En el suplemento Babelia de hoy, el movedizo periodista español Juan Cruz entrevista a Günter Grass a paropósito del lanzamiento del segundo tomo de sus memorias, La caja de los deseos.
Lejos del escándalo universal que se armó con Pelando la cebolla, el volumen anterior donde el Premio Nobel alemán reconoció su paso adolescente y fugaz por las SS nazis, en este caso la bulla fue más domésitica: Grass repasa aquí la relación con sus ocho hijos de diferentes madres. A todos les mostró el manuscrito antes de enviarlo a la imprenta, y todos tuvieron algo que decirle a ese "padre incapaz", como él mismo se define en esta tajada de su autobiografía.
Si en la entrevista Grass hace una tibia autocrítica sobre su patriarcado, parece entrar en calor cuando el amigo Juan Cruz le pregunta: "¿Usted se siente reflejado en lo que escriben sobre usted 'los chicos de la prensa'?" El autor de El tambor de hojalata responde:
"No quiero hablar sólo sobre lo que me concierne; soy lector de periódicos y veo lo que sucede en la prensa. Y tengo que decir que muchos periodistas escriben por debajo de su nivel. Muchos se adaptan al espíritu del siglo, tienen unos conocimientos absolutamente deficitarios de los libros, hacen todo de una forma muy superficial, les interesa más el color de mi pantalón o cómo éste combina con mis zapatos... Esto por un lado es deprimente y por otro es aburrido y no contribuye gran cosa a esa función mediadora que debería tener el periodista crítico entre el libro y los lectores".
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