9.7.10

Santiago Cepeda, Premio Nacional de Poesía Inédita 2010


Tomado de su facebook...


El buen Santiago ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía Inédita 2010. Un joven talentoso, sin duda. Estudió literatura en la Universidad javeriana y hoy día se desempeña como profesor titular del Colegio Los Nogales, en Bogotá. Aquí les dejo un artículo que publiqué exclusivamente para el Periódico Con-fabulación en su último número, y que ahora comparto con ustedes en Tierraliteraria:


Con el libro “Arder no ha sido luz”, el joven bogotano Santiago Cepeda se ha adjudicado el Premio Nacional de Poesía Inédita 2010. Los jurados del concurso, Gonzalo Mallarino, Maruja Vieira, Giovanni Quessep y el mexicano Ernesto Lumbreras, calificaron la obra como “un libro de honda sensibilidad lírica”. El poemario está armado a manera de una obra dramática, constituido por un coro, tres actos y siete escenas, abordando en él siete temas, y que son: el lenguaje, el dolor, la identidad, el amor, el desengaño, la maravilla y la muerte.
En la poesía de Cepeda se entreteje un lenguaje acompasado, dinámico, con un anuncio en la palabra próximo al estremecimiento. Aun así, puede percibirse un tono sutil de comicidad en no pocos poemas, alcanzando un acento infrecuente en la reciente poesía colombiana. Un tono que me recuerda al extraordinario Rafael Cadenas, con versos vigorosos, entusiastas. Tal el caso del poema “Paraíso II”, donde Eva y Adán. / Dos palabras sobre un papel / no se tocan nunca. / Adán, Eva / Eva es Ave, / Adán es Nada. / Anda Ave / Vea Adán / Hágase lo que se haga / en la página / los dos desgraciados no se tocan. O en este otro que titula “Edicto de Tesalónica”, que reza: Tras padecer una enfermedad / comúnmente conocida como Tiempo, / ha muerto sobre un trampolín / el último atleta de la fe. / No alcanzó siquiera a romperse el cráneo / contra la alberca vacía. Pero si en los anteriores pasajes la ironía es tratada de manera lúcida, en uno de sus mejores poemas, “Nudo en la garganta tras leer a Walt Whitman”, Cepeda convoca a la confidencia humana, en un cuidado notable de las imágenes empleadas, y con una fuerza en la versificación que no disminuye nunca. Revela el poeta a lo largo y ancho del libro su preferencia por los poemas breves, donde el laconismo es, más que un recurso poemático, una experiencia autoplanteada para encontrar una voz vívida. Existe, sin embargo, un largo poema al que llama “Una mirada en otra”, donde se distancia un tanto de aquella poesía perspicaz y fecunda, y se interna en territorios desconocidos. La apuesta es válida, y es de anotar que el poema tiene una musicalidad sugestiva, aunque, como me comentó García Maffla en algún instante, y cuya sentencia es de por más erudita, el poema extenso es como un río que fluye, y fluye, y fluye, pero el cual se desperdiga tanto que deja de ser río para volverse un mar. Treinta y cinco versos son suficientes como treinta y cinco segundos lo son para atravesarlo.
El lector de poesía, sin duda, tendrá en sus manos, con “Arder no ha sido luz”, un maravilloso abanico lírico digno al Premio que le ha sido otorgado. Ya veremos cómo Santiago Cepeda afronta la palabra esencial en la historia literaria de nuestro país. Seguramente con más poemarios de alta factura como aquel que ha conseguido el Premio Nacional de Poesía Inédita 2010, “Arder no ha sido luz”.


(CADENA TRÓFICA)
La malicia del sol consiste
en agonizar tan lento
y obligar a unos tantos
yo
mis zapatos
mis botones
y mis libros
a esperar esperar esperar
la noche infinita.

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