José Emilio Pacheco estuvo hace poco en Colombia, y tuve la fortuna de escucharlo en la Casa Silva. Quizá sea la última vez que arribe a nuestro país, ya que, después de ganar este prestigioso premio, tendrá su agenda bastante apretada. Dice la nota en Ñ:
Hace apenas tres horas llamaron a su habitación de hotel en Guadalajara, donde se encuentra por un homenaje que le organizaron en la Feria Internacional del Libro (FIL), y le dieron la noticia: José Emilio, le dijeron, ganó el Premio Cervantes. Se entiende que Pacheco ahora tenga esa "sensación de irrealidad".Dotado con 125.000 euros, es el mayor reconocimiento en lengua española y el anuncio lo hizo la ministra española de Cultura, Angeles González-Sinde.
"Definir a Pacheco es definir el idioma entero", destacó el presidente del jurado del premio, José Antonio Pascual. Para el crítico Julio Ortega, participante del homenaje que se le hizo justamente ayer en la FIL, la obra de Pacheco "nos hace parte de la nobleza de nombrar, de la benevolencia de creer, y de la ironía de que el lenguaje sea, a veces, más inteligente que el mundo que refiere".
Luego de un año de reconocimientos (este año también recibió el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana), el autor de un libro icónico entre los jóvenes mexicanos (Las batallas en el desierto , 1981) dice que a pesar de los premios sigue creyendo en su visión sobre la poesía definida en "Carta a George B. Moore en defensa del anonimato": "Extraño mundo el nuestro: cada día/ le interesan cada vez más los poetas;/ la poesía cada vez menos". Ahora, mientras considera este mundo como un lugar muy difícil de vivir, Pacheco se deja caer en el sillón blanco de una de las salas de la FIL. Está exhausto, pero igual saca de su maletín un voluminoso libro de 800 páginas con sus poesías completas. "Esto no es fecundidad, es muchísimo tiempo", dice, y hace un cálculo rápido: 800 páginas en 50 años dan sólo 16 páginas por año. "Podría decirse que soy un flojo".
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