comentan que Chaplin le robó la novia al joven Salinger. Será por eso que J.D se confinó. Digo. Aquí la nota:

El primer amor del novelista J.D. Salinger, fallecido este jueves en su casa de New Hampshire (EEUU), fue Ooona O'Neill, hija del famoso dramaturgo norteamericano Eugene O'Neill, pero se la quitó el actor Charlie Chaplin.
Según cuenta el biógrafo de Salinger, Kenneth Slawenski, en su libro "A Life Raised High" (Ed. Pomona), la ruptura de Oona con Salinger y su unión con el gran cómico británico fue "la gran tragedia romántica de la vida del primero".
"No había forma de escapar de aquello: las portadas de los periódicos llevaban fotos de Chaplin cuando le tomaban las huellas dactilares en un juicio por paternidad", escribe Slawenski en su biografía, de la que hoy publica extractos el diario The Times.
La trampa del actor"Los periódicos publicaban también artículos en los que se acusaba al actor de haberle tendido una trampa a la joven e inocente hija del dramaturgo favorito de América en un diabólico acto de trata de blancas", agrega. "El episodio fue también públicamente humillante para Salinger. Todo el mundo sabía cuáles eran sus sentimientos hacia O'Neill. Los compañeros del Ejército a los que había mostrado orgulloso las fotos de Oona ahora le compadecían", escribe el biógrafo.
A pesar de todo, agrega, "el orgullo y la tenacidad de Salinger impidieron que se lamentara en público. Por el contrario, o hizo caso omiso de lo ocurrido o fingió una indiferencia estoica". "Aparte de quejarse de incesantes aunque leves problemas de salud, Salinger evitó mostrar cualquier signo de resentimiento. No fue hasta julio de aquel año (1941) cuando finalmente reconoció que odiaba a Chaplin", cuenta Slawenski del autor de "El Guardián entre el Centeno".

El Tercer Reich


Bolaño difuso.


La editorial Anagrama pondrá en las librerías, el próximo día 4 de febrero, una novela inédita y primeriza de Roberto Bolaño, «El Tercer Reich», ambientada en la Costa Brava donde el autor chileno navega por los límites de la realidad, los juegos de guerra y la ficción.
Bolaño terminó de escribir «El Tercer Reich» en 1989 y la guardó en un cajón, mecanografiada. Salió a la luz en la Feria de Francfort 2008 de la mano del agente literario, Andrew Wylie, alias «El Chacal», quien gestiona los derechos de Bolaño para sus herederos.
Jorge Herralde, fundador y director de Anagrama consiguió los derechos para completar su particular «biblioteca Bolaño». Herralde presume de que toda la obra del Bolaño novelista y cuentista está actualmente en su editorial: once novelas y cuatro libros de relatos, además de algunos ensayos, discursos o su faceta poética.
«El Tercer Reich» está escrito en forma de diario y su protagonista es un joven alemán, Udo Berger, a quien la vida parece sonreirle. Nazismo, juegos, y sexo son los temas principales de esta «novela primeriza, que no de principiante», según precisó el crítico y escritor Ignacio Echevarría.

29.1.10

Poema del Viernes # 3


Sylvia Plath. (Boston, 1932 - Londres, 1963)


Amo a Sylvia. Amo su poesía, su extrema carencia de amor. Amo su cabellera teñida de negro, como para ocultar en sí misma tanta belleza. Amo su estatura de 1.70 m, amo su risa de otoño. Amo la extrañeza con que sintió el mundo destartalado que llevamos dentro. Amo a Sylvia Plath. Este es el último poema escrito por ella, cinco días antes de su suicidio.


ABISMO

La mujer es perfecta.
Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de ser real;

la apariencia de una necesidad
fluye por lo pergaminos de la vida:
sus pies desnudos parecen decir:
hasta aquí hemos llegado, se acabó.

Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
una jarra de leche, ahora vacía.

La mujer los ha plegado de nuevo hacia su cuerpo;
así los pétalos de una rosa cerrada, cuando el jardín
se envara y los olores sangran
de las gargantas profundas de la flor en la noche.

La luna no debe entristecerse,
está acostumbrada a este tipo de cosas.

Todo crepita, todo se arrastra, todo se muere.

El paciente inglés


Ondaatje.

El canadiense Michael Ondaatje es uno de los invitados principal en el Hay. Reconocido mundialmente por la novela El paciente inglés. Luis Fernando Charry hace un perfil del escritor en la revista Cambio:

Algunos novelistas vienen de la poesía. Y tal vez está bien que así sea. En el caso de Michael Ondaatje (nacido en Sri Lanka en 1943, pero canadiense por adopción), la inclinación poética es inocultable: sus tres primeros libros -Los monstruos cotidianos (1967), El hombre con siete dedos en los pies (1969) y La rata (1973)- son de poesía y fueron elogiados en su momento por la crítica. Este influjo poético se extiende hasta sus obras de ficción, donde las representaciones visuales (que tienen cierto aire del surrealismo) se mezclan con una prosa cuidada, llena de sutilezas. Entre sus novelas más representativas se encuentran En la piel de un león (1987), El fantasma de Anil (2000) y Divisadero (2007). En esta última, que abarca más de cien años, sobresalen algunas viejas obsesiones del autor: la cultura norteamericana, el desarraigo geográfico y la pericia para entrelazar diversas historias.

Desde luego, en este repaso bibliográfico no podemos olvidar El paciente inglés (ganadora del prestigioso Booker Prize de 1992). En el prólogo a la edición conmemorativa del libro, el director de cine Anthony Minghella, cuya adaptación fue premiada con nueve Óscares, señaló: "Es un poema disfrazado de novela. Te arrastra a sus misterios y obsesiones, te hace señas con sus hechizos y elipsis, su extraña arquitectura, su formalidad y su astuto humor. Y entonces te rompe el corazón. La estructura de esta novela nos recuerda que la historia -tanto la pública como la privada- es un mosaico, y que los artistas se encargan de unir sus fragmentos para sugerir patrones y significados, para ayudarnos a encontrar el sentido de nosotros mismos". A partir del éxito de la película, Ondaatje ha obtenido un mayor reconocimiento internacional y su nombre, junto con figuras de la talla de John Banville o Martin Amis, ha sido frecuentemente citado a la hora de hablar de los grandes renovadores de la novela inglesa.

28.1.10

Ha muerto J.D.Salinger


J.D. Salinger.

Adiós al inmortal. Adiós al que no se esperaba que muriera nunca. Adiós a Salinger. J.D. ha muerto a los 91 años. Así lo reporta el diario El país:

Un personaje misterioso, esquivo con los medios de comunicación, del que apenas se conocen imágenes. Jerome David Salinger, autor de El guardián entre el centeno (1951), una novela que ha marcado a miles de jóvenes de todo el mundo, ha fallecido hoy a los 91 años en New Hampshire (EE UU). El diario The New York Times, el primero en dar la noticia, lo califica de "recluso literario".

El explícito paso de la infancia a la vida adulta, la pérdida de la inocencia por parte de Holden Caulfield, protagonista de El guardián entre el centeno, ha cautivado a generaciones de lectores identificados con el personaje. Todavía es una novela que vende a cientos de mile. Se calcula que de El guardián entre el centeno se han vendido 35 millones de euros. Quizá parte de la fascinación sobre esta obra se deba también al halo de misterio que ha rodeado a su autor. Una de las pocas imágenes que de él se conservan lo muestran en actitud amenazante contra el fotógrafo. Huyó de los focos y del ruido mediático (sólo concedió una entrevista en 1974, a The New York Times, para defender su vida privada).

Salinger vivió su infancia en Park Avenue (una zona bien de Nueva York) junto a su hermana, Doris. Su padre, empresario de alimentación, era judío; su madre, de origen irlandés. Tras recibir formación militar en una academia de Pensilvania, y sin sobresalir en los estudios, viajó a Europa: París, Londres, Varsovia... Comenzó a hacer sus pinitos en la literatura, pero sus cuentos no encontraban quien los publicara.

Luchó como voluntario en la Segunda Guerra Mundial. Desembarcó en Normandía. Antes de partir al frente dejó un relato a The New Yorker (su revista de referencia, que hoy publica en versión digital todas sus colaboraciones ). No sería publicado hasta acabada la contienda, en 1946. Sus cuentos alcanzaron gran fama, al punto de que menudearon las ediciones ilegales.

The New York Times recuerda que en 1960, en la cima de su fama, Salinger decidió apartarse del mundo. Se mudo a Cornish (New Hampshire) he hizo de su casa una suerte fortaleza inexpugnable. Todavía tres obras suyas verían la luz: Franny and Zooey (Franny y Zooey) (1961) y Raise High the Roof Beam, Carpenters and Seymour: An Introduction (1963) (Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción). Su última pieza publicada fue Hapworth 16, 1924, un cuento corto que llenó las páginas de The New Yorker en junio de 1965.

Contra las ediciones ilegales y contra lo que él consideraba invasiones a su intimidad, Salinger y sus abogados lanzaron numerosas querellas. La última, en julio de 2009, que prohíbe la publicación del libro de un autor sueco cuyo protagonista es un Holden Caulfield septuagenario.

En 2000 su hija, Margaret, publicó unas memorias tituladas Dream Catcher (El guardián de los sueños), que permitió a sus incondicionales descubrir algo más de la vida privada de Salinger: allí se retrata a un hombre que vivía en semirreclusión, consagrado a su obra y tiránico con sus familiares. Margaret llega incluso a decir que abusó de su segunda mujer, Claire Douglas, a la que mantuvo como una "virtual prisionera".

Villoro, Premio Rey de España


Villoro.

El escritor mexicano se llevó el Premio a mejor reportaje. Uno más en su haber. Quizá el más importante, junto al Herralde de Novela, por El testigo. Ah, se me olvidaba. También ganó Manuel Saldarriaga, del diario El colombiano, a mejor Fotografía:


Colombia, Eliane Brum, de Brasil, María Arce y Paula Mercedes Lugones, de Argentina, junto al escritor mexicano Juan Villoro fueron distinguidos hoy con los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España en su XXVII edición.

Los españoles Juan José Millás, Nieves Concostrina, Antonio Parreño y Rosa de Santos fueron también merecedores de estos premios, que convocan anualmente la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Agencia Efe.

Juan Villoro recibió el Premio en la categoría Iberoamericano por su reportaje "La alfombra roja, el imperio del narcoterrorismo", publicado en el diario español "El Periódico de Catalunya", el 1 de febrero de 2009, en el que trata la cultura en torno al narcotráfico en México.

El jurado destacó "la calidad de la escritura, el rigor del reportaje, la clarividencia en la elección del tema y las múltiples perspectivas (plásticas, musicales, literarias, políticas y sociológicas) desde las cuales el autor ha analizado una realidad tan poliédrica como el narcotráfico".

El galardón de Fotografía fue para el reportero gráfico colombiano Manuel Salvador Saldarriaga Quintero, de 40 años, por una imagen publicada en el diario de Medellín "El Colombiano", el 12 de abril de 2009.

La imagen premiada, titulada "Inocencia en medio de la coca", forma parte de un trabajo foto-periodístico en el que muestra los niños que nacen en las regiones cocaleras, "ajenos a las mafias y al conflicto" que les rodea.

El jurado valoró "la coincidencia de dos elementos: la edad de los protagonistas, que juegan ajenos al contexto de crimen y delincuencia donde fue captada la imagen, y el menor que cubre su rostro con hojas de coca, mostrando y ocultando al mismo tiempo las dos caras de la realidad de las zonas que padecen el narcotráfico, en contraste con las normas de la prensa del primer mundo, que obligan a pixelar los rostros de los menores".

La periodista brasileña Eliane Brum se hizo con el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, en la modalidad de Prensa, por un reportaje sobre el crecimiento del islam entre la población negra de Brasil.

Bajo el título "O isla dos manos", el trabajo fue publicado en la revista "Época", de Sao Paulo, el 2 de febrero de 2009.

Brum investiga la expansión del islam en los núcleos de población negra de Brasil, aunque su análisis se centra especialmente en Sao Paulo, una de las ciudades más grandes del planeta.

El jurado destacó la originalidad y la oportunidad del reportaje porque "demuestra que las nuevas tendencias religiosas en América Latina no se limitan a la expansión de sectas evangélicas".

También un original trabajo sobre diversas facetas cotidianas de la crisis económica en Estados Unidos les valió el Premio Internacional Rey de España, en la categoría de Periodismo Digital, a las argentinas María Arce y Paula Mercedes Lugo.

El reportaje fue publicado bajo el título "Ruta 66, el largo camino hacia la Casa Blanca" en la edición digital del diario argentino "Clarín" (clarin.com), el 10 de octubre de 2008.

La Ruta 66, con casi 4.000 kilómetros de extensión, recorre Estados Unidos de costa a costa y conecta ocho estados.

En este periplo las autoras retratan cómo vivían y pensaban los ciudadanos de la "América profunda" en el umbral de las elecciones presidenciales estadounidenses del 4 de noviembre de 2008 y su relación con el "fenómeno" Obama.

El despliegue de las reporteras por "la vasta geografía de Estados Unidos", fue tenido en cuenta por el jurado, que también valoró las entrevistas a personajes variados de la sociedad americana "que transformaron con su voto el paisaje sociopolítico de ese país".

En esta XXVII edición el jurado de los premios estuvo encabezado por la Secretaria de Estado española de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez, y el presidente de la Agencia Efe, Álex Grijelmo.

Los galardones serán entregados en Madrid, en una fecha todavía por determinar, por el Rey Juan Carlos I.

A los galardones podían optar periodistas de los países iberoamericanos, de EEUU, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Israel y Marruecos.

Vicent


Manuel Vicent

Manuel Vicent ya se encuentra en el Hay Festival. Lleva, entre otras cosas, su más reciente libro de perfiles de escritores, a la manera de Juan Gabriel Vásquez o el mismo Coetzee. Comentan en El País sobre su obra:

Periodismo y literatura vuelven a confundirse en su último libro, Póquer de ases: un recorrido por la literatura del siglo XX a través de semblanzas de escritores, que han ido apareciendo en Babelia bajo el nombre de 'Daguerrotipos'. El libro podría haberse titulado: 31 + 1, pues en el retrato de los 31 autores elegidos se halla el retrato del propio Vicent. La influencia que sobre él ejerció Camus: "En sus páginas descubrí que el Mediterráneo no era un mar, sino una pulsión espiritual, casi física, la misma que yo sentía sin darle nombre: el placer contra el destino aciago, la moral sin culpa y la inocencia sin ningún dios". El hallazgo en Gide de la esencia de la literatura: "La máxima profundidad del ser humano está en la piel, en la belleza de los cuerpos jóvenes, en el nudo de los sentidos que componen el alma". Y así va dibujando Vicent su propia biografía literaria: filias y fobias, nostalgias y recelos. También una encantadora coquetería, como cuando le comenta a Bioy que, a cierta edad, las mujeres te miran y ya no te ven. El argentino, que entonces tenía 83 años, confiesa que también ha experimentado esa sensación. "¿Cuándo?", le pregunta Vicent. Bioy contesta escuetamente: "Hace tres años".

Hay en esas páginas muchos escritores en lengua inglesa, un homenaje a Rafael Azcona -"proteína pura"-, pocas mujeres -Dorothy Parker, Virginia Woolf, Gertrude Stein-, algunas ausencias: "Me han faltado Pavese, Calvino y Bernhard". Hay también curiosidades -cuenta, por ejemplo, que un ciclista inspiró el famoso Godot de Samuel Beckett-, una buena dosis de tragedia, muchas borracheras. "El cannabis no ha dado grandes obras. Sin embargo, el alcohol es muy literario y cada literatura tiene una clase de alcohol". Chatos de vino, por ejemplo, para Azcona, Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa o Fernández-Santos. Gin-tonics y whisky para Benet. Y absenta, calvados y cazalla para los jóvenes poetas.

En Póquer de ases se concentra la visión vicentiana de la literatura moderna. "A partir de Joyce, Kafka y Proust no hay nada, sino vacío, abismo. Existen, por supuesto, grandes novelas, pero no aportan nada socialmente como forma de entender el mundo. Quizá la excepción sea el realismo mágico, pero lo que así se ha denominado ya estaba en Homero. Es el periodismo el que se alza como una forma nueva. La materia orgánica de la que se alimenta la literatura actual es el detritus que va dejando la historia en el papel amarillo de los periódicos. El arte nace siempre de una fermentación, igual que una semilla se pudre para renacer. La mirada del creador transforma esa putrefacción en arte".

Vicent publicó su primer libro a los 28 años, una edad que él considera límite para ser poeta y demasiado temprana para ser novelista. "Ahora mismo, con 63, me hubiera gustado publicar a partir de los 40. La edad de un novelista es de los 45 a los 65". La fortuna, que no entiende de edades, le ha bendecido con premios literarios y periodísticos, le ha librado del hastío y le ha regalado inquietud suficiente para que el oficio no mate a la vocación. "A lo largo del tiempo adquieres un estilo, un territorio, te apropias de unas palabras. Pero si el oficio puede a la capacidad de sorpresa, de curiosidad, de esfuerzo..., estás muerto. La muerte del arte es el manierismo, la repetición de un éxito, de una fórmula. Escribir me da la satisfacción de estar vivo. La creación es un momento erótico. Y en periodismo encuentro placer en el matiz: contar un hecho cotidiano y al final de la narración mover el espejo para que el lector lo contemple desde otro punto de vista. Cambiar el sentido de la realidad. Yo no lo paso bien escribiendo, pero es una satisfacción dejar de escribir por haber escrito".

Tiene entre manos nueva novela e ideas muy claras sobre su futuro. "Para empezar, no quiero conocer a más gente que la que he conocido. Tampoco quiero perder el tiempo. He frecuentado muchas tertulias y me he divertido, pero ya no voy a regalar ni media hora de mi vida a un idiota. Quiero disfrutar de la vida como espectáculo. Desde adolescente me he reprochado mi actitud contemplativa: no haberme comprometido, no haber arriesgado... Pero ahora me parece fenomenal. Incluso quisiera ver el fin de los tiempos tomándome una horchata. Y en el Juicio Final, ante las puertas doradas de Jerusalén, si hay infierno y van mis amigos: yo para abajo. Si el cielo es oír el bolero de Ravel comiendo mazapán: yo para abajo". Vicent ve aproximarse a un amigo que acude a recogerle y, previendo el futuro, se ríe: "Espero que en el infierno haya palmeras".

¿Hemos llegado al final? ¿Y la posteridad? En el capítulo dedicado a Lampedusa, al hablar del éxito póstumo de El Gatopardo, Vicent describe su idea de la misma: "Escribir una sola novela, irse al otro mundo sin conseguir publicarla, ahorrarse la neurosis de las ventas y pasar a la posteridad juntos el libro y tu alma, en eso consiste la verdadera gloria sin aditamentos impuros". ¿Con qué obras le gustaría que sobreviviera su alma? Vicent lanza al aire la moneda de la escritura y contesta: "La novela Contra Paraíso y el artículo No ponga tus sucias manos sobre Mozart". "¡Venga, Manuel! ¡Que llegamos tarde a la comida!", le urge el amigo. Vicent se levanta y añade antes de irse: "Pero la posteridad no me interesa. Para mí está troceada en fines de semana buenos".

Haití, por René Depestre


Depestre.

Como todos, Repestre anda contrariado por lo ocurrido en su país. Aquí un ensayo del más grande escritor haitiano hoy día, a propósito del terremoto:

El terremoto ha sido una catástrofe de dimensiones trágicas. Haití, por su estructura, por la falta de un estado de derecho, por todas sus infinitas carencias, no estaba preparada de ninguna manera para enfrentarse a tal calamidad. He podido contactar gracias a Internet con amigos y familiares. La Red ha desempeñado un papel fundamental porque por teléfono resultaba imposible hablar. He podido saber de mi hermano, que se ha salvado, así como los otros miembros de mi familia, pero grandes amigos han fallecido, como el escritor e intelectual George Anglade, que ha muerto junto a su mujer.

Pero quizás, aunque sea terrible decirlo, los haitianos nos hallamos ante la oportunidad de levantarnos. Haití ha sido a lo largo de su terrible historia víctima de un terremoto permanente. Es una de las sociedades del mundo que más duras pruebas ha sufrido. Y es que, si bien fue, en 1804, el primer país colonizado que se rebeló contra la dominación francesa, no es menos cierto que hizo una entrada falsa en la historia. En lugar de defender los grandes ideales de la Revolución francesa, como el de un nuevo Estado nacional, se perdió en la problemática racial, en los conflictos entre negros, mulatos, etc., lo que perjudicó su desarrollo. Es cierto que las potencias europeas, desde el Congreso de Viena de 1815, le impusieron un cordón sanitario e hicieron lo imposible para impedir su crecimiento, pero no deberíamos servirnos de ningún chivo expiatorio. Somos responsables de nuestras desdichas, porque hubiéramos podido beneficiarnos de una soberanía temprana y no hicimos nada por la escolarización del pueblo, por constituir un Estado democrático...

Y paradójicamente, Haití no es hoy una nación Estado propiamente dicha, pero sí es una nación cultural. Mientras que ni el Estado ni una verdadera sociedad civil se han desarrollado nunca, sí lo hicieron la cultura, la pintura, la música, la literatura. Hay una conciencia cultural y no se puede decir, sin embargo, que exista una conciencia nacional. Es un fenómeno sui generis, excepcional, el de la cultura haitiana. No se encuentra ni en áfrica, ni en el sureste asiático ni en otros lugares del tercer mundo una sociedad comparable en cuanto a su evolución y desarrollo. Hoy en día contamos con fantásticos escritores como Daniel Laferriere, Lyonel Trouillot, Jean Métellus o Frankétienne. Grandes poetas, novelistas, ensayistas,marcados unos por el exilio y otros por el extraordinario imaginario colonial: la plantación, los esclavos, su revuelta. Es cierto que hay un gran analfabetismo pero no es un país inculto. Mi propia vida puede ilustrarlo.

Decidí que era poeta a los 15 años. Nací en un pueblo cerca del mar en una familia muy interesada por la literatura. Leí mucho desde muy joven. Conocí a Alejo Carpentier, a Nicolás Guillén, a André Bretón... Publiqué mi primer libro a los 19 años. Tuvo un cierto éxito que me permitió viajar a París. Prueba de la agitada vida cultural de Haití fue lo que ocurrió durante la visita de Breton a Puerto Príncipe en 1945. Aprovechamos para publicar en la revista de vanguardia Ruche, que había fundado ese mismo año con mis amigos Baker, Alexis y Gerald Bloncourt, un especial de homenaje al surrealismo. El número causó un escándalo tremendo, fue censurado, los estudiantes se sublevaron y tuvo lugar un auténtico despertar político. Breton fue expulsado y nosotros, encarcelados.

El exilio
Tuve que exiliarme entonces a París, donde el propio Breton me ayudó a conseguir una beca universitaria. Después fui nuevamente expulsado de Francia en 1952 por mi actividad en el movimiento anticolonialista de la Negritud. Fue aquella aventura una tentativa para los negros de diferenciarse y adquirir su identidad tras el fin de la colonización francesa. Supuso también una forma de rebeldía contra el colonialismo que dio lugar a obras maestras fundamentales de la literatura como el Cuaderno de Regreso al país natal, de Aimé Césaire.

Más tarde, en 1956, por primera vez los negros tuvimos acceso a la Sorbona en el Primer Congreso Mundial de Escritores Negros en el que participaron norteamericanos, caribeños, africanos, suramericanos... Allí todos profundizamos juntos en el papel de los negros tras salir de la plantación y la esclavitud en la formación de culturas nuevas en Brasil, Venezuela, Cuba, Haití... Hoy en día todo ha cambiado, el factor racial posee menos importancia y la llegada de Obama abre definitivamente una nueva época.

Tras la expulsión de Francia viví en Chile, Argentina y Brasil. Fui secretario de Pablo Neruda y conocí a Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Jorge Amado, Vinicius de Moraes. ¿Mis influencias literarias? Los poetas españoles que Neruda me descubrió, Machado, García Lorca, Aleixandre. Y Carpentier, Miguel ángel Asturias, Gabriel García Márquez, el realismo mágico... En 1959 llegué a Cuba invitado por el Ché Guevara y allí me quedé casi veinte años. Fui muy afín a la Revolución. Hasta que la relación de los intelectuales con el poder se hizo insostenible. El Régimen comenzó a apretar en los años 70, desapareció por completo la libertad de expresión y creación. Y rompí entonces con el gobierno cubano.

El desencadenante final fue el affaire Padilla. Fui de los pocos intelectuales presentes en La Habana que se solidarizó con Heberto Padilla la misma noche de la acción contra él. Fui apartado de todo y marginado, sin trabajo, sin nada, hasta que pude marchar a París a trabajar en la UNESCO. Y me despedí definitivamente del comunismo y de la extrema izquierda. Mis ojos hoy en Latinoamérica están más puestos en Lula que en Chávez. Lo que ocurre en Brasil me parece mucho más importante y esperanzador.

Regreso a Haití. Deseo fervientemente que tras esta desdicha llegue una nueva época para el país. Haití es un país de jóvenes dispuestos a luchar a pesar de todas sus carencias. Hay además una clase intelectual potente que puede tomar las riendas. Soy optimista respecto a la posibilidad de salir de la tragedia sin fin que hemos conocido y que nos sitúa hoy en una encrucijada definitiva. No se presentará otra. Con la globalización tecnológica y financiera tiene lugar un cambio en la percepción del mundo actual, se está creando una idea de la Tierra concebida como Tierra patria. Entramos en una época donde la solidaridad debe tomar una nueva dimensión, una dimensión sin precedentes.

Haití es un país de un gran imaginario cultural, y es lo que va a salvarlo. Es el momento de inventar un país mejor.

Entrevista a Kensaburo


Oe.

Y mientras le sigo haciendo cambios al blog mediante HTML - se me salió el ingeniero que llevo dentro - les dejo aquí una entrevista que le realiza el diario El país de España a Kensaburo Oe, este sí, un gran Premio Nóbel:
Justificar a ambos lados
Buenas tardes, sensei". "Buenas tardes", responde en castellano Kenzaburo Oé (Ôse, 1935) a la entrada de su casa en Tokio. Dentro nos reciben con ternura su mujer, Yukari, y el primogénito de ambos, Hikari, compositor de renombre con discapacidad intelectual. Este hogar alberga buena parte del material físico y emocional que ha alimentado las novelas del premio Nobel de Literatura en 1994. Y es aquí donde nos recibe Kenzaburo Oé, aprovechando la publicación en castellano de su novela Renacimiento (Seix Barral). La obra, estupendamente acogida en Japón cuando se publicó en 2000, se centra en la relación entre Oé y su cuñado Yuzo Itami, actor y director de brillantes filmes como Tampopo, El funeral o Marusa no Onna, que se suicidó en 1997. Oé vuelve a mezclar realidad y ficción para rasguñar la conciencia del lector y continuar reflexionando sobre la condición humana y varios de los temas que conforman el leitmotiv de su literatura; la incomprensión, la violencia, la identidad de la nación japonesa, sus años de juventud en un remoto valle de la isla de Shikoku.

... Renacimiento sirve además para perfilar la figura -poco conocida en el mundo hispanoparlante- de Juzo Itami, imprescindible cineasta cuya mirada humorística y emotiva desgranó como pocas han sabido los vicios y costumbres de Japón. Uno de sus filmes más conmovedores, Minbo no onna (1992), le costó una gravísima agresión -y continúas amenazas hasta el día de su muerte- por parte de miembros de la yakuza, molestos por el retrato que Itami hizo del crimen organizado nipón en la película. Oé desgrana en Renacimiento la historia que los une a ambos y el desgarro provocado por la súbita y poco aclarada desaparición de Itami y, ante todo, refleja la intachable dignidad de ambos creadores y de su entorno, atacados con virulencia desde hace años por las facciones más intolerantes del país. Esa misma resistencia, inquebrantable y pacífica, es la que Oé sigue desplegando con una sonrisa a sus 74 espléndidos años.

PREGUNTA.

Renacimiento es la primera novela de una trilogía que usted comenzó hace casi una década. ¿Qué van a encontrar los lectores españoles en este primer volumen?

RESPUESTA. Es una gran alegría que se publique en español. Es el segundo idioma al que se traduce, tras el alemán. La edición que ha hecho Seix Barral es estupenda, pero lo que más me gusta es que le hayan puesto el título de Renacimiento. Es el título que le hubiera querido poner, aunque el que tiene en japonés y en la traducción al inglés -que se publica en primavera- es Changeling.

P. Ese título viene dado por

Outside over there, un libro de Maurice Sendak que juega una parte importante en esta novela. ¿Por qué le ha gustado tanto un título que no guarda idéntica relación con el original?

R. Tengo un amigo al que conocí cuando tenía 16 años. En esa época yo quería estudiar matemáticas o física hasta que él me dijo: "Lo tuyo es la literatura. Y el cine, el dibujo, la música...". Él me inició en la creación artística, y eso me cambió para siempre. Este amigo se convirtió en una suerte de tutor y gracias a él conocí a la que ahora es mi esposa [Yukari Oé es hermana de Itami]. Más tarde, él se convirtió en un director de cine. Su nombre: Juzo Itami. Siempre hemos sido amigos y siempre he tenido una vida en pareja con esta persona.

P. De hecho, usted ha titulado esta trilogía como la de las "extrañas parejas".

R. Así es. En concreto parto de la idea de la seudopareja, un concepto que tomo prestado de un párrafo de El innombrable de Samuel Beckett. Itami y yo siempre hemos sido una pareja. Hasta que él se suicidó. Hasta entonces él vivía haciendo películas y yo publicando libros. Mi trabajo siempre ha tenido una faceta política y él nunca quiso saber nada de eso, así que llegó un momento en que ya no nos veíamos tan a menudo. Por eso cuando falleció empecé a recordar la juventud que vivimos juntos y a pensar en mi propia vida. Y aunque mi amigo no puede resucitar, lo que yo intentenacimiento. Y también el mío propio. Ése es el tema principal de esta obra. De ahí que me guste tanto el título en castellano. El día después de su muerte recibí un fax de Edward Said muy emotivo que me hizo pensar en todo esto. Más tarde leí el cuento de Sendak, y eso redondeó el punto de partida para Renacimiento.

P. Y

Renacimiento sería la primera de una serie de tres novelas.

R. En efecto. Y en todas ellas el protagonista es un escritor llamado Kogito. La segunda obra de la trilogía se podría traducir como El niño de la triste mirada. Hace referencia al "caballero de la triste figura", porque en este caso narra la relación de Kogito, literato y moralista japonés, con el Don Quijote de Cervantes. El ten Quijote de Cervantes. El tercero se llama Adiós a mis libros, un canto a esta vida dedicada a la literatura.

P.

Renacimiento es la primera en la que aparece su álter ego Kogito. ¿Por qué la referencia cartesiana?

R. En principio se trata de una broma. En la era de Meiji , mi bisabuelo fundó en mi aldea una escuela que aún existe. En la puerta principal colgaba un cartel en el que se leía "kogî", que viene a querer decir "la manera ortodoxa"; un concepto básico de la filosofía confucionista. El caso es que de niño me pusieron de apodo Kogî. Como no me gustaba, le dije a todo el mundo que me llamaran Kogito, por el Cogito ergo sum de Descartes. Empezando por eso, no hay duda de que el modelo de Kogito soy yo mismo.

P. ¿Y dónde termina Oé y empieza Kogito?

R. En la literatura moderna japonesa existe la llamada literatura watashi, la literatura del yo [watashi significa yo en japonés], en la que el autor habla de sí mismo y sólo de sí mismo. A grandes rasgos es algo como "yo soy así, en mi familia ocurrió esto, he tenido una aventura con esta geisha y fue asá...". Yo utilizo este modelo de watashi, pero en mi caso confluyen Kenzaburo Oé y Kogito. El modelo soy yo mismo y poco a poco voy introduciendo ficción. El resultado es que en todo Renacimiento no existe una sola línea en la que puedas decir "aquí termina Oé y aquí empieza Kogito". Ésta es una manera muy mía de escribir.

P. De todos sus

álter egos, Kogito es el que más se ha prodigado en sus novelas. ¿Es el que más se ha acabado desligando de Oé?

R. Así es. Y creo que esto se percibe aún más en mi último libro, que se acaba de publicar en Japón. El título en castellano sería algo así como Muerte por agua, y se inspira en el de la cuarta parte del poema de T. S. Eliot La tierra baldía. En esta novela ha llegado un momento en que ya no sabía si estaba escribiendo sobre mí o sobre Kogito. Muchos jóvenes me dicen que mis libros son mediocres porque no tienen un clímax final debido a que Kogito no mata a nadie, no huye etcétera. (Ríe). Claro, yo les respondo que Kogito, al igual que yo, tiene que escribir, tiene que subsistir pese a ser un personaje. Es complicado. De todas maneras, con Muerte por agua Oé ya ha terminado de decir todo lo que ha querido decir a través de ese moralista que es Kogito. Como escritor, echo un vistazo a mi vida y pienso que soy una especie de moralista, al igual que Don Quijote o Sancho Panza. Continuamente me pregunto por la condición humana. Y creo que Cervantes también lo hacía. Y aunque yo no puedo definirme como un moralista oficial, siempre quiero introducir en mis libros la figura de un moralista que padece la era contemporánea. Éste es el tema principal de toda mi literatura. Cuando empecé esta trilogía tenía más de 60 años. Por eso pensé escribir esta obra sobre mí mismo y sobre el tiempo que he vivido en este país que llaman Japón.

P. Siempre ha dicho que su literatura es un acto de redención, tanto personal como ante su país. ¿Aún cree necesaria una redención de Japón?

R. Este tema es más fundamental que nunca para mí. Sigo cuestionándome los problemas de esta sociedad y sigo dudando sobre si el rostro democrático de Japón es suficientemente sólido, pese a que han pasado más de sesenta años desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Muerte por agua trata este tema. En la novela aparecen Kogito y su padre, que es un militar que se suicida justo antes de que concluya la guerra porque es incapaz de aceptar la rendición. Hay que recordar que antes de 1945 Japón era una sociedad fascista en la que el emperador era un dios que ostentaba toda la soberanía. Mi padre falleció en una situación parecida y lo interesante es que han pasado ya más de 64 años desde aquello y en mi familia no se ha hablado nunca de él. Kogito, al que nadie nunca le ha hablado tampoco de su padre, descubre una caja en la que están el diario de su padre, sus libros, sus cartas... Y él, que también es escritor, decide escribir la historia de su padre. Mi padre no era militar, pero era un fascista. Él y sus amigos militares creían en la necesidad de que el ejército diera un golpe de Estado para evitar que se perdiera la guerra. Incluso hablaban de matar al emperador y de suicidarse ellos. Creían que matando a este dios, al emperador, habría un nuevo renacimiento del país. Un nuevo emperador, una nueva nación. Nunca hubo tal levantamiento y el padre de Kogito se acaba suicidando. Se adentra en el bosque y se ahoga en el río.

P. Lleva usted unos años inmerso en demandas que han interpuesto contra usted asociaciones nacionalistas y familiares de militares imperialistas.

P. Ahora estoy a la espera de que la corte suprema se pronuncie sobre uno de estos juicios. Me han demandado asociaciones de ultraderecha que pretenden modificar los libros de texto, obviando los crímenes del ejército imperialista. Argumentan que mi libro periodístico Okinawa Notes [1970, inédito en español] no tiene fundamento. En él describo cómo el ejército obligó a unos 700 ciudadanos de Okinawa, entre los que había mujeres, niños y ancianos, a quitarse la vida. Todo porque los civiles ayudaron a construir bases militares en la isla y el ejército tuvo miedo de que alguno de ellos fuera capturado por los estadounidenses y les pasara información. Todo esto aparecía en los libros de texto, pero hace unos años estos y otros párrafos sobre la actuación del ejército se empezaron a retirar con el visto bueno del Gobierno. Lo increíble es que si yo pierdo este juicio es muy posible que desaparezcan estos hechos de los libros y a los niños se les cuenten una historia muy diferente.

P. ¿Cree que se acabará por imponer este olvido?

R. No lo sé. Pero si se impone, será una amnesia inducida. Los gobiernos de Japón están invitando a la gente a que olvide. Lo malo es que la izquierda, que puede luchar contra ello, ahora es demasiado débil en este país.

P. ¿Cree entonces que Japón aún debe escoger plenamente su identidad?

R. Creo que estamos en un momento histórico peligroso y que Japón tiene que escoger un camino. Por eso me invade el miedo ahora que estoy al final de mi vida

... Pero es fantástico que un periódico como EL PAÍS venga a entrevistarme porque para mí es un momento muy simbólico; acaba de salir mi último libro en Japón y los lectores españoles van a poder leer Renacimiento.

P. Creo que ambas lecturas constituyen una gran apuesta por el espíritu democrático y por la tolerancia.

R. Aún estamos ante una de nuestras primeras ocasiones para demostrar que la identidad democrática es la que queremos, porque después de todo esa identidad nació apenas en la posguerra. Creo que si los japoneses consiguen proteger la actual constitución democrática y pacifista, esa identidad saldrá ganando. Su artículo 9 estipula el rechazo a tener fuerzas armadas y resulta fundamental para mantener este espíritu, aunque muchos políticos y ciudadanos apuesten por cambiarlo. Hace seis años yo fui uno de los fundadores del movimiento a favor de conservar el artículo 9 junto al crítico y escritor Shuichi Kato y a otras siete personas. Ahora somos más de 7.000 afiliados. Es el único movimiento real que trabaja para proteger esta constitución. Éste es mi movimiento político y mi literatura está muy ligada a esto.

P. Por otro lado, también hizo una clara referencia a la Secta de la Verdad Suprema en

Salto mortal, uno de sus últimos libros publicado en castellano. ¿Cree que la sociedad japonesa ha reflexionado lo suficiente sobre todo lo que pasó hace casi quince años?

R. Nada ha cambiado. Los ataques terroristas sirvieron de alarma para la sociedad japonesa. Nos alertaron de que estamos cerca de algo mucho peor. Pero el tema no se trató con el suficiente peso. Haruki Murakami escribió un libro muy necesario sobre el tema: Underground. Es estupendo.

P. Desde luego es un trabajo periodístico excelente, aunque aún está inédito en español.

R. Qué lástima. Murakami es un tipo interesante, lo conocí una vez durante una entrega de premios.

P. Su

Kafka en la orilla me recuerda a sus descripciones de los bosques de Shikoku.

R. Es verdad. Lo que pasa es que mis libros no se venden ni una centésima parte de los suyos (ríe).

27.1.10

Comienza el Hay Festival


Cartel oficial del Hay.

Comienza mañana el encuentro literario más importante de latinoamérica - Ojo, dije encuentro, no evento, el cual es sin asomo de dudas la FIL Guadalajara - . El Hay Festival empieza con varias charlas interesantes. Es tarde para abordar. Es tarde para mí.

Descarga aquí la programación del encuentro

Más adelante les hablaré, entre otros escritores, sobre Manuel Vicent. Un super invitado.

Reid gana el Premio Costa de literatura



Los poemas de "A Scattering" (La Dispesión), escritos durante las fase final de la enfermedad de su esposa y en los meses posteriores a su muerte, fueron descritos por los miembros del jurado del premio como "intensamente emocionantes, absorbentes y sinceros".

Christopher Reid (60 años), que recibió el premio dotado con 30.000 libras (34.500 euros) en Londres, era uno de los cinco finalistas que optaban a este galardón, que reconoce a autores radicados en el Reino Unido e Irlanda y que es el único premio literario que no hace diferencias entre la literatura infantil y la adulta.

Antes de decidir el ganador final, el Costa reconoció a principios de este mes el trabajo de cinco escritores en otras tantas categorías: Reid en poesía, Colm Toibin en novela por "Brooklyn", Raphael Selbourne en novela debutante por "Beauty", Graham Farmelo en biografía por "The Strangest Man" y Patrick Ness en literatura infantil por "The Ask and the Answer".

Tras aceptar el premio, Reid manifestó: "estoy absolutamente encantado y desconcertado por recibir este importante premio literario. El libro en sí fue difícil de escribir, pero ha sido una época muy feliz desde que cayó en manos de mi editor".

Josephine Hart, presidenta del jurado, describió el poemario como "una obra maestra" y destacó que Reid consiguió "tomar una tragedia persona y convertir en universal sus emociones y su situación".

"De una manera extraña ('A Scattering') produce ganas de vivir porque habla del triunfo del amor antes y después de la muerte", dijo Hart, quien destacó que el libro "esta lleno de frases que son inolvidables. Todos sentimos que se trata de un libro que desearíamos que leyera todo el mundo a partir de la adolescencia".

"Consideramos este trabajo austero, bello y emocionante", agregó.

El boom del e-book


El futuro ya está aquí.

Varios modelos de e-book inundan el mercado. Un artículo de Marcelo Belluci para La nación:
Así como el año pasado el furor llegó con los teléfonos inteligentes y el anterior con los reproductores de MP4, parece que 2010 será el turno de los libros electrónicos. Sin ir más lejos, en el último mes se lanzaron cerca de 20 modelos nuevos.

El fenómeno viene en crecimiento: en 2009 se vendieron 2,2 millones de lectores electrónicos, unas cuatro veces más que el año anterior. Y para 2010 se esperan llegar a los 5 millones, según los organizadores de la CES, la principal feria de equipos electrónicos.

Entre los aspectos que mejor se cotizan aparece el tamaño de la pantalla y su resolución. Como estos chiches se ven en blanco y negro, el contraste se mide en niveles de grises.

Y si se trata de pedir, siempre es mejor que incluya un teclado para agregar notas, que sea lo más liviano posible y que su sistema de navegación sea amigable. Los nuevos modelos traen una pantalla inferior que es a color.

Otro factor determinante es si se puede conectar por Wi-Fi para descargar los libros desde Internet. Algunos modelos lo hacen a través de las redes 3G, de telefonía celular. En cuanto a la batería, suelen durar una semana. La capacidad ideal es de 2 Gigabytes.

Estas tabletas utilizan una tinta electrónica que se parece cada vez más a una hoja de papel tradicional: no emite luz ni cansa la vista. Esta tecnología brinda una resolución de 150 puntos por pulgada, superior a la de un LCD. Además, no necesita retroiluminación: se puede leer con luz solar directa. Y si bien reconocen la mayoría de los formatos, todas tienen uno propio con el que se entienden mejor.

26.1.10

La intimidad de Margarita


Margarita Margarita...

Poco conocida en nuestro propio país, Margarita García Robayo (Cartagena, 1980) publica con éxito en Argentina el libro de relatos Hay cosas que una no puede hacer descalza. Como ocurre con Gamboa, nadie es profeta en su tierra. Aquí la nota, para que nos empapemos de la literatura de la hermosa costeña:

Es difícil adivinar la oscuridad y la melancolía de las historias que se ocultan tras la vivaz mirada morisca y el suave acento colombiano de Margarita García Robayo (Cartagena, 1980). En su primer libro de relatos, Hay cosas que una no puede hacer descalza , la joven periodista, autora de las crónicas "La ciudad de la furia" en el diario Crítica , desnuda la intimidad de nueve mujeres solitarias, abandonadas por los demás y por sí mismas, con la esperanza puesta en un destino redentor que nunca llega. En la calidez de su casa, en la provincia de Buenos Aires, García Robayo cuenta a adncultura cómo tramó estos relatos de mínimos detalles cotidianos, en los que devela los aspectos más vulnerables de la subjetividad femenina.

-Comencé a escribir los cuentos en un momento muy particular, cuando me mudé a Buenos Aires. Me dedicaba al periodismo, pero quise escribir algo de ficción para hablar del desarraigo y la soledad, en ese momento muy presentes en mi vida. Entonces hurgué en los recuerdos de mi familia y de mi cultura. Siempre he tenido la idea de que el rol de las mujeres en el Caribe es tan ambiguo como importante: se muestran muy sumisas, pero en el fondo es una estrategia para manipular su entorno. Al pensar en las mujeres de mi familia y en esa situación de desarraigo, surgieron personajes funcionales para hablar de la soledad.

-¿Quiénes son las mujeres de tus relatos?

-Son una mezcla de personas que conozco. Mujeres solas que atraviesan situaciones cotidianas adversas. No les pasa nada muy grave o muy particular, están afligidas de una manera existencial. Creo que los cuentos suceden en ese momento en que las relaciones de los personajes con su entorno ya están malogradas y lo que queda es la resignación vital; aunque eso les permite sobrellevar sus circunstancias de soledad.

-¿Qué personaje sentís más cercano?

-Miriam. En ese cuento se pone en escena la disparidad, casi siempre cruel, de la relación entre padres e hijos. Es una mujer viuda que espera impaciente cada noche a que el reloj marque las ocho en punto, porque a esa hora llega su hija del trabajo y la puede llamar por teléfono. Para la hija, Diana, (a su vez personaje de otro cuento) la llamada es una tortura con la que tiene que lidiar sólo porque eso es lo que hacen los hijos por sus padres. Diana no disimula el fastidio y Miriam hace todo lo posible por no molestarla. Pero al final cede al impulso de decir alguna ridiculez que sabe que ofuscará a su hija. Los cuentos narran una pequeña situación que puede tornarse trascendente o desgarradora para ciertos personajes. La relación entre padres e hijos es uno de los temas fuertes. No es un libro feliz, pero es un libro intenso que tiene la pretensión de condensar en pocas páginas una serie de sensaciones que pueden coexistir, aunque no sin cierta incomodidad, como el desasosiego y la desesperanza, combinadas con el humor, la ironía y la ternura.

-Aunque el estilo directo y fresco podría parecer propio de la típica literatura femenina sentimental, tus relatos exponen a estas mujeres en situaciones muy oscuras y humillantes.

-Que me pudieran encasillar en la chic lit fue en algún momento un temor importante, del que creo haberme liberado. Hoy ser mujer y elegir personajes femeninos te encasilla inmediatamente en esa onda, y es terrible, porque las etiquetas en la literatura funcionan como los prejuicios en la vida real. Al final entendí algo que debe de ser obvio para alguien con más experiencia que yo en estas lides: que los libros no son tan vulnerables como uno piensa. Encuentran su camino, sus lectores, y no necesitan que uno salga a defenderlos.

-¿Por qué decidiste narrar ese aspecto de lo femenino?

-Me interesan los personajes oscuros, me interesan las perversiones, la crueldad, la desesperanza. También me interesan las situaciones menores, mínimas, que pueden revelar algo muy complejo de la condición humana. Una de las circunstancias que posibilita este tipo de relatos es la soledad. Y en ese sentido los personajes femeninos me parecían ideales para hablar de estos temas. No es una cuestión de militancia de género. Me gusta la manera en que una mujer expresa su soledad, me gusta esa dignidad con la que sobrelleva situaciones duras. En cambio creo que los personajes masculinos tiran más hacia el patetismo. Quería mostrar personajes más bien lánguidos, que se regodearan en su soledad con cierto morbo resignado y triste. Quería que los personajes revelaran esos aspectos oscuros de la condición humana, femenina en particular, que al mismo tiempo son tan naturales e irremediables cuando se convive todos los días con lo peor de uno mismo: los miedos, la frustración.

-Fuiste columnista de cine y profesora de análisis fílmico. ¿Qué creés que hay de tu experiencia con el cine en tus cuentos?

-Mi relación con el lenguaje cinematográfico es de amor profundo. Suelen decirme que mis relatos y columnas son muy visuales, y eso debe tener que ver con el hábito de mirar los detalles estéticos de una escena, detenerme en ciertos planos más que en otros para dibujar la historia a mi antojo. Los detalles son el esqueleto de una narración sólida. Es importante saber elegirlos: no es lo mismo caricaturizar un personaje, que despreciarlo o tratar de darle cierta dignidad, aun cuando no se la merezca. En la literatura tienes sólo la palabra para mostrar lo que quieres, y aunque inviertas muchísimo en detalles de caracterización y contexto, al final cada lector decide qué quiere ver. Eso podría ser angustiante para quien escribe, pero no, es fascinante. Cada vez que alguien se acercó a darme su versión de algún personaje del libro le agregó detalles nuevos, algunos de ellos sorprendentes.

25.1.10

Los 10 de Haití


Dépestre. Por Bexus, 1953.

Y ahora que Haití está en boca del mundo, por las desafortunadas circunstancias que todos conocemos, Ezequiel Martinez desempolva los 10 mejores escritores haitianos, en su concepto, que han sido, más que olvidados, desdeñados por ese mismo mundo que ahora va en la búsqueda de su reconstrucción:
La historia de Haití es un catálogo de desgracias que se suceden sin fin. Lo que ocurre es que sólo llegan a las primeras planas cuando la adversidad alcanza, como en la última semana, una intensidad superior a 7 grados en la escala de Richter. "Ya no se hablará sólo de zombies al pensar en Haití. O al menos no sólo de eso", escribe Marcelo Pisarro en el blog de aquí al lado, Nerds All Star.

Pero este pretende ser un blog literario, así que me puse a buscar algo sobre la literatura de ese país. Encontré poco y nada, como si su narrativa hubiese estado sepultada desde hace rato bajo los escombros. En el blog From Haití, que escribía un español que durante tres años trabajó allá en tareas humanitarias, encontré una entrada sobre 10 escritores imprescindibles de la cultura haitiana:

1) René Dépestre, Premio Renaudot 1988 por Hadriana dans tous mes rêves.
2) Frankétienne, máximo exponente del movement spiralist.
3) Gary Victor (À l’angle des rues parallèles).
4) Mimi Barthélémy, narradora de cuentos.
5) Ketly Mars.
6) Danny Laferrière.
7) René Philoctéte (Une saison de cigales).
8) Jaques Stephen Alexis, nacido en Gonaïves. Entre sus obras destacan: Compère Général Soleil, La Niña Estrellita y Romancero aux étoiles.
9) Jaques Roumain (Les gouverneurs de la rosée)
10) Jean-Robert Constant (Gonaïves, bastion du déchoquage).

Tal vez porque es una literatura escrita en francés, porque no hay librerías (la foto que reproduzco aquí arriba, tomada del blog From Haiti es elocuente), o porque simplemente no nos llama la atención, la narrativa haitiana es un enigma a descifrar. Así que seguí escarbando en Internet para hacer un diagnóstico de mi ignorancia hasta que me topé con una sorpresa reveladora.

Cualquier otro día


Portada del libro.

Así se llama el nuevo libro de Lehane, aquel autor que escribiera Río místico. Aqí la nota, en El País de España:
Si hubiese que definir con dos palabras lo que escribe Dennis Lehane, uno elegiría "furia" e "ironía". No necesariamente en este orden. La ironía furiosa, o la furia irónica, le ha servido para convertirse en uno de los maestros del nuevo género negro estadounidense: Mystic River, Shutter Island y las cinco novelas protagonizadas por los detectives Kenzie y Gennaro son ya obras clásicas. Tal vez su última novela, Cualquier otro día, un relato histórico sobre el Boston de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial que acaba de editar RBA, no se ajuste a los patrones convencionales del género, pero la turbulencia con que arrastra al lector a lo largo de 728 páginas es propia de los textos más negros y afilados.

Dennis Lehane nació en Dorchester, un barrio obrero de Boston, en 1965. Dorchester es el escenario de la serie Kenzie-Gennaro y su mezcla de irlandeses, negros, alcohol y música ha embriagado a millones de lectores. Este corresponsal visitó Dorchester antes de acudir a su cita con Lehane y descubrió un barrio destartalado y afanoso, esencialmente vietnamita. "Lo siento, mi Dorchester es el de mi infancia, algo que ya no existe", explica Lehane, recién sentado a la mesa. Mira a su alrededor, la cafetería de una librería céntrica a las once de la mañana, y hace una pregunta al periodista: "¿Le importaría que fuéramos a un bar de verdad?".

Ya en un bar de verdad, el escritor se alegra de que la conversación no haya comenzado con la cuestión que más le plantean estos días: ¿cómo es trabajar con Clint Eastwood y Martin Scorsese? En realidad, no ha trabajado con ninguno de los dos. Eastwood adaptó al cine Mystic River y Scorsese ha hecho lo mismo con Shutter Island, cuyo estreno está previsto para el 19 de febrero. La película quedó lista en verano de 2009, pero ha pasado una temporada en el congelador. "Los productores se asustaron por los malos resultados de obras como Enemigo público o La sombra del poder, que tenían presupuestos similares a Shutter Island, en torno a los cien millones de dólares, y eran realmente buenas. Ya ve", suspira, "hay dudas incluso con una película de Scorsese. Parece que ahora Hollywood sólo sirve para filmar historias de androides mutantes en el ciberespacio y cosas así, dirigidas a un público, digamos, intelectualmente elemental".

Pincha aquí para leer el primer capítulo.

Las mil cartas de Van Gogh


Una de las cartas.

En The guardian comentan sobre las casi mil cartas que el artista escribió alrededor de toda su vida, o por lo menos, aquellas de las que se tiene conocimiento. Lo reproducen en la Revista Ñ:
Van Gogh terminó su vida en 1890, a los 37 años, en la más extraña y trágica situación. Era cada vez más reconocido -al menos por la vanguardia parisina- como un artista brillante. Pero también estaba enfermo. ¿De qué manera se entrecruzaban su arte y la enfermedad? ¿La pintura era cura o síntoma? Van Gogh contempló las dos posibilidades.

Los curadores del Museo Van Gogh en Amsterdam han trabajado durante años en una edición epistolar, cinco volúmenes de cartas con facsímiles, traducciones al inglés e ilustraciones (pueden verse en: vangoghletters.org). Un estudio profundo de su vida Gogh que lo redefine para este siglo.

Las primeras cartas datan de 1872, cuando tenía 19. La primera está dirigida a su hermano Theo -igual que la última, del 23 de julio de 1890. También le escribió a artistas como Emile Bernard y Paul Gauguin, o a su hermana. El conjunto representa un trabajo literario de proporciones épicas. No es que sólo las escribió, es que en las cartas vació su corazón. Las largas epístolas que le envió a Theo, su único sostén emocional y económico, son exploraciones y crónicas de cada faceta de su vida. Se huele el aliento a tabaco y la ropa humedecida de Van Gogh.

La familia dudaba de su salud mental y en las cartas queda claro que por eso Theo se volcó a apoyarlo. Theo consideraba el arte de su hermano esencialmente como una terapia. Sus cartas tienen un cariz alegre cuando aprende a dibujar. La más animada la escribió en Etten, donde vivían sus padres, en septiembre de 1881. Describe sus esfuerzos por dibujar a los campesinos locales e incluye los croquis. Son sus primeros dibujos, no tiene formación artística formal, pero su talento es manifiesto. "Ha sobrevenido un cambio en mi dibujo. Ya no me siento tan impotente frente a la naturaleza como antes", expresa Van Gogh en la carta.

Sin embargo, se enojó con su familia y puso su estudio en La Haya. Su pintura se hizo más fuerte pero no hubo una conquista paralela en la vida cotidiana. Tampoco cuando emigró a Francia. Allí conoció a la vanguardia: Toulouse-Lautrec, Pisarro y Paul Gauguin. El 20 de febrero de 1888 llega a Arlés, región de Provenza, para fundar una colonia de artistas. El colapso de este sueño es el capítulo más infame de su vida. Gauguin accedió a acompañarlo, le explicó su comprensión abstracta del color, pintaron brillantes retratos y paisajes. Pero empezaron las discusiones y Van Gogh se enfrentó a Gauguin con una navaja. Esa noche se cortó parte de su oreja.

Las cartas ponen la crisis, que lo llevó a internarse en un asilo en Saint-Rémy, en una perspectiva más profunda. Cuando llegó a Arlés, empezó a pintar de manera nueva. El sol entró en sus pinturas. "Me siento bien trabajando afuera a la hora de más calor. Es un calor limpio, seco... Por supuesto esto induce al naranja". Sus pinturas de estos meses son fuego. En las cartas de después de la crisis, hace un autoanálisis minucioso y doloroso. "Cada vez que trato de razonar en mi interior para tener una visión más clara de las cosas, se apodera de mí un miedo terrorífico y me impide pensar".

A los historiadores de arte les gusta decir que la enfermedad de Van Gogh no tenía nada que ver con su genio. Sus cartas sugieren lo contrario. Las pinturas hablan de una gran apertura sensual. Algo más profundo en él, que nunca antes pudo satisfacerse, se despertó a través de la luz mediterránea. No es sólo el amor por los colores brillantes que vemos en sus obras maestras. Es un lugar en su mente donde piensa, siente, existe únicamente en color. En el asilo, sus colores se vuelven más sutiles -azules y verdes desplazan a los amarillos- pero la profundidad crece. Cuanto mejor sus pinturas, peor su enfermedad. Tiene períodos de trabajo interrumpidos por ataques de locura.

Theo le escribe sobre el doctor Gachet, cuya simpatía por los artistas podría permitirle cuidarlo. En Auvers-sur-Oise, un pueblo cerca de Paris, el Gachet lo vigila. Sigue pintando, cada vez mejor. Azules profundos y verdes vegetales, los colores del norte. En una carta enviada a Theo el 23 de julio de 1890, incluye un croquis de una nueva pintura. En la posdata agrega una lista de colores: "un seto de lilas, una fila de árboles de limas redondas, amarillas. La casa en el fondo, rosada con un techo de tejas azuladas. Un banco y tres sillas, una figura oscura con sombrero amarillo, y en el jardín de adelante un gato negro. Cielo verde pálido".

En francés las últimas palabras son "Ciel vert pale" y, después, un punto aparte en tinta marrón. Tres días después de mandar ésta, su última carta, se disparó un tiro bajo el cielo verde pálido.

22.1.10

Poema del Viernes # 2


Carlos Marzal. (Valencia, 1961)

Una gran admiración le profeso a Carlos Marzal. Un escritor español contemporáneo como ninguno. Con múltiples premios en su haber, entre los que puedo citar El Loewe de poesía, el Premio Nacional de España y el Premio de la Crítica Española, poco conocido en latinoamérica, es un poeta a quien se le debe seguir la pista. Más adelante comentaré de él.


LA LLUVIA EN REGENT'S PARK

Debe de estar lloviendo en Regent's Park.
Y una suave neblina hará que se extravíe
la hierba en el perfil del horizonte,
los robles a lo lejos, las flores, los arriates.
Pausada, compasiva, descenderá la lluvia
hoy sobre el corazón de la ciudad,
su angustia, su estruendo,
sobre el mínimo infierno inabarcable
de cada pobre diablo.
Igual que aquella tarde en la que fui feliz,
igual que aquella lluvia
que me purificó, caritativa.

En las horas peores,
cuando el desierto avanza,
y no hay robles, ni hay hierba, cuando pienso
que no saldré jamás del laberinto,
y siento el alma sucia,
y el cuerpo, que se arrastra,
cobarde, entre la biografía,
la lluvia, en el recuerdo, me limpia, me acaricia,
me vuelve a hacer aún digno,
aún merecedor
de algún día de gloria de la vida.
La amable, la misericordiosa,
la dulce lluvia inglesa.

Tomado de su libro Los países nocturnos, 1996

El olvidado Tesla


Tesla iluminado.

¿Recuerdan aquella película llamada El prestigio o, como fue nombrada en latinoamérica, El truco Final? Scarlett Johansson inolvidable, como en todas sus películas. Hermosa, seductora. En la película una de las figuras que aparecen subterfugiamente es Nikola Tesla. Aquel creador de la corriente alterna. A veces se me olvida que lo tuve que ver constantemente en mi carrera. A veces, simplemente, se me olvida que soy ingeniero. Aparece ahora una "biografía novelada", escrita por Margaret Cheney, en la editorial Turner. Aquí el comienzo del libro:


I
UN MODERNO PROMETEO



A las ocho en punto un caballero de noble aspecto, entrado ya en la treintena, sigue los pasos de un camarero hasta la mesa que normalmente ocupa en el Palm Room del hotel Waldorf-Astoria. Con disimulo y a despecho de la privacidad que busca el renombrado inventor, la mayoría de los comensales se queda mirando a ese hombre de buena estatura, delgado y bien arreglado.

En su mesa, y como de costumbre, dieciocho impolutas servilletas de lino. Hacía tiempo que Nikola Tesla había renunciado a analizar su debilidad por los números divisibles por tres, la morbosa repulsión que le inspiraban los microbios o, ya puestos, el tormento que representaban las innumerables e inexplicables obsesiones que lo reconcomían.

Distraído, desdobló una tras otra las servilletas y procedió a frotar los ya relucientes cubiertos de plata y las copas de cristal, dejando una pequeña montaña de tela almidonada encima de la mesa. A medida que le presentaban los platos, calculaba mentalmente el volumen del contenido de cada uno antes de dar el primer bocado; si no lo hacía, no disfrutaba de la comida.

Quienes acudían al Palm Room con el único propósito de observar al inventor quizá reparasen en que no miraba la carta. Como siempre, le habían preparado de antemano el menú, siguiendo las indicaciones que había dado por teléfono, y no se lo servía un camarero, sino el maestresala en persona.

Mientras el joven serbio cenaba sin mucha hambre, William K. Vanderbilt se acercó un momento para afearle que no ocupase con más frecuencia el palco de su familia en la ópera. Al poco de haberse alejado, un caballero con aspecto de intelectual, barba a lo Van Dyke y unas gafas de cristales al aire, se acercó a la mesa de Tesla y lo saludó con sincero afecto. Aparte de dirigir una revista y escribir poesía, Robert Underwood Johnson era un hombre que buscaba ascender en la escala social, un vividor bien relacionado.