Ayer tuve la oportunidad de escuchar a uno de los grandes, a un verdadero maestro de la palabra esencial, A José Emilio Pacheco. ¿Cómo perderse este recital? Imperdonable para los que no asistieron. Me quede como mudo, como tartamudo un poco después de que recitó el siguiente poema. Cuando a mi vida llegue aunque sea un leve asomo de escribir algo como esto, diré que ahora si he empezado a escribir poesía...(Catalina...I'm sorry...tuve que dejarte así, sin siquiera despedirme...) Disfruten:
“Entra bajo el calor, mide mi cuarto.
Su torpe vuelo no produce ruido.
Da vueltas por la lámpara.
No se atreve a inmolarse.
Pegado a la pared se queda inmóvil.
Se limita a observarme y a temerme.
Se resigna a morir, triste, seguro
de que voy a aplastarlo.
Su pasiva fijeza es un misterio:
Está retando al mundo y a lo humano.
“El colibrí, muestra irrisoria
de total desamparo,
sin duda es (como) lento, antiestético.
Pero no dice: Apiádate. Odia la compasión.
A su manera es valiente entre los valientes.
Otros dirán: Imbécil.
Puede escapar. Hay puertas y ventanas.
“No voy a destruir a un inocente.
¿Quiero ostentar misericordia altiva?
¿O estoy paralizado como él,
incapaz e aceptar su desafió?
“El zancudo me dicta sin quererlo
su elección indeseable:
Si aún sigues aquí
no es por tu mérito.
Se trata nada más de que hasta ahora
alguien ha decidido perdonarte”.
1 comentario:
No te preocupes.
Y sí, la lectura fue increíble. Qué hombre más agradable y qué buen humor.
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