22.1.11

El bolígrafo de gel verde


La portada.


Es posible. Siempre ha sucedido. Que te lean, siempre sucede. Pero la manera en que te leen, de cómo llega tu escritura a manos de los lectores...es allí donde el mundo ha cambiado. Para la muestra, esta nota:

No suele ser lo más habitual, pero a veces pasa. Que la vida, la literatura incluso, sean como un cuento de hadas. Una película con final feliz. Es lo que le ha sucedido a Eloy Moreno, informático del Ayuntamiento de Castellón, que se ha convertido en un novelista de éxito. ¿Cómo? Pues, prácticamente, como Juan Palomo. Él se lo ha ha guisado y se lo está comiendo, aunque ahora una gran editorial, Espasa, también comparte mesa y mantel con él. Un Juan Palomo con la ayuda, eso sí, de las redes sociales de Internet, Facebook, mayormente. Hace cinco años, tras atragantársele una novela con premio dentro decidió que él iba a escribir la suya, «una novela que a mí como lector es la que me gustaría leer». Lo hizo. Y la bautizó: «El bolígrafo de gel verde» (www.elboligrafodegelverde.com). Ya con la criatura en sus brazos tomó una insólita decisión. Él mismo se iba a encargar de autoeditarla. Y también lo hizo. Es más, también se atrevió con la distribución. De librería en librería. De puerta en puerta. El boca a boca digital dio alas a su libro, y al vuelo internáutico lo cazó Miryam Galaz, editora de Espasa, que se ha hecho cargo de la novela, ya en su segunda edición.
¿Es usted un romántico, o tiene la cabeza dura, Eloy? «Pues sí, soy muy cabezón. Ya que había estado dos años y medio escribiéndola, me dije, pues voy a venderla yo mismo, no voy a esperar y esperar para que al final me quede con ella para toda la vida y se quede sin salir». Con su libro autoeditado bajo el brazo, con la ayuda de su padre en los transportes, y de su madre con un ejemplar en el bolso haciendo proselitismo por el híper y la carnicería, Moreno llegaba los fines de semana a las librerías. «No, hombre, me decían, lo que tiene que hacer es una presentación, esos son los cauces normales... y yo les decía, pero a una presentación sólo van a venir mis familiares y mis amigos, y a esos ya les he vendido el libro... déjenme hacer algo distinto. Y acababan por dejarme».
La galaxia Gutenberg se encontró entonces con la galaxia Facebook. «Soy informático y trabajo haciendo páginas web, conozco bien el medio y sé las oportunidades que pueden brindar las redes sociales. Hace diez años, sin ellas, esto habría sido imposible», reconoce el autor. «Una tarde en una librería puedes llegar a conocer a 30, 40 personas no más. Me puse a contactar en Facebook, y se creó un boca a boca digital que es mucho más rápido y efectivo», rememora.

Los protagonistas de la novela de Eloy Moreno son gente normal, corriente, incluso muy corriente. Personas que se pasan tres cuartas partes del día trabajando, sin alicientes, buscando aparcamiento, sin ver a sus hijos, sin una satisfactoria vida de pareja. Quieren cambiar, pero no saben muy bien cómo. Como su creador, el primer actor de «El bolígrafo de gel verde» acabará por hacer su sueño realidad, tras pasar por un amarguísimo trance y un via crucis iniciático en la montaña. «No, no es una novela autobiográfica, aunque en un momento de mi vida yo también cambié radicalmente. Era autónomo y aquello no era vida, así que decidí hacer unas oposiciones. Me la jugué y salió bien. Reconozco que la gente se mete en una rueda y es difícil salir de ella, es difícil cambiar. Pero estoy muy contento por el hecho de que haya lectores que me han comentado que mi libro sí les ha hecho ver la vida de otra forma».
No ve la tele, le gustan Millás, Asimov y Saramago, y no le hace ascos a los bestseller. «Fíjese en Larsson. Al principio era un libro de culto, feo, casi daba miedo comprarlo, y luego...». Pero eso sí, lo que tiene «entre ceja y ceja» son los libros premiados: «Mucho premio, pero hay cantidad de ellos que no dicen nada, que no te llegan».
Por la noche, después de cenar, Eloy Moreno se ponía ante el ordenador. Y los fines de semana, ración doble. Así, hasta terminar y estar seguro de haber hecho un buen trabajo. Sobre todo, cuando alguien, «casi siempre chateando, me decía, pues he llorado en tal o cual página, y precisamente ahí también había llorado yo, esa conexión con los lectores es impagable».
Repuesto ya de aquel agradable susto de recibir una llamada en su trabajo del Ayuntamiento («Hola buenas, que somos de Espasa») a Eloy Moreno le queda otro susto por delante: «Sí, algo tengo pensado de la segunda, pero cuanto mejor vaya ésta, más miedo me da». Pero sabido es que sarna con gusto no pica.

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