3.9.10

Isabel Allende, Premio Nacional de Literatura de Chile


Isabel Allende.


Después de la controversia generada, se le ha concedido el Premio Nacional de Literatura de Chile a la comercial escritora Isabel Allende. En este caso, no por vender más, significa que su calidad no sea la mejor. Su literatura es fresca, sencilla, y es eso lo que buscan los lectores. Sencillez en el lenguaje. La nota en La zancada:

Tras meses de polémicas, candidaturas frustradas y frases elogiosas de ex presidentes, hoy el Premio Nacional de Literatura fue otorgado a la escritora Isabel Allende. El resultado no es sorpresivo: durante estos últimos meses, la necesidad de reconocimiento a Isabel Allende se basó en factores externos a la calidad literaria: que pocas veces se ha premiado a una mujer, que es tan exitosa en el extranjero que parece imposible que lo sea en nuestro país, y un etcétera tan largo que el Premio, su historia y su mérito pareció olvidarse entre tanta confusión de opiniones y argumentos.

Allende, que ha publicado desde 1975, ha lanzado más de 20 novelas y ha ganado más de 30 premios, no debería quejarse demasiado del reconocimiento de su obra. Según comentan, el mismo Presidente llamó a Allende, y ella ha declarado que se siente contenta de haber recibido este premio en su propia tierra, y que éste es un triunfo no sólo de la buena literatura, sino también de las mujeres. Es, por supuesto, un triunfo personal, pero también una reivindicación de una literatura que pocas veces se ha premiado en Chile.

El problema -si es que hay un problema en algo tan poco relevante como la obtención de un premio en literatura- es que, al menos hasta ahora, nadie ha decidido por qué debemos dar un premio a algún escritor. Y puede estar bien que debamos galardonar a escritores que intenten compensar ciertas discriminaciones en nuestra sociedad. Puede estar bien, por ejemplo, otorgar los próximos premios a escritores de comunas más pobres, o sólo a escritores de best Sellers que se sienten atacados por la Academia, pero si nadie decide qué premiamos cuando premiamos, el premio sirve de bien poco. Por eso, por muy de acuerdo que estemos con la necesidad de premiar a Allende, antes de todo eso, sería mejor ponernos a pensar si queremos que este premio siga existiendo.

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