Hoy se presenta en la feria internacional del libro de Buenos Aires, El don de la vida, la más reciente obra de Vallejo. Lo comentan en la Revista Ñ:
Que no, dice, que el loco furioso que desde sus libros tira con ametralladora verbal contra todo lo (humano) que camine no es él, no es Fernando Vallejo, no es el hombre que nació en Colombia en 1942, que es admirado en el mundo de habla hispana, que es el autor de La virgen de los sicarios . Dice que no es él pero a los dos minutos dice más o menos lo mismo que el personaje del libro que vino a presentar, como que Borges "es un muy mal poeta". Pero sobre todo dice que, como el personaje de El don de la vida "ese loco" él lleva una lista de gente conocida que murió. Setecientos ya tiene. No es capricho.
Este es un otro libro sobre su muerte. ¿Qué tiene que ver la lista? "Uno no muere de golpe, morirse es acabarse de morir. Piensa cómo los que lo acompañaron a uno con las ilusiones de uno, los valores de uno, desaparecieron. Entonces qué queda de uno, qué queda de uno en un mundo ajeno".
Vallejo se ha cansado de decir que él es un escritor en primera persona. Que no les cree nada a los narradores en tercera, que lo saben todo de sus personajes. Y esa convicción, claro, le complica el intento de narrar su muerte.
Es un imposible; uno escribe en tercera persona muy fácilmente la muerte de un personaje, pero ¿cómo dice uno en primera persona: "yo me morí"?
-Lo puede hacer el cine, hay camarógrafos que filmaron su muerte.
Filmar la muerte es como filmar el amor. El amor no se ve, el amor es interno. La pornografía no da cuenta de nada de lo que está pasando dentro de los que la están viviendo. El amor no se puede ver con una cámara ni la muerte tampoco; lo que cuenta es lo que está pasando dentro.
-¿Y qué es el amor?
-El amor es sexo.
-Pero el sexo sí se puede ver.
-El sexo no se puede ver porque se ve lo exterior pero no se ve lo que está pasando en el alma. El sexo ante todo es algo del alma, es también algo del cuerpo pero ante todo, del alma.
-¿Y la muerte qué es?
-También del alma, la que se muere es el alma.
-¿Y el alma qué es?
-El alma es el yo, el momento, el ahora, lo que recordemos en el ahora. Es una pesadilla de la materia.
-Entonces el alma podría morir antes del cuerpo.
-Todas las noches morimos cuando estamos dormidos y no soñamos. Lo que sigue vivo es la maquinaria biológica. Con la muerte, se muere esa maquinaria y se muere definitivamente lo que ella sostiene, que es el alma.
-Y usted trata de anticipar lo que será eso ...
-Me estoy encaminando a pasos agigantados hacia la muerte.
-Como todo el mundo.
-Sí. Pero llega un momento de la vida en que uno se da cuenta que ese programita se acabó.
-¿Eso cuándo le pasó?
-Va pasando poco a poco después de los 50, cuando uno empieza a ver que se le muere la gente que lo ha acompañado a uno en la vida, quienes lo han rodeado, la familia, los amigos, la gente que uno ha querido, los enemigos, las ciudades, las calles, las casas que van tumbando, las calles que van ampliando, que convierten en avenida, los barrios que van tumbando, los hoteles que eran de primera y se vuelven hoteluchos, todo se va acabando y uno se va acabando como el mundo que lo ha rodeado. Y la música, la que estaba viva cuando uno era muchacho y que se muere también.
-¿Cómo muere la música?
-La dejan de oír los jóvenes y los viejos que la oían se mueren Aquí el tango y la milonga ya se murieron. En Medellín estuvieron vivos hasta hace diez años, fue el último reducto del tango y la milonga.
-Usted ha dicho que escribe para molestar, pero es un autor de éxito.
¿Será que encarna una especie de enojo de la época, un malestar que los demás no gritamos?
-Hay un malestar general, no se si en la historia de la humanidad haya sido siempre así, pero calculo que nunca como ahora, porque nunca para empezar había habido tanta gente, nunca habíamos estado tan amontonados. La frase de Sartre, que el infierno son los demás, se está convirtiendo en la gran frase de la humanidad.
-En el libro dice que Borges es muy mal poeta. ¿De verdad lo cree?
-Eso lo dice el loco del libro, no yo. No solo un muy mal poeta sino un prosista bastante irregular, está lleno de afectaciones, de impropiedades, como si no fuera su idioma la lengua española. Y no porque esté lleno de anglicismos, no usa anglicismos: es porque no se siente que hubiera respirado el aire que traían las palabras de la lengua castellana, como que hubiera respirado otro aire distinto.
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