30.3.10

¿Y Sylvia? ¿Dónde permanece Sylvia, Ted?


Ted Hughes.


A Ted Hughes siempre lo envidiaré por dos motivos: una poesía a la altura de Seamus Heaney, y por haber tenido entre sus brazos a Sylvia Plath. Más por lo segundo, sin duda alguna. Sylvia permanece en la memoria de todos nosotros, en cambio Ted... estará en la abadía londinense de Westminster. ¿Dónde será mejor permanecer? La nota en la Revista Ñ:

El bardo británico Ted Hughes será homenajeado con la colocación de una placa recordatoria en el llamado Rincón de los Poetas de la abadía londinense de Westminster. Hughes estuvo casado con la poetisa estadounidense Sylvia Plath, que se quitó la vida en 1963 tras una turbulenta relación con su esposo, al que dedicó, sin embargo, uno de sus últimos poemas, el titulado Nick and the Candlestick (Nick y el Candelabro).

Muchos admiradores de Plath y sobre todo las feministas culparon a Hughes de la muerte de su esposa y, aunque aquél no quiso debatir tan delicado tema en público, dedicó a Plath su último volumen de poesía, titulado Birthday Letters (Cartas de Cumpleaños), en el que explora su compleja relación. Hughes supervisó además la publicación de los manuscritos de su difunta esposa, entre ellos Ariel, y confesó haber destruido el volumen final del diario de aquélla, en el que se hablaba de sus últimos meses juntos, aunque explicó que lo había hecho por consideración a sus dos hijos pequeños.

Seis años después del suicido de Plath, que se asfixió con el gas de una estufa, su segunda pareja, Assia Wevill, una poetisa de origen judío-alemán, se quitó la vida de igual modo junto a la hija de cuatro años que tenía de Hughes.

En agosto de 1970, Hughes se casó con Carol Orchard, una enfermera de profesión, que siguió a su lado hasta la muerte del poeta, a consecuencia de un cáncer. Su viuda habló hoy por primera vez del tiempo que pasó con él y elogió en declaraciones al vespertino londinense Evening Standard su "extraordinario entusiasmo vital".

"Estuvimos casados 28 años y durante todo ese tiempo -explicó Carol Hughes- fui testigo del extraordinario impacto que Ted tenía no sólo en las personas -ya fuesen colegas escritores y artistas, estudiantes, profesores o niños- sino también en las causas en las que creía, sobre todo la defensa del medio ambiente". El premio Nobel de literatura caribeño Derek Walcott se felicitó también de la decisión de homenajearle en ese lugar de la famosa abadía: "No hay nadie que merezca más que él estar en el Rincón de los Poetas". "Ted Hughes introdujo un nuevo tipo de paisaje en la poesía en lengua inglesa. Lo más atractivo de su obra es su intimidad con la naturaleza", agregó Walcott.

Todo Marlowe


Chandler.


Solitario, cínico y escéptico, Philip Marlowe es, junto a Sam Spade, el detective más famoso de todos los tiempos. De algún modo, todos los grandes detectives que a partir de los años cuarenta ha dado la novela negra no hacen más que recrear al inolvidable Marlowe, concebido inicialmente por Raymond Chandler como una suerte de alter ego, un Quijote que se enfrenta a una sociedad que no comprende armado tan sólo con su insobornable ética. Este volumen contiene las cuatro primeras novelas protagonizadas por Philip Marlowe. En El sueño eterno (1939), la primera gran novela negra de Chandler, el detective investiga el chantaje a un anciano millonario por la deuda de juego de una de sus hijas. En Adiós, muñeca (1940), para muchos su mejor obra, sigue al gigante Moose Malloy en la búsqueda desesperada de su "pequeña Velma", pero termina enredándose en las turbulencias de un hampón. En La ventana siniestra (1942), lo que persigue es el rastro de una moneda valorada en una fortuna para acabar donde suele: en las alcantarillas del engaño, la violencia y el delito. Finalmente, en La dama del lago (1943) la corrupción y el crimen se desencadenan tras la desaparición de una mujer sin atributos.

Toda novela de Raymond Chandler exhibe tipos duros, mujeres fatales, brillantes tramas, asesinatos encadenados y un sinfín más de actividades delictivas. Sin duda, son mimbres extensibles a casi todo el género negro, pero contienen, sin embargo, un componente único, aunque se ha intentado imitar hasta la saciedad: Marlowe. Eso es: su magnetismo, su acidez, su ironía. El detective, que narra todas las novelas en primera persona, no vacila en ser despiadado, incluso a veces brutal, pero su código moral es invariable en un solo punto: nadie podrá corromperlo. Fuera, en la ciudad, todo está, en cambio, corroído. El crimen es el espejo de la sociedad: muertes, robos, estafas, extorsiones. Y en esa sociedad es el dinero y la ambición por el poder lo que siempre está detrás, convirtiendo la moral y la dignidad en una simple moneda de cambio. Pero ahí está Marlowe, él solo, haciendo frente a un mundo en descomposición. Un hombre con una misión en la vida. Aquí un fragmento:

Eran más o menos las once de un día nublado de mediados de octubre, y se tenía la sensación de que podía empezar a llover con fuerza pese a la limpidez del cielo en las estribaciones de la sierra. Me había puesto el traje azul añil, con camisa azul marino, corbata y pañuelo a juego en el bolsillo del pecho, zapatos negros, calcetines negros de lana con dibujos laterales de color azul marino. Iba bien arreglado, limpio, afeitado y sobrio y no me importaba nada que lo notase todo el mundo. Era sin duda lo que debe ser un detective privado bien vestido. Me disponía a visitar a cuatro millones de dólares.
El vestíbulo principal de la residencia Sternwood tenía una altura de dos pisos. Sobre la doble puerta principal, que hubiera permitido el paso de una manada de elefantes indios, había una amplia vidriera que mostraba a un caballero de oscura armadura rescatando a una dama atada a un árbol y sin otra ropa que una cabellera muy larga y conveniente. El adalid había levantado la visera del casco para mostrarse sociable, y estaba tratando de deshacer los nudos que aprisionaban a la dama, pero sin conseguir ningún resultado práctico. Me quedé allí parado y pensé que, si viviera en la casa, antes o después tendría que trepar allí arriba para ayudarle. No daba la impresión de esforzarse mucho.
Había puertas-ventanas al fondo del vestíbulo y, más allá, una amplia extensión de césped color esmeralda que llegaba hasta un garaje muy blanco, delante del cual un joven chófer, esbelto y moreno, con relucientes polainas negras, limpiaba un Packard descapotable de color granate. Más allá del garaje se alzaban algunos árboles ornamentales, arreglados con tanto cuidado como si fueran caniches. Y todavía quedaba sitio para un invernadero de grandes dimensiones con techo abovedado. Finalmente más árboles y, al fondo de todo, la línea sólida, desigual y cómoda de las últimas estribaciones de la sierra.
En el lado este del vestíbulo una escalera exenta, con suelo de azulejos, se alzaba hasta una galería con una barandilla de hierro forjado y otra historia caballeresca recogida en vidriera. Por todo el perímetro, grandes sillas de respaldo recto con asientos redondos de felpa roja ocupaban espacios vacíos a lo largo de las paredes. No parecía que nadie se hubiera sentado nunca en ellas. En el centro de la pared orientada hacia el oeste había una gran chimenea vacía con una pantalla de latón dividida en cuatro paneles por medio de bisagras y, encima de la chimenea, una repisa de mármol con cupidos en los extremos. Sobre la repisa colgaba un retrato al óleo de grandes dimensiones y, encima del cuadro, cruzados en el interior de un marco de cristal, dos gallardetes de caballería agujereados por las balas o comidos por la polilla. El retrato era de un oficial en una postura muy rígida y con uniforme de gala, aproximadamente de la época de la guerra entre México y Estados Unidos. El militar tenía bigote y mosca negros, ojos duros y ardientes también negros como el carbón y todo el aspecto de alguien a quien no sería conveniente contrariar. Pensé que quizá fuera el abuelo del general Sternwood. Difícilmente podía tratarse del general en persona, incluso aunque me hubieran informado de que, pese a tener dos hijas veinteañeras, era un hombre muy mayor.


28.3.10

La intimidad de Sábato


Sábato.


Conozco a lectores que darían el sentido de la vista a Ernesto Sábato, si fuese posible. Tendrán que conformarse por ahora, y como una grata novedad, con el lanzamiento de un filme de su hijo que se promociona por estos días. Aquí la nota:

Sin dudas es la película que más me costó hacer, la que menos disfruté. Y no porque sea mala o buena, sino porque me da vergüenza mostrar la intimidad familiar. Además me resultó difícilpararme frente a cámara y dar mi punto de vista. La etapa de filmación fue extenuante y devastadora para mí: tuve que enfrentarme con demasiados asuntos del pasado".

Mario Sabato, hijo del autor de El túnel y Sobre héroes y tumbas, aclara que Ernesto Sabato, mi padre, su película estrenada ayer -y que iba a ser un mero material de conservación de la memoria familiar- es inclasificable. "No es un documental biográfico: no tiene la distancia ni el rigor necesarios. Es un retrato íntimo, subjetivo. El que quiera ver algo más serio sobre mi padre deberá mirar otros trabajos. Lo mío está hecho con material que filmé desde 1963: tengo miedo de que me consideren el realizador más lento de la historia".

Hecha con valioso material de archivo, entrevistas e imágenes actuales -tamizados por la primera persona del director- la película muestra a Ernesto Sabato (claro ejemplo de que el pesimismo no daña la longevidad) en sus facetas más íntimas y humanas, muy lúcido. "Es cierto que él habla del terror que le provocaba la presencia de su padre y de que le resultó más fácil ser abuelo. Pero creo que eso responde a un rasgo de época", explica Mario Sabato, aunque también le dice a Clarín frases como "mi padre aportaba las tormentas; mi mamá, los amaneceres".

Cuando se le pregunta por las adhesiones y las críticas -en ambos casos extremas- que ha recibido su padre en distintos ámbitos, responde: "Por un lado, todos los gigantes tienen enanos que los envidian. Por otro, mi padre no es lo más simpático que puede ser un hombre. Por último, él ha vivido muy intensamente. Y los que viven intensamente tienen aciertos y errores grandes, casi simétricos. Cuando alguien lo critica, intento separar al que lo hace desde la envidia del que lo hace desde la razón".

Sabato padre, ícono viviente que trasciende la literatura, tiene 98 años y vive en Santos Lugares. "Nunca va a ver esta película. Le mostramos 20 minutos y luego se "rompió" el DVD: no quisimos emocionarlo. Lo tenemos entre algodones. No lee diarios ni mira tele. Es mejor que no conozca un mundo que él nunca deseó".«

Mario Sabato dirigió pelícuclas como "El poder de las tinieblas" (basada en el texto "Informe sobre ciegos", de Ernesto Sabato), "Tiro al aire", "Al corazón" e "India Pravile". "Mi padre nunca se entera cuando trabaja conmigo. En "El poder..." sólo supo que había participado cuando tuvo que firmar en el contrato. Ahora pasó algo parecido".

Pron y las ligas literarias


Pron.


Siempre leo a Patricio Pron en su blog. Me parece gracioso. Tiene algo de picardía en sus comentarios. Pero su último post ha dejado de serlo, en cierto modo. Y es que pertenecer a las ligas menores, como en mi caso, quizá en el suyo, es desconcertante y hasta maniaco depresivo. Aquí no diríamos ligas menores, sino inferiores. ¿Inferiores en calidad? No lo creo. Para llegar a ser un gran escritor no se necesita nada más que disciplina, un buen mojito, algo de suerte, y abrirle las piernas a una gran editorial. Dice Pron:

Al igual que el fútbol, la literatura también tiene ligas. Aquellos escritores que publican en sellos importantes y cuentan con el reconocimiento crítico, que es, honestamente, lo poco a lo que los escritores pueden aspirar, los escritores, digo, que acaparan las carteleras de los congresos y las portadas de los suplementos tienen su reverso en aquellos escritores que publican en sellos pequeños o minúsculos o se autoeditan, los que llevan blogs donde publican lo que escriben o derraman su muy comprensible rencor ante lo que consideran una burda jugada del destino en los blogs de otros a los que les ha ido mejor. Bien visto, los escritores que triunfan necesitan a aquellos que fracasan tanto como los que fracasan necesitan a los que triunfan: los primeros necesitan a los segundos porque su existencia conforma el fondo sobre el que ellos destacan, y los segundos necesitan a los primeros como némesis y en algunas ocasiones como modelo. En el último caso, los escritores de las ligas menores escogen a un escritor destacado y procuran, no digamos imitarlo, pero sí ponerse a su nivel: escriben y leen y van a cursos de escritura creativa cuya única finalidad real es que un escritor que no gana lo suficiente con sus libros esquilme a un pequeño grupo de ingenuos, ya que se puede enseñar a leer pero no a escribir; si son jóvenes, los escritores de las ligas menores creen tener el tiempo a su favor, y escriben y publican donde pueden y esperan que un día la suerte les sonría. Sin embargo, la suerte casi nunca sonríe al escritor de las ligas menores, y el tiempo pasa y el escritor de las ligas menores comienza a ponerse nervioso. En realidad, sucede lo mismo que en el fútbol: un jugador de dieciséis años que milite en un equipo de la segunda división aún puede albergar esperanzas de que algún equipo de la élite (no digamos uno de los grandes, pero sí algún recién ascendido o uno de los modestos históricos) o algún club de cualquier liga menor como la belga o la polaca repare en él (y si no siempre queda el fútbol chipriota); sin embargo, el tiempo pasa y el jugador de segunda división cumple los veinte y los veinticinco y cuando ya supera los treinta el sueño se desvanece y, en su lugar, irrumpe la cruel realidad de la decadencia física y los campos vacíos llenos de pedruscos. Algo similar ocurre con los escritores: el de dieciséis años tiene derecho a creer que está en camino, pero el de treinta o el de cuarenta ya sabe que el camino no conduce a ninguna parte o que ya ha concluido para él. Entonces pone un taller de escritura creativa y se convierte en lo que tanto odiaba. Es triste pero es así, pero detrás de esta situación, que hace infelices a tantas personas, se esconde principalmente un error de apreciación: al igual que en el fútbol, las ligas menores no tienen absolutamente ningún punto de contacto con las grandes ligas, pretender pasar de una a otra es como querer alcanzar la luna saltando en un pie. En su mayoría, los escritores reconocidos lo son independientemente de lo que escriben (para el caso, ni siquiera hace falta que escriban) y previamente a la aparición de cualquiera de sus libros; algo, simplemente, los convierte en escritores reconocidos, pero ese algo no tiene nada que ver con la literatura. Más bien tiene un rostro que asusta: el de un editor ambicioso, el de un padre escritor que deja a su hijo una reputación y buenos contactos, el del contable de alguna editorial, el del director de algún suplemento y, en última instancia, el de los miles de ingenuos que creen que vale la pena leer a un escritor porque ocupa la portada de una revista. Una vez más, es triste pero es así. Nos fascinan las historias de los escritores que, como Roberto Bolaño o Charles Bukowski, se convirtieron en escritores celebrados pese a tenerlo todo en contra, pero la razón por la que estas historias nos llaman la atención y nos dormimos escuchándolas en nuestra cabeza es porque sabemos que son absolutamente excepcionales: su triunfo está supeditado a la manifestación de una calidad literaria tan fuera de lo común, una calidad obtenida a fuerza de tanta perseverancia y tanto renunciamiento y esfuerzo, que, en el fondo, el escritor de las ligas menores sabe que nunca podrá comparárseles. Si el escritor de las ligas menores no es particularmente inteligente, el reconocimiento tácito de este hecho lo lleva a dejar de leer y, eventualmente, a dejar de escribir, y a pasarse las horas dejando comentarios soeces en las páginas web y en los blog de los escritores que en el fondo admira; si es inteligente, sin embargo, el escritor de las ligas menores se acepta y acepta su lugar en el mundo y disfruta de la escritura para sí mismo y para un pequeño círculo de amigos para los cuales el escritor de las ligas menores es un escritor imprescindible básicamente porque es una persona querida. Sin embargo, en el caso de que el escritor de las ligas menores, además de ser inteligente y justo, tenga dignidad (y esto pasa muy pocas veces), estas consideraciones no le afectan en absoluto: el escritor de las ligas menores se masajea las espinillas y sale a otro campo embarrado de provincias a romperse la cara en nombre de su profesión y, al hacerlo, es tan escritor como el de las grandes ligas.


Linspector al ataque


Clarice Clarice.


Aparecen en un solo libro, Descubrimientos, relatos y artículos inéditos de la prolífica escritora brasileña. Lo comentan en ADN:

Hace poco tiempo me telefoneó una joven diciendo que era de la Editorial Civilização Brasileira y que Paulo Francis me pedía que le diera una entrevista para ser publicada en uno de los libros de la serie Libro de cabecera de la mujer . No me gusta dar entrevistas: las preguntas me abruman, me cuesta responder, encima de eso sé que el entrevistador va a deformar fatalmente mis palabras. Pero se trataba de un pedido de Paulo Francis, y no había cómo negarse. Marqué el día. Y después me puse furiosa, hasta con Paulo Francis. ¿Cómo es, entonces? El Libro de cabecera de la mujer vende como pan caliente y ellos ganan dinero. La muchacha entrevistadora gana dinero. Y sólo yo tengo molestias. Intenté telefonear a Paulo Francis y suspender. Pero ¿cómo? Si soy, como todo el mundo, víctima del teléfono. O no daba línea, o daba y no establecía la comunicación. Al final me resigné. Pero me voy a vengar, pensé, de un modo o de otro me voy a vengar.

Sólo que no pude ni tuve ganas. A la hora establecida, me entra por la puerta una muchacha linda y adorable, Cristina. Tiene una de esas caritas difíciles de retratar porque, a pesar de que los rasgos exteriores sean bonitos, lo que más importa son los interiores, la expresión. De inmediato establecimos un contacto fácil. Lo que la hizo informarme: también trabajaba para un periódico y sus compañeros, al saber que iba a entrevistarme, sintieron pena por ella. Dijeron que yo era difícil , que apenas hablaba. Cristina agregó: "Pero usted está hablando".

-Sí, hablé -¿cómo resistir? Había comenzado el racionamiento de luz, y Cristina, para estar cerca de las dos velas que encendí, se sentó en la alfombra, y ya formaba parte de la casa.

Sus preguntas eran inteligentes y complicadas, casi todas sobre literatura. Dije: pero pensé que lo que le interesaría a la mujer de clase media sería si me gusta comer porotos con arroz. Respondió tranquila: "Ya llegaremos ahí. Aquello era sólo el comienzo".

Y me fui encantando con Cristina. Está de novia. Qué pena, pensé. Me gustaría que se quedara bien sentadita esperando durante muchos años que mis hijos crecieran para que uno de ellos se casara con ella. Pero ella no puede esperar, a mis hijos les está costando crecer. Me reconforta recomendarla como entrevistadora.

La entrevista comenzó con buen humor. Reímos varias veces. Una de las veces fue cuando preguntó qué pensaba yo de lo que había escrito el crítico Fausto Cunha. Había escrito -yo no lo sabía- que Guimarães Rosa y yo no pasábamos de ser dos embustes. Di una carcajada hasta feliz. Respondí: no leí eso, pero una cosa es cierta: embustes no somos. Podían llamarnos de cualquier forma, pero embustes no. Vamos, Fausto Cunha. Usted, al que conocí en el casamiento de Marly de Oliveira, es incluso simpático, pero qué idea. Vea si piensa un poco más en el asunto. Creo que Guimarães Rosa también reiría.

Cristina me preguntó si yo era de izquierda. Respondí que desearía para el Brasil un régimen socialista. No copiado de Inglaterra, sino uno adaptado a nuestros moldes.

Me preguntó si me consideraba una escritora brasileña o simplemente una escritora. Respondí que, en primer lugar, por más femenina que fuera la mujer, ésta no era una escritora, y sí un escritor. El escritor no tiene sexo o, mejor, tiene los dos, en dosis bien diferentes, claro. Que yo me consideraba sólo escritor y no típicamente escritor brasileño. Argumentó: ¿ni Guimarães Rosa que escribe tan brasileño? Respondí que ni Guimarães Rosa: éste era precisamente un escritor para cualquier país.


26.3.10

Poema del Viernes # 11


Giovanni Quessep (San Onofre, Colombia. 1939)


Giovanni Quessep es - como dicen en el boxeo - libra por libra, el mejor poeta de Colombia de la antigua generación. Un exponente lírico sin pretensiones, sin ir mas allá de su propia evolución poética. Aquí posteo un poema que, debo decir, no conocía, y que aborda ese ir de un lado a otro, para luego retornar a ese comienzo, a ese lugar que dejamos bajo las circunstancias de la vida.

POR ÍNSULAS EXTRAÑAS

Tuve todo en mi casa,
el cielo y la raíz, la rama oculta
que hace las estaciones
y el vuelo de los pájaros. No había

nada que no viniera hasta mis manos;
pero yo nada quise, y me fui lejos
por caminos, por ínsulas extrañas
en busca de los ojos

del tigre y el rumor
de una fuente
que no era de mi mundo.
En el atardecer lo dejé todo

por una sombra y un alcázar, y hoy,
perdido en un amargo
laberinto de hojas,
veo las nubes que se van, la vida.

Recital en la Biblioteca El Tunal.


La Biblioteca Pública El Tunal.


Mañana daré un recital, con una decena de poetas en la Biblioteca El Tintal. Entre los invitados están Aldemar González y quizá, Fernando Denis. (Estás muy rogado Denis, anímate). Todo ello en el marco del taller que dicta allí también el poeta Jorge Valbuena. Aquí les dejo la nota publicada por él:

Bueno. Una pausa. Se me ha perdido el material que me dejó Jorge...así que sólo les diré que es mañana sábado, a las tres de la tarde, en el auditorio de la Biblioteca...

Malevo


¿Cuál es tu palabra?


¿Cuál es tu palabra favorita? El año pasado ganó Malevo. La mía es Amalia. Es cursi, pero sugerente. Hay otras más que me encantan. Una de las que va arriba es "tiquismiquis", ¿ah? ¿Qué decir de esta y otras palabras que van punteando, como "cáspita"? Les dejo la nota de la Revista Ñ:

Los internautas de todo el mundo ya pueden votar, por segundo año, su palabra favorita del idioma español, una iniciativa que el Instituto Cervantes puso en marcha en el 2009 con motivo del Día del Español, cuando el vocablo elegido fue "malevo", seguido por "chapuza" y "albricias".
A través de la página web www.diae.es los internautas podrán hacer llegar su palabra preferida y explicar por escrito, en vídeo o con un pictograma por qué les gusta ese vocablo concreto, según ha informado hoy el Instituto Cervantes.
El Día del Español, que se celebra este año el 19 de junio, se dará a conocer la palabra más votada por los internautas, que según puede comprobarse en la página web ya han comenzado a elegir algunas, como "cachivache", "cáspita", "chulo", "estraperlo", "libertad", "serendipia" o "tiquismiquis".
Como novedad, la página incorpora en esta ocasión "El juego del español", que permite mediante el sistema de palabras cruzadas medir el grado del conocimiento de la lengua de una manera lúdica y al que los usuarios podrán jugar tanto en solitario como conectados con otros jugadores en cualquier lugar del planeta.
El juego ha sido diseñado de acuerdo con el plan curricular del Cervantes, que celebrará el Día del Español en sus 73 centros de todo el mundo con el lanzamiento de una "lluvia de palabras" -algunas de ellas las más votadas el año pasado- y un amplio programa de actividades culturales.
Los festejos esperan lograr el mismo éxito que el año pasado, cuando 73.000 usuarios de 123 países visitaron la página y configuraron un diccionario de palabras favoritas con 3.800 entradas, además de un "ficcionario" de vocablos inventados con más de 2.120 términos.
Según datos del segundo informe "El español: una lengua viva", que también se hará público el 19 de junio, el español es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, el segundo idioma de comunicación internacional y el tercero más utilizado en internet, donde el uso de este idioma se ha incrementado en la última década en un 651 por ciento.

25.3.10

Homenaje a Giovanni Quessep


Un sentido homenaje al poeta sucreño.


El jueves 25 de marzo, a las 7:00 p.m. el Gimnasio Moderno a través de su Agenda Cultural le rendirá un Homenaje al poeta Giovanni Quessep, uno de los poetas colombianos más importantes de la actualidad.

Participarán en el evento los poetas Juan Felipe Robledo, Jorge Cadavid, Federico Díaz-Granados, Gonzalo Mallarino, el académico y profesor Cristo Rafael Figueroa y el rector y escritor Juan Carlos Bayona.

El poeta Giovanni Quessep leerá una muestra antológica de su poesía.

FECHA: JUEVES 25 DE MARZO a las 7:00 p.m.
LUGAR: BIBLIOTECA DE LOS FUNDADORES DEL GIMNASIO MODERNO
CARRERA 9 No. 74-99
Informes: 5401888 ext 156 o biblioteca@gimnasiomoderno.edu.co

ENTRADA LIBRE

Visor 700


Portada del libro.

Llegar al número 700 en una colección de poesía es un mérito en estos tiempos, y la editorial española Visor, una de las más simbólicas y pioneras en este género, lo ha cumplido. Para celebrarlo, acaba de publicar un poemario que rinde homenaje al libro con una selección de poemas en los que el libro es protagonista.

Filobiblón. Amor al libro es el título de este poemario, “un homenaje al libro como objeto y acompañante fiel en nuestras vidas, por todo lo que ha significado y significa, para agradecer de alguna manera todos los momentos mágicos que nos ha proporcionado, por su fiel y continua compañía”, dice el director de la editorial, Jesús García Sánchez (Chus Visor).

Rubén Darío, Góngora, Quevedo, Juan Ramón Jiménez, Borges, Cernuda, Unamuno, García Lorca, Machado, Blas de Otero, Benedetti, Celaya, Juan Agustín Goytisolo, José Emilio Pacheco, Gonzalo Rojas, Luis García Montero o José Manuel Caballero Bonald, son algunos de los poetas que deja en este volumen su alabanza al libro.

“Libros extraños que halagáis a la mente / en un lenguaje inaudito y tan raro, / y de que lo más puro y lo más caro / hacéis brotar la misteriosa fuente”, escribe Rubén Darío. O el famoso “Poemas de los dones”, de Borges: “Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / De Dios, que con magnífica ironía / Me dio a la vez los libros y la noche”.

“En realidad no se trata de una selección porque llevo dedicado a buscar este material y no he encontrado muchos más poemas dedicados al libro dentro del libro”, explica Visor, este editor que lleva años y años dedicado a editar a poetas de las dos orillas.

“Yo creo que la gente se ha dado cuenta de que en Latinoamérica se hace una poesía buenísima, en parte, gracias al esfuerzo de nuestra editorial que ha intentado mostrar la grandeza e importancia de poetas como Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Benedetti, Gioconda Belli, Rojas, etcétera”, precisa el editor.

24.3.10

Pola: la nueva sensación latinoamericana


La escritora argentina.



Pola Oloixarac es joven, guapa, modelo ocasional, fanática de los diseños de Alexander McQuenn, cantante, bloguera, crítica de moda, licenciada en Filosofía... y escritora. Pero no nos encontramos ante una autora cualquiera y mucho menos ante una cara bonita sin más, que dirían los amantes de la crítica fácil. Pola escribe con grandes letras mayúsculas en el actual panorama editorial y así lo demuestra con su primera novela, «Las teorías salvajes», publicada hace dos años en su patria argentina y que ahora la editorial Alpha Decay presenta en España.
Subida en una montaña rusa con tantos picos que asusta, Pola aterriza en España con la segunda edición de «Las teorías salvajes» a punto de salir de la imprenta, un acontecimiento digno de mención en la malherida industria editorial de nuestro país. «No sé si es vértigo la palabra, pero lo cierto es que tengo una serie de sensaciones que prefiero guardarme. No soy muy consciente de todo el revuelo generado, aunque me alegra comprobar que el libro tiene vida propia y me divierte perseguirlo y que vaya más rápido que yo». Una velocidad que la autora se ha encargado de imprimir a una novela en la que despliega un auténtico discurso de desautorización, con tintes de tratado sociológico, ensayo filosófico y entretenida trama no apta (eso sí) para todos los paladares literarios.
Tantas filias como fobiasY es que Pola Oloixarac levanta tantas filias como fobias, ubicada en el centro de una tela de araña que la opinión pública se ha encargado de tejer con sumo cuidado, ansiosa de clavarle su afilado aguijón. «No me creo la idea de personaje público, siento que toda la fuerza gravitatoria está entorno al libro y yo me limito a acompañarlo, aunque soy consciente de que es casi imposible deslindar la figura del autor de la obra». Tan consciente es que incluso se atreve a confundir (un poco más) al lector con pequeños cameos que diluyen la sutil frontera entre la realidad y la ficción. «No puedes olvidar que el libro es el verdadero protagonista, porque si no entras en el juego de la prensa y yo escribí y trabajé tres años para hablar de mi libro. Una cosa es consecuencia de la otra y no es que me esté quejando por aparecer en los medios, pero no me interesa caer en un juego que no comparto». Encendida autodefensa, lógica en el ecosistema mediático de lobos y corderos, que la escritora parecía anticipar con la elección de Theodor Adorno y su «tácita aceptación de lo inhumano» para dar comienzo a «Las teorías salvajes».

«En el mundo contemporáneo dicha teoría se refleja totalmente, no sólo en la liberalización de las costumbres, sino en la capacidad que todos hemos adoptado de volvernos mercancías. Me servía para pensar la manera en la que la maldad y la vanidad son las matrices reales de todos nuestros comportamientos y me divertía hacer comedia con eso». Le divertía y lo hizo, pues logró crear un universo paralelo de jóvenes inadaptados, pasiones sexuales comprometidas, sistemas universitarios oxidados y una primera persona que se atreve a ser políticamente incorrecta con una corrección irrefutable. No obstante, Pola se doctoró en Filosofía y sus referencias a Hobbes, Rousseau, Duchamp y tantos otros ilustres históricos (y no tan históricos, que hasta los personajes de «Padre de Familia» tienen cabida en sus páginas) son tan comunes en el texto como denso su vocabulario. No es gratuito, por tanto, que Ricardo Piglia defina a Pola Oloixarac como «el gran acontecimiento de la nueva narrativa argentina. Inolvidable, salvaje y muy serena».

Modelo, bloguera, cantante, escritora. ¿Se puede pedir más? Ah, sí...que escriba bien. Eso lo conoceremos cuando leamos Las teorías salvajes.

Facebook para periodistas, según Esther Vargas


Esther Vargas, editora de Perú.21

En Facebook hay más de 400 millones de usuarios, lo que hace apetecible el espacio para medios y periodistas: es un buen lugar para encontrar información, promocionar contenidos, conversar con la audiencia y descubrir los intereses de la comunidad.

¿Cómo hacerlo? En primer lugar debemos tener claro que lo recomendable es una página en Facebook y no un grupo. Los grupos funcionan cuando se quiere protestar, reclamar o solidarizarse con alguna causa como vemos aquí.

Crear una página es sencillo. Lo complicado es mantenerla y ganar seguidores (fans).

Las fórmulas de los expertos en Social Media pueden funcionar muchas veces, pero el camino no es sencillo como lo demuestra un estudio de Sysomos de noviembre pasado en el que se señala que más de 35% de páginas tiene menos de 100 fans.

  • El 77% tenía menos de 1,000 fans.
  • 0,047% supera el millón de fans.
  • 0,76 supera los 100,000 fans.
  • 4% tiene más de 10,0000.

La investigación se hizo sobre una base de 600,000 páginas.

Datos importantes para pensar qué debemos hacer. Aquí algunas sugerencias:

1. Ofrece información propia y relevante. Las noticias propias y las primicias serán bien valoradas.

2. Establece el nombre de la página: Ingresar a www.facebook.com/username.

3. La sección Información es básica. Sé claro y concreto sobre tu sitio.

4. Configura la página para permitir la participación de la audiencia (publicaciones en el muro).

5. Conversa con tus seguidores. Recuerda que Facebook no es un depósito de links. Debes estar atento a lo que comenta la audiencia, responder sus preguntas, rectificarte si te equivocaste y agradecer las muestras de afecto y la fidelidad de tus fans. No dejes de plantear preguntas sobre determinados temas calientes.

6. Monitorea las estadísticas de tu página (mejor ahora que llegan por email) y analiza los resultados.

7. Dosifica las actualizaciones en el sitio. No bombardees a la audiencia con información, y considera que la mayor cantidad de usuarios de Facebook es joven por lo que quizás algunas noticias no serán de su interés. Selecciona lo que subirás a FB.

8. No sincronices Facebook y Twitter. Cada red es distinta. En Facebook puedes lucir más tus videos y fotos (una pestaña para Flickr resulta interesante). Aprovecha el espacio. En Twitter debes ser concreto: menos de 140 caracteres, ya sabes.

9. Investiga en las aplicaciones de FB. Este post de Roberto Carreras me sirvió mucho.

10. Aprovecha al máximo el espacio: notas, foros, álbumes, videos.

11. No dudes en destacar tus páginas favoritas en Facebook. Mi sitio en Facebook muestra, por ejemplo las páginas de FNPI, el Knight Center, Periodismo Ciudadano, entre otras.

Y como no debes pensar solo en tu páginas sino también en tu propio perfil te recomiendo incluir Linkedin en Facebook.

Otro post que puede servir es el de Chica Seo y sus cuatro ideas para involucrar a tus fans en Facebook.

Personalizar tu página en Facebook es una buena opción, pero exige una inversión de tiempo y recursos. Grandes marcas lo vienen haciendo como nos cuenta Mashable. ¿Te animas?

La corona de Paul Valéry


Valéry.


Valéry se entregó a una mujer los últimos años de su vida, y de allí, resultó el libro de poemas Corona & coronilla. Lo reeditan esta vez en la Editorial Hiperión. La nota en Babelia:

Nunca es tarde para empezar a tener mala suerte, y Paul Valéry empezó a tenerla a los 67 años, cuando se cruzó con la mujer a la que escribió los textos que forman Corona & Coronilla y a la que se entregó de forma obsesiva, tanto en prosa -"nosotros somos todo, el resto no existe más que por error", dice en una carta- como en verso: "No hay idea mía que tú no extermines", le dice en uno de sus versos; y en otro: "Vivir sin ti un día me lo vuelve de hierro". No parece que la célebre inteligencia del autor de El cementerio marino fuese rival para las maquinaciones de aquella Jeanne Loviton que escribió pocos libros pero coleccionó muchos escritores, a la que François Mauriac definió como "el último gran personaje novelesco de su época"; que antes de llegar a la cama de Valéry había pasado por las de Jean Giraudoux, Curzio Malaparte, Saint-John Perse, el académico y novelista Emile Henriot, el dramaturgo Pierre Frondaie o el filósofo Bertrand de Jouvenel; y a la cual se llegó a considerar involucrada en la muerte de su último amante, el editor Robert Denoël, asesinado de un tiro cuando los dos iban juntos en un coche. Louis-Ferdinand Céline la acusó de ser cómplice de aquel suceso, y otros sospecharon de ella cuando se supo que Denoël acababa de convertirla en máxima accionista de su empresa, algo que ella aprovechó, poco después, para venderle el 90% de sus participaciones a la competencia, es decir, a Gallimard. Esas dudas razonables la acompañaron toda su vida, que fue larga: murió a los 93 años, en 1996. Para entonces ya había roto muchos corazones, entre otros el de Valéry, que no sobrevivió a la noticia de que lo abandonaba para casarse con otro. Al parecer, según se cuenta en Corona & Coronilla, durante los siete años que duró su relación siempre se habían visto en domingo, y ella eligió uno alegre y soleado para hundirle su puñal: "Oh bien amada, / oh día hermoso, / a él acudí / como a una tumba". Eso sí, aunque prescindió del poeta se quedó con sus poemas, y vendió los manuscritos a buen precio a una universidad japonesa. Allí estuvieron hasta que un editor francés acudió al rescate. Hizo bien, porque Valéry siempre importa, aunque se trate de esta colección de tópicos sobre el amor desigual, donde el creador de La joven parca aparece como un enamorado con recursos, cuyos pasos "bajan los peldaños" que llevan al "sedoso cáliz" de Loviton -en otros poemas "algodonosa estancia", "dulce corola", "juguete barroco", "redil", "flor" o "vaso de sombra viva"- , y cuyo "alma obedece su secreto aroma", que lo colma pero no le sacia: "Cuando te bebo más, mi Fontana sin fondo, / más me reduzco a la exigencia de beberte". La cosa, sin embargo, acabó mal: ella, tal vez aburrida de aquel "amor... sin vigor" que reconoce Valéry, levantó el vuelo, y él, después de llamarla "amiga extrema, oh suprema enemiga", "serpiente entre las flores y gusano en la fruta", no superó el golpe, se sintió vacío sin la mitad aventurera de su doble vida y murió sintiéndose un estorbo trágico, incapaz de salvar ese "horrible demasiado tarde" del que habla en una carta y sólo con fuerzas ya para firmar su rendición: "Yo creía que estabas entre la muerte y yo. / No sabía que estaba entre la vida y tú".

23.3.10

Tres Ford, Tres escritores, Tres cuentos


Los tres tristes tigres.


No es el famosísimo refrán de los tres tristes tigres. Este cuento no tiene nada de triste. Mejor dicho, les dejo la nota comentada en la página de Ford, y reproducida por El tiempo:


Antonio García Ángel, Pilar Quintana y Andrés Burgos, se van a practicar EcoSport en tres nuevas Ford EcoSport 2011.

Van a hacer lo que les gusta, a pasarla bien, a la manera de cada uno, en tres lugares distintos de Colombia. Antonio por ejemplo va a coger la EcoSport y cruzará valles, montañas y, finalmente el desierto, para situarse en Punta Gallinas, el extremo norte de Suramérica. Atrás el continente, al frente el inmenso Océano Atlántico.

Pilar irá desde Buenaventura, situada al nivel del mar hasta el Nevado del Ruiz a 4.500 metros de altura, cruzará todos los pisos térmicos del país en la EcoSport, sintiendo como cambia la temperatura del ambiente, la temperatura de la gente y la suya propia. "La dramática geografía, el clima cada vez más frío y la altitud cada vez mayor influyen en nosotros como viajeros", asegura Pilar "y eso puede ser el principio para un buen cuento". Andrés por su parte quiere botarse en cuanto charco de agua se encuentre entre Bogotá y el final de la carretera en el Chocó.

Ríos, charcos, lagunas, lagos, allí va a estar de cabeza. "Este viaje en la EcoSport es una forma directa de decir sí a lo inesperado... o a lo esperado que se vuelve inesperado, porque así como uno no se baña dos veces en el mismo río, tampoco recorre dos veces la misma carretera", asegura Burgos. "No tengo un plan muy trazado de qué quiero hacer en cada tramo del camino.

Estoy abierto a todas las contingencias y eventualidades. El mejor viaje puede tener un destino, pero no un libreto, para que la casualidad haga su aporte y haya una ventana a la aventura", dice por su parte, Antonio.

Por allá en los 50's, Jack Kerouack, '"The King of the Beats", como era reconocido por la comunidad Beatnik, escribió su mítico "On the road" producto de sus viajes de costa a costa de los Estados Unidos. Y Julio Cortázar en colaboración con Carol Dunlop, escribió el famoso libro "Los Autonautas de la Cosmopista", fruto de su viaje París-Marsella.

Es indudable que la carretera es inspiración. Su encanto, probablemente, nace de que pocas cosas nos hacen sentir tan libres, tan vitales, tan cerca de la aventura. Led Zepellin, atravesando la recta del Cesar con el acelerador a fondo o un vallenato, cruzando el río Magdalena muy lentamente: hay muchísimas formas de Practicar EcoSport.

Al igual que Kerouac y Cortázar, tres escritores colombianos se van a rodar por la carretera en búsqueda de tres cuentos. Para eso tienen tres camionetas EcoSport... ¿qué más se puede pedir?


¿No sienten cómo les corroe el cuerpo cierto hálito de envidia? A mí sí...

Hernán Rivera, Premio Alfaguara 2010


Hernán Rivera Letelier.


Escuché en algún corrillo de "mala leche", que le entregaron al chileno Hernán Rivera Letelier el Premio Alfaguara de novela 2010 como "reivindicación" por la tragedia del reciente terremoto que asotó a su país. Otra novela era la más opcionada, aunque el nombre del autor quedó en el anonimato. Al final de cuentas, lo importante es la calidad de la novela. Superar a El viajero del siglo de Andrés Neuman no es tarea fácil. Así comentan el Premio en el ABC:

El escritor chileno Hernán Rivera Letelier ha ganado hoy, con su obra «El arte de la resurrección», el Premio Alfaguara de Novela, que está dotado con 175.000 dólares (unos 129.200 euros) y está considerado uno de los de mayor prestigio del ámbito hispánico.
El fallo del premio lo ha hecho público el presidente del jurado, el novelista y articulista Manuel Vicent, en un encuentro con escritores y periodistas que ha tenido lugar en la sede central del Grupo Santillana.
La novela ganadora está ambientada en el desierto chileno, en las primeras décadas del siglo XX, y narra las andanzas de un iluminado, el «Cristo de Elqui».
El jurado ha valorado el «aliento y la fuerza narrativa» que contiene la novela, así como «la creación de una geografía personal a través del humor, el surrealismo y la tragedia».
Poeta, cuentista y, sobre todo, novelista, Rivera Letelier (Talca, 1950) es uno de los escritores de mayor éxito de su país. Ha publicado, entre otras novelas, «La reina Isabel cantaba rancheras», «Himno del ángel parado en una pata», «Fatamorgana de amor con banda de música», «El fantasista», «Mi nombre es Malarrosa» y «La contadora de películas».
Galardonado en dos ocasiones con el Premio del Consejo Nacional del Libro, Rivera Letelier fue minero en las salitreras del desierto chileno de Atacama, «el más cabrón del mundo», como él suele decir, y en ese escenario ha situado varias de sus novelas.
De joven, era el único minero que utilizaba la biblioteca de su pueblo. Comenzó a escribir a los 21 años, literalmente «por hambre», según él ha contado en más de una ocasión. A esa edad salió por primera vez del desierto y comenzó a recorrer su país.
Tendido en una playa, y con las tripas vacías, escuchó en una radio robada por un amigo que convocaban un concurso de poesía cuyo primer premio era una cena en un hotel de lujo. Le bajaron las musas de golpe y escribió un poema de amor de cuatro páginas,con el que ganó el certamen.
A la XIII edición del Premio Alfaguara se han presentado 539 originales. El mayor número de ellos, 194, procede de España, seguida de México (102), Argentina (100), Colombia (34), Estados Unidos (25), Ecuador (23), Perú (17) y Chile (14), entre otros países.

22.3.10

¡Bienvenido El cangrejo!


Daniel y Cerebro.


Una historia maravillosa gira en torno a la película El vuelco del cangrejo. Daniel, un hombre derrotado, busca en el pueblo La barra aquella lancha que lo sumergirá en otro mundo. El pescador "Cerebro" será el encargado de guiarlo en esa búsqueda incesante. Así la describe el Bogotá39 Ricardo Silva:

Decía el escritor norteamericano Raymond Carver que los relatos que valen la pena son aquellos que nos traen verdaderas noticias del mundo. Y eso es lo primero que puede decirse de este admirable largometraje titulado El vuelco del cangrejo: que la historia triste y sencilla que cuenta, la de un hombre que espera la llegada de una lancha en un pequeño caserío del Pacífico colombiano, presenta a los espectadores toda una forma de atravesar la vida desde un lado hasta el otro. Y que lo hace sin caer en efectismos, sin caer en exotismos, sin tomar partidos de ninguna clase. Y gracias a un grupo de actores naturales que dejan constancia de su vida en cada una de las escenas, y por medio de una serie de planos largos que son un verdadero logro.

El vuelco del cangrejo no es cine colombiano. Es una película hecha en Colombia que se saca de encima el adjetivo. Es, simplemente, cine.

Detrás de sus imágenes contundentes se encuentra el director debutante Óscar Ruiz Navia: es a su talento narrativo (que durante los últimos dos años fue un rumor dentro del gremio) al que se le deben los grandes aciertos que se ven en la pantalla. Sin embargo, habría que reconocer que sin la labor de toda una generación de gestores culturales que se ha fogueado en los principales festivales del mundo, sin el esfuerzo de esta industria modesta que justo a tiempo ha dejado de hablar del boom del cine colombiano, sin el trabajo de una serie de profesionales que han participado ya en un buen número de producciones nacionales, a El vuelco del cangrejo le habría costado mucho más ser la obra notable que es. Quiero decir que Ruiz Navia ha llegado a un lugar que por fin existe: a ese importante grupo de cineastas cinéfilos (los primeros que vienen a la mente son Javier Mejía, Andi Báiz, Carlos Moreno, Ciro Guerra, Jorge Navas y Felipe Martínez) que están dándole forma a la etapa más interesante que se haya vivido en la historia del cine producido en el país.

Todas las buenas películas son, en el fondo, películas documentales: pruebas de cómo funciona alguna parte del mundo. Y esta no es la excepción. Sin juzgar todo lo que alcanza a ver durante un poco más de una hora y media, y sin caer en la tentación de explicarnos los gestos culturales que se encuentra por el camino mientras sigue a Daniel, el protagonista derrotado, en sus encuentros con el pescador 'Cerebro', la cocinera Jazmín, el empresario 'Paisa' y la dulcísima niña Lucía, El vuelco del cangrejo logra mostrarnos cómo es la vida en ese pequeño pueblo llamado La Barra. Y su propio título, que es el nombre de uno de los pocos juegos que distraen a los niños de la comunidad, se convierte en una metáfora que puede ser interpretada de cualquier manera. Por ejemplo, como una manera de decir que hay que tener valor para no quedarse atrás de la vida. Y estamos a merced de lo que venga.

Los cuentos de Primo Levi


Primo Levi tridimensional.


El Aleph ediciones publica los cuentos completos del escritor italiano. 926 paginas de ficción, de aquel toque breve y testimonial que forma su narrativa. En Página 12 comentan el libro:

Primo Levi es un escritor de cuentos. Su primer libro, Si esto es un hombre, publicado en 1947, está constituido por cuentos breves, contenidos dentro de un doble marco: temático (el testimonio) y narrativo (el inicio y el epílogo de sus vivencias en el campo de concentración). La historia no sigue un orden cronológico sino que se desarrolla a partir de lo que el mismo Levi definió posteriormente como “la intuición detallista”, típica de los cuentos de ciencia ficción, es decir, la capacidad de generar la narración a partir de detalles, de particularidades, de puntos a cuyo alrededor las historias se condensan y se expanden. Esta es también su forma de pensar: en efecto, conviene no olvidar que Levi era químico y que sus esquemas mentales eran los de un técnico, de un farmacéutico, como se definió en varias ocasiones, acostumbrado a resolver problemas concretos.

Asimismo, La tregua, la historia de su viaje de regreso, está compuesta por una serie de cuadros sucesivos dispuestos en una secuencia temporal y espacial, y es, a su manera, un libro de cuentos. Si, por otro lado, se pasa revista a los cuentos publicados por Levi a lo largo de su vida, se cae en la cuenta de que nunca dejó de escribirlos, con la salvedad de alguna rara pausa, como por ejemplo la que va de 1980 a 1986, durante la que trabajó en una novela, Si ahora no, ¿cuándo?, y terminó un ensayo sobre el tema de la memoria, Los hundidos y los salvados, su última obra publicada en vida. En aquel período regresó a la poesía, a la narración en verso. Incluso el último libro en el que trabajó Levi, Doppio legame, desgraciadamente inacabado, está formado por numerosos cuentos breves, cartas sobre la pequeña química cotidiana, dirigidas a una interlocutora.

Sus primeros cuentos, un anticipo de Si esto es un hombre, aparecen en 1947 en un periódico comunista, L’amico del popolo. Luego sale a la luz un cuento sobre la Resistencia, La fine del Marinese (El fin del Marinese); y, en 1948, María e il cerchio, que formará parte de El sistema periódico con un título distinto, Titanio. En 1950, también en un periódico, Levi publica Turno di notte recogido con el título Zolfo (Azufre) en el mismo volumen editado veinticinco años más tarde. Levi no desecha nada, porque la actividad de escritor de cuentos es cartujana, minuciosa, artesanal. Gran parte de los textos reunidos en Historias naturales (1966) habían salido publicados en los periódicos Il Mondo e Il Giorno. Lilit (1981) también está constituido por cuentos aparecidos en revistas y periódicos, así como L’altrui mestiere (1985), un libro de ensayo que incluye varios capítulos con un desarrollo narrativo, lo cual delata una ósmosis continua entre su escritura estrictamente narrativa y la de corte más ensayístico.

De acuerdo con el testimonio de amigos y parientes, así como con sus declaraciones y entrevistas, Levi siempre escribió cuentos, probablemente incluso antes de ser deportado a Auschwitz, la experiencia que, como él mismo repitió en numerosas ocasiones, lo convirtió en escritor. Pero escritor ya lo era. Sus compañeros de universidad recuerdan que uno de los cuentos de El sistema periódico, Carbonio (Carbono), que cierra este libro de 1975, lo había concebido ya en sus años de juventud y contado oralmente, al menos de forma resumida. Muchos de sus cuentos nacieron así, de una práctica oral, a raíz de encuentros y tertulias con amigos.

Egos revueltos


Juan Cruz


El escritor y periodista Juan Cruz publica Egos revueltos, una serie de memorias de aquellos escritores con los que ha tenido oportunidad de conocer. Anécdotas y secretos engalanan esta obra. Lo comenta Héctor Guyot para La nación:

Conoció a Camilo José Cela en marzo de 1972, cuando él era un periodista de poco más de veinte años y el autor de La familia de Pascual Duarte gravitaba como una figura de peso de la literatura española. El novel cronista acudió al aeropuerto de Tenerife junto con dos intelectuales de la isla a recibir al visitante ilustre, cuya presencia imponía un temor reverencial: "Tenía esa quijada poderosa de caballo manso, y la frente protuberante (como su barriga) avanzaba con la seguridad de un paquidermo que fuera el jefe de los de su especie". Era dueño de una voz bronca y fuerte. Pero de pronto, tras los saludos, se sintió desvalido y pidió un asiento. "Estoy jodido", dijo. Ya en el hotel, el médico diagnosticó fiebre y ordenó guardar cama. Suspendida la cena de bienvenida y amenazada la conferencia del día siguiente, acompañaron a Cela hasta su habitación y allí, como un niño, el escritor confesó que no podía estar solo. Los dos intelectuales miraron al joven periodista y uno de ellos dijo: "Juanito". De modo que Juan Cruz Ruiz cargó con la misión de acunar al novelista, que apenas ganó la posición horizontal ordenó: "Habla, no dejes de hablar, necesito que me hablen para poder dormir".

Después de rescatar su infancia, su juventud y su encuentro con el mundo en libros como Retrato de un hombre desnudo , Ojalá octubre y Muchas veces me pediste que te contara esos años , Juan Cruz propone ahora una memoria personal de la vida literaria en Egos revueltos , volumen que se alzó con el XXII Premio Comillas de la editorial Tusquets y que el mes que viene se distribuye en el país. Allí el escritor canario desanda el camino espiralado de sus recuerdos en una narración que desatiende la cronología para abandonarse a los flujos y reflujos de una memoria prodigiosa. Pero para recordar primero hay que haber vivido, y en su triple condición de periodista, escritor y editor (trabaja en el diario El País de Madrid desde su fundación en 1976 y fue director de la editorial Alfaguara entre 1992 y 1998), Juan Cruz parece el hombre indicado para fraguar este backstage literario que ofrece perfiles íntimos y reveladores de muchos de los grandes autores del último medio siglo. Testigo perfecto, siempre estaba ahí donde debía para contarlo luego. Por eso el libro es también, y sobre todo, el retrato de una devoción: la suya, que lo empujó desde muy joven al mundo de la escritura y los escritores, en el que supo ver, en medio de sus miserias y grandezas, con ojos compasivos pero nunca ingenuos, una danza de egos de todos los tamaños y colores.

Aquel ego en reposo del hombre que el periodista dejó dormido en el hotel Mencey de Tenerife, por ejemplo, iba camino a convertirse, a medida que se acercaba el Premio Nobel y crecía la fama, en el ego más "denso" de los que Juan Cruz habría de conocer jamás. Quince años después se dieron cita en un lujoso restaurante. Vestido con corbata y camisa roja a rayas, con "la altivez de un hombre que se sabe especialmente poderoso", Cela escuchó frente a unos mariscos una proposición del periodista, que entonces ya trabajaba en El País : el diario quería que el narrador viajara por las Cinco Villas de Aragón y lo contara en una serie que iba a ser publicada durante el verano. Algo habitual, invitar a los literatos a escribir en el periódico. Cela, sin embargo, planteó condiciones propias de un divo del canto lírico o de una estrella de rock, que pasó a enumerar sin demora: quería disponer de un auto Testarrosa, y las camas de los hoteles debían tener determinadas dimensiones; exigió, de paso, un trabajo en la Cadena Ser para Marina Castaño, entonces su ayudante y luego su esposa, que a la sazón estaba allí, compartiendo el almuerzo. No hubo crónicas, claro.

En el retrato que hace de Cela, Juan Cruz señala que el escritor podía ser generoso. "Ayudó siempre, hasta el final. Ayudó a Francisco Umbral a ganar el premio Cervantes; ayudó a José García Nieto a ganar el mismo premio; ayudó a gente a entrar en la Academia; y ayudó a que otra gente no entrara. Era, en ese sentido, como un campesino con poder, animado siempre a ofrecer a sus vecinos, y a sus fieles, el apoyo que le permitían sus contactos y sus influencias. Y estaba dispuesto, también, a pedir la destitución de aquellos que no le rindieran la pleitesía a la que su larga historia le hacía acreedor... Don Camilo era como una poderosa industria."

El Nobel que llegó por mar

Hubo otro futuro Nobel que llegó a Tenerife ante la mirada deslumbrada del joven Juan Cruz. Fue en 1970, y éste no vino por aire sino por mar, como corresponde a alguien que, al avistar desde la costa un tablón mecido por el oleaje, quizá resto de un naufragio, le dijo a su mujer: "Matilde, el océano le trae la mesa al poeta. Ve por ella". Era Pablo Neruda, que regresaba de Cannes a Chile para apoyar la campaña que llevaría a Salvador Allende al poder. Cuando un grupo de notables, entre los que estaba el joven periodista del diario local con su anotador en mano, lo invitó a bajar al puerto de la isla, Neruda se negó. ¿Acaso en España no gobernaba aún Franco, un dictador contra el cual él había luchado? Alguien le recordó que había bajado ya en Barcelona, para pasear por la ciudad junto con su amigo Gabriel García Márquez. Hubo un silencio, que otro aprovechó para decirle que abajo lo esperaban artistas republicanos. El poeta lo pensó. De pronto, le preguntó a Matilde Urrutia: "¿Tú crees que acá abajo habrá arepas?". Sólo la irrupción de ese antojo hizo que el vate descendiera por la escalerilla del Cristoforo Colombo del brazo de su mujer. Escoltado por la comitiva, se dirigió con su "sonrisa de perro tranquilo" hacia el bar Atlántico, donde comió sus arepas rodeado de escritores locales que siguieron solícitos el recitado de sus propios poemas, a los que Neruda ("acaso uno de los egos más grandiosos que dio la historia de la literatura que uno ha podido tocar") volvía cada vez que dejaba de ser el centro de atención. El episodio remite a aquella anécdota que tiene como protagonista a un celebrado escritor argentino: una noche en que compartía una cena con otros diez comensales, su esposa pasó bajo la mesa un papelito urgente donde había anotado: "Hace rato que no hablan de él y se está deprimiendo".

Entre los escritores, la comida y la bebida son cosa seria. Cuando Juan Cruz era ya editor, muchos años después, le tocó compartir un almuerzo en Isla Negra con Marcela Serrano, Arturo Pérez-Reverte y Carlos Ossa, un editor chileno. En busca de pescado fresco, habían dado con el único restaurante decente del lugar. Venían de visitar la casa de Neruda, donde habían visto aquel tablón legendario y los mascarones de proa que el mar le regalaba periódicamente al poeta. "¡Carlos, no hay limones!", gritó de pronto la Serrano, indignada y ante el estupor de todos. Y lo gritó dos veces. "Lo que había sucedido -cuenta Juan Cruz- fue que la novelista chilena le había preguntado en voz baja al camarero si había limones; ella no comería pescado sin limones, y en el mecanismo de relación entre su mente y la necesidad frustrada de los cítricos había un culpable claro, allí presente, el editor... Es muy serio contradecir a un escritor, sobre todo si se encuentra en un lugar propio y se siente defraudado."


19.3.10

Poema del Viernes # 10


Víctor Cabrera (Chiapas, México. 1973)


Conocí a Victor Cabrera hace dos años, en el Festival de Poesía de Bogotá. Un hombre jocoso, que se burla de todo, incluso de sí mismo. Estaba encantado con la capital colombiana, sobre todo, con sus mujeres. Hay un poema extraordinario en su libro Signos de traslado, - recomendadísimo esta obra, maravillosa sensación de lo que cuesta el abandono, el cambio y la incertidumbre - que últimamente significa mucho para mí, y quizá el propio Víctor no lo sabe. Se llama Explicación. Mañana lo recordaré, seguro, en una charla que tendré como invitado, mañana en la Biblioteca el Tunal, a las dos de la tarde. Un abrazo querido poeta, constante visitante de esta Tierraliteraria.

EXPLICACIÓN

Desde una edad incierta
- sus tres años -
Mariana me pregunta
si mudarse es
cambiar de cas.

No le puedo decir que llevo días
tallando las palabras
para hacer un amuleto
que me salve de esa duda.

Que sí, le digo entonces,
que pronto nos iremos de estos muros,
que con los ojos mudaremos de ventanas.

Eso digo, pero callo lo importante,
que lo que muda
es que cambia por la fuerza:
de amor o de lugar,
de fe y de camiseta.

Yo he cambiado
de moldes y de aliento,
y a menudo
me mudo de certezas.

Lo cierto es que no mudo,
modulo
mi voz en estos versos
para hacerme a la medida de mi estancia.

Pero no son mis versos lo importante
sino aquello
que al extenderse callan:

no la estancia
sino el plazo
que en ella se consume,
la sed inextinguible de quedarse.

Porque un día también nosotros nos iremos,
cada quien a frotar sus talismanes,
a habitar una casa a la medida.

Las cartas de Salinger


Salinger sorprendido.


11 cartas y 9 cuentos, fue lo que "rescataron" los interesados en publicar lo inédito de Salinger. Oportunistas. ¿Debemos agradecerles, a pesar de ello? La nota en la Revista Ñ:

El velo quedó descubierto hoy, cuando por primera vez, las primeras cuatro de las 11 cartas inéditas de J. D. Salinger, autor de culto y creador del mítico Holden Caufield, fueron expuestas en la Morgan Library de Nueva York. Se trata de 11 cartas y bocetos (que aquí se reproducen junto a los anticipos que dieron el New York Times, Wall Street Journal y Time Out) dirgidas a Michael Mitchell, ilustrador de El cazador oculto, que, junto a su mujer Beth, constituyó un trinángulo de amistad sólo roto por Salinger cuando rechazó la posibilidad de entregarles un ejemplar autografiado de la famosísima novela. La timidez de Salinger se lee ya en la firma del remitente que varía desde "J. Salinger", pasando por un escueto "Salinger", a secas, hasta terminar en la anónima dirección donde estuvo recluído el resto de sus días: "P. O. Box 32, Windsor, Vt. 05089", en Cornish, New Hampshire. Sin embargo, la grandeza del autor, que murió el pasado 27 de enero a los 91 años queda subrayada por el curador Declan Kiely, quien eligió exponer las cartas en la misma sala donde se expone la famosa Biblia de Gutenberg.

22 de mayo de 1951
"El público aquí es estúpido como el de Nueva York, pero las producciones son mucho, mucho mejores". Salinger escribía desde Londres, después de apreciar los teatros del West End y compararlos con los de Broadway, en la Gran Manzana. En aquel viaje que lo llevó a Europa tomó unos tragos con una modelo de Vogue ("No fue muy divertido, sin embargo"). En la capital británica aprovechó para verse con Laurence Olivier "un tipo muy querible", pero sometido por su esposa "la bella", Vivian Leigh. Durante alguna fiesta se encontró con el bailarín australiano Robert Helpmann ("un homosexual de aspecto siniestro ") y discutió sobre Kafka con Enid Starkie, el crítico irlandés y biógrafo de Baudelaire y Rimbaud. "Diablos, si me olvido de ti", cerraba Salinger.

16 de octubre de 1966
"Tengo diez, doce años de trabajo acumulado por todas partes ... Tengo en especial dos guiones - dos libros, en realidad - que he acumulado durante años y ajustado, y creo que te gustarían". Salinger estaba ahora en Nueva York por llevar a sus hijos al dentista Peggy y Matthew. La familia paraba en la misma y pequeña suite en el Sherry Netherland, donde habían ido los Beatles antes. Peggy, estaba emocionada por ello, y Salinger describiría luego con entusiasmo una descompostura que incluyó vómitos. El escritor señalaba que leía en la cama mientras sus criaturas -"una belleza"-, dormían en la misma habitación. "Pasa por el New Yorker", dijo a Mitchell, a quien extrañaba. Creía haber encontrado por el fin el amor luego del divorcio.

17.3.10

Comienza el XII Festival Iberoamericano de Teatro


Comenzará en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.


Obras como La vida es sueño, Samsara, Guerra, Don Juan, Crimen y castigo, La batalla de Stalingrado y 2666 serán representadas en el XII Festival Iberoamericano de Teatro, que arranca este viernes en Bogotá. Cientos de eventos, miles de artistas inundarán la capital colombiana. Los invitados de honor: Cataluña y Baleares. Barcelona Barcelona... Una de las obras imperdibles será Non-solum, con Jordi López, el antagonista de la película El laberinto del fauno, ¿Recuerdan? Grandiosa actuación del español. Pueden enterarse de absolutamente todo en la página del evento.

Dublinesca


La portada.


Al mejor estilo de Ulises, de Joyce, y de sus Dublineses, aparece el nuevo libro de Vila-Matas, Dublinesca. Así lo recoge Juan Cruz en el diario El país:

Qué rápido pasa el tiempo -piensa-. Miércoles, amor, enfermedad, vejez, clima, aburrimiento, lluvia...". Esas palabras, que están en Dublinesca (Seix Barral), su última novela, son de Enrique Vila-Matas, y aunque esta obra es ficción, y él quiere que sea ficción absoluta, parecen un retrato interior de su propio avatar. Aunque prefiere que no se dramatice la circunstancia, por este barcelonés de 61 años transcurrió una enfermedad seria, y de algún modo ese malestar añadió al miércoles, al amor, a la vida, en definitiva, los sentimientos que aparecen cuando a la vuelta de la esquina se ve el bulto oscuro de un porvenir incierto.

Él salió bien del acontecimiento, y antes y después estuvo escribiendo esta novela, que es sobre un viaje, y no sólo metafórico. El protagonista, Samuel Riba, es un editor que decide jubilarse -a la misma edad que el novelista-; desde esa distancia que le da la decisión de decir adiós a todo eso, junta a unos amigos y se va a Dublín, a celebrar el entierro de la era Gutenberg, en torno a las casualidades que concita el extraordinario Ulises de James Joyce, una novela fundamental en el siglo XX, emparentada además con el nacimiento del padre del editor de ficción (que nació, como el padre de Vila-Matas, al tiempo que llegaba a París el primer ejemplar de la madre de todas las novelas modernas). Lo cierto es que aquí Vila-Matas muestra de nuevo, y con un vigor que se parece al de los sueños, lo que en la propia novela se llama "fanatismo desmesurado por la literatura".

Hablamos con él en la Librería Central, en Barcelona, recluidos en la parte más recóndita del café. Enrique Vila-Matas vive ahora, después de aquel contratiempo que ya es tan sólo memoria, mucho más adentro, como si se hubiera cambiado de habitación y hubiera pasado del cuarto de Bartleby al territorio del que Dublín, como en el libro, es una metáfora de silencio, misterio y (buena) literatura.

Crepúsculo, al manga


Edward.


Los fans de «Crepúsculo» están de enhorabuena. Aunque tendrán que esperar hasta junio para poder ver en la gran pantalla «Eclipse», la siguiente entrega de la saga de Stephenie Meyer protagonizada por Robert Pattinson y Kristen Stewart, hoy es un gran día para sus vampíricos corazones, pues sale a la venta «Twilight: The Graphic Novel».

De momento, la versión manga de las aventuras de Bella y Edward, supervisada por la propia Meyer y puesta en práctica por el artista coreano Young Kim, sólo será publicada por la editorial Yen Press en Estados Unidos y Atom en Reino Unido, aunque teniendo en cuenta su espectacular acogida, a buen seguro las editoriales españolas pondrán pronto sus ojos sobre un caramelo de jugosa rentabilidad para sus arcas.

Chopin, Sand, Musset


Chopin, por Delacroix.


Llegué a George Sand por Alfred de Musset, un poeta que me ha influenciado desde siempre. Recuerdo que el primer poema que verdaderamente me cautivó fue Lucía, del poeta francés. A partir de allí leí toda la poesía traducida en español de Musset. En fin. George Sand influyó decididamente en la poesía del galo y en la música de Chopin. Al final, Chopin se quedó con Sand, y el pobre Musset, decilusionado de todo y de todos, acabó solo, muerto a los 48 años de edad. Esta historia la conozco bien, y de hace tiempo. En La nación de Argentina publica Ernesto Schoo un pequeño aparte de esta leyenda, que no lo es tanto, a propósito del bicentenario del nacimiento del músico. ¿Alguien sabe de una novela que se escribió sobre esta apasionante historia? Sí. Alguno me dio ese dato. ¿Sería mentira? ¿Me lo soñé? Aquí lo publicado en ADN cultura:

Con sus propias manos le preparaba su postre favorito, el clafoutis , un rechoncho panqueque relleno con compota de manzanas. En la intimidad lo llamaba, cariñosamente, Chips o Chipette. La "buena dama de Nohant", la famosa escritora George Sand (Aurora Armandine Lucile Dupin, su verdadero nombre), y el célebre músico polaco (hijo de francés) Frédéric François Chopin compartían sus vidas en la mansión campestre de Nohant, a treinta kilómetros de Châteauroux, en el Berry. La estampa era idílica: ella escribía sus populares novelas y sus ensayos, él componía su música inmortal y ambos recibían, en veladas que serían legendarias, a los grandes artistas que hacían de Francia el centro cultural del mundo, cuando el mundo era sólo Europa. Franz Liszt, Eugène Delacroix, Gustave Flaubert, Victor Hugo, Honoré de Balzac, los dos Dumas (padre e hijo), la actriz Marie Dorval, el poeta alemán Heinrich Heine eran los habitués de Nohant. Los dos hijos que George Sand había tenido con el barón Dudevant, su marido legal, Maurice y Solange, también estaban allí.

La mansión había pertenecido a la abuela de George, madame Dupin de Francueil, hija natural del mariscal Mauricio de Sajonia, insigne militar del reinado de Luis XV. Es una típica casa de campo francesa del siglo XVIII, sólida, sencilla y elegante, hoy en día pintada de un vago color rosa viejo, con su jardín, su huerto, su granja, su monte de frutales, de todos los cuales se ocupaba y sacaba partido la hacendosa dueña de casa, a quien sus vecinos más modestos apodaban "la buena dama de Nohant", por su afán caritativo y el vigor con que los defendía en sus pleitos. Porque George Sand -nacida allí, el 1° de julio de 1804-, entre otras extravagancias (para el criterio de su tiempo), adhirió tempranamente al socialismo. Se había criado en el campo, donde madame Francueil la inició en la lectura y la equitación. Indómita amazona, de esta afición le vino la costumbre de vestir ropas masculinas; también fumaría cigarros y en pipa. Se educó formalmente en París, en el Colegio de las Agustinas Inglesas. Aprendió inglés a la perfección, dibujaba y pintaba pasablemente, y su vocación indudable eran las letras. En 1822 su abuela la casó con el barón Dudevant, quien bien pronto desaparecería de la escena.

En 1830, el escándalo: Aurore Amandine se fuga a París con Jules Sandeau, escritor y periodista de cierto renombre, un año mayor que ella. Viven la azarosa vida de bohemia y escriben en un pequeño periódico que acaba de ser adquirido por un tal Hyacinthe Thabaud de Latouche: Le Figaro . Firman a dúo como Jules Sand; de donde, al separarse, nace George Sand con la primera novela, Indiana , de 1831. Siguen Valentine (1832) y Lélia (1833). Y en ese último año, la relación amorosa con el poeta de moda, Alfred de Musset. La liaison dura hasta 1835, cuando George inicia una ronda de amantes que resulta un catálogo de artes y oficios: el revolucionario Michel de Bourges, el botánico y poeta Charles Didier, el filósofo Pierre Leroux, el actor Bocage, el dramaturgo Félicien Mallefille. En 1837, Chopin.

El músico polaco, nacido en Varsovia el 1° de marzo de 1810, ya era célebre. En el otoño de 1836 los presenta un amigo común, Franz Liszt, durante una velada musical en el Hotel de France. Sand es seis años mayor que Frédéric, y su atuendo y los modales masculinos sorprenden al compositor, que se inclina al oído de su amigo Ferdinand Hiller: "¡Qué antipática es esta Sand! ¿Es de veras una mujer?". Simétricamente, Sand le pregunta a su amiga de toda la vida, madame Marliani: "¿Es éste un hombre? Parece una niña". Si la anécdota es verídica, la asignación de papeles ya está jugada desde el comienzo, porque George será el varón (la iniciativa sexual será de ella, tiempo después, en otra velada musical, esta vez en casa de Chopin) y Frédéric, no exactamente la mujer (su virilidad no está en duda: las mujeres caían a sus pies y él las cosechaba con entusiasmo) pero sí un hombre delicado, muy cuidadoso de los modales y las formas.

En el verano de 1838 se instalan juntos en París, en departamentos contiguos, George con sus hijos y un servidor; Chopin, solo. También separados viajan a Mallorca, supuesta Isla del Sol (llovió casi todo el tiempo que estuvieron allí), por consejo del médico que atiende la tuberculosis -junto con la sífilis, el mal de la época- del músico. Alquilan una hermosa villa, Sant Vent, de la que son desalojados al revelarse el mal que aqueja a Frédéric. Se los obliga a pagar la desinfección de la propiedad. Se mudan a la Cartuja de Valldemosa, antiguo convento, donde ni siquiera hay un piano decente para componer. Chopin le escribe a su amigo de París, el fabricante de pianos Camille Pleyel, pidiéndole que le envíe uno. De paso, le comenta: "Mi celda tiene la forma de un ataúd".

Cuando por fin llega el piano, en enero de 1839, la hostilidad de los mallorquines, temerosos del contagio y escandalizados por la índole de la relación, estalla por fin. Pretenden cobrarles un altísimo derecho de importación: George consigue, con diplomacia y gritos oportunos, una rebaja considerable. Pero la enfermedad avanza y el 13 de febrero son prácticamente expulsados de la isla. El magnífico piano es malvendido, porque nadie quiere hacerse de un instrumento donde tocó un tuberculoso. En Barcelona, paran en el Hotel de las Cuatro Estaciones, que les cobra el importe de la cama, pues deberán quemarla, según las normas sanitarias. Ya en suelo francés, en Marsella, la mejoría se acentúa: tras una quincena en Italia, en mayo, pasan el verano en Nohant. Chopin pesa 45 kilos. El 12 de octubre vuelven a París: Chopin se instala en el 16, rue Pigalle, pero no puede pagar el alquiler (gana mucho pero también gasta desproporcionadamente), Sand le consigue otro, más barato, y se hace cargo de los gastos.

La relación duró nueve años; la pasión, apenas dos, si damos crédito a esta carta de George a un amigo, del 12 de mayo de 1847: "Hace siete años que vivo como una virgen. Con él y con los otros". Bajo la apariencia idílica, en Nohant latían pulsiones tormentosas. Una noche, en el verano de 1848, en presencia de Delacroix, Heine y, por supuesto, Chopin, George les leyó su novela más reciente, Lucrezia Floriani . La historia de una famosa cantante, enamorada de un adolescente al que debe cuidar y atender como si fuera un hijo y no un amante. Chopin, impasible. Delacroix le confiaría a una amiga, poco después: "Pasé tormentos durante esa lectura. El verdugo y la víctima me asombraron por igual". Heine, a su vez, escribió a su amigo Laube: "Ella maltrató escandalosamente a mi amigo Chopin, en una novela detestable pero divinamente escrita". La ruptura definitiva ocurrió por un drama doméstico. La hija de George, Solange, insistía en casarse contra la voluntad de su madre, quien pretendía imponerle a Chopin que ni siquiera se pronunciara en Nohant el nombre de la muchacha: "Si llegas a nombrarla en mi presencia, no vuelvas más". Chopin nunca volvió.