20.9.10

PoeMaRío


El post del evento.


Faltan sólo dos días para que comience el Festival Internacional de Poesía del Caribe, o PoeMaRío, como es mejor conocido. He sido invitado este año, asi que, por esta semana, postearé poco. Luego colgaré la programación. Entre los invitados también están Piedad Bonnett y Giovanny Quessep. La ciudad de Barranquilla es la sede, pero también hay recitales en Puerto Colombia, Soledad y otros pueblos y ciudades cercanas. Les dejo una entrevista que concedió para Mediaisla Miguel Iriarte, uno de los organizadores:

¿Como van los ánimos para la tercera convocatoria de PoeMaRío, cuántos países se darán cita este año en el Festival de Poesía de Barranquilla?

—Bueno, PoeMaRío, para este año, y como en los anteriores, siempre se debate entre la euforia y el desencanto. Con excelentes razones para ambos sentimientos. Euforia por ver que la temperatura de la idea está consiguiendo buenos momentos y se respira una expectativa positiva. Así lo hemos percibido en las fechas preparatorias que se han realizado desde el mes de marzo, especialmente la exposición y tertulia sobre el poeta negro Candelario Obeso; el recital y conversatorio sobre Gómez Jattin en su pueblo natal de Cereté; el recital internacional con un poetas de Gambia, Turkmenistán y Colombia; y el recital de tres voces colombianas desde el Caribe con figuras como Harold Alvarado Tenorio, el poeta ciego Samuel Serrano y una joven voz de estos días llamada Katho Gómez.

Algunos nombres y expectativas. ¿De Colombia, internacionales?

—Este año tendremos poetas como Deth Guerreiros, de Brasil; Enrique Noriega de Guatemala; Regina Swain, de México; Diego Valverde de Villena, peruano que vive en Madrid; y Luis Hernández, cubano que también vive en Madrid. Dos de ellos, Brasil y Cuba, programados el año anterior pero que no pudieron asistir. Contamos también con poetas colombianos de la talla de Piedad Bonnet, Giovanni Quessep, Eugenia Sánchez, Sonia Truque y Robinson Quintero Ossa, por ejemplo, o los jóvenes laureados Hellman Pardo y Esmir Garcés; así como con poetas del Caribe colombiano como Tallulah Flores, Julio Olaciregui, John Better, Irina Henríquez, José Luis González o Danith Urango, para nombrar sólo algunos. Son 50 poetas que estarán leyendo en diversos espacios de la ciudad: teatros, auditorios, centros culturales, esquinas, centros comunitarios, barrios populares, bibliotecas, colegios, universidades, parques… Vamos a ver qué pasa este año. Yo al menos soy un pesimista disciplinado.

¿Como se ha ido integrando la ciudad a esta fiesta de la palabra, como lo siente, como lo vive?

—En realidad las respuestas de la gente que pueden medirse en asistencias a los más de 25 recitales programados en cada versión, con públicos que van de las 15 ó 20 personas pasando por las 40, 50, 60, 70, 100 hasta 200, permiten pensar que la gente identifica la propuesta, la reconoce y asiste, aunque siempre queda la sensación de que pudo haber sido mejor: pudo estar mejor organizada, pudo estar mejor balanceada en su poesía, pudo haber sido en un mejor lugar, pudo haberse hecho una mejor difusión, en fin… Lo cierto es que el evento ya hace parte de los eventos de ciudad que figuran en la guía oficial de cultura y turismo de la ciudad y la región. Aunque eso no necesariamente significa mucho.

A la vuelta de tres años, ¿cómo ven los organizadores que va tomando forma la idea de integrar a toda la comunidad en una monumental empresa como ésta?

—A solo tres años no es posible hacer balances demasiado optimistas sin caer en la tontería. Para lograr un verdadero impacto comunitario y de consideración en el sensorium de la ciudad hace falta persistir en los fracasos con verdadero entusiasmo y dejar que el tiempo madure el trabajo a través de las interpelaciones que el festival le plantee a la gente. La organización debe fortalecerse y ahondar en la gestión del proyecto.

¿Críticas, disidencias, desencanto? ¿Qué dice la gente de a pie, los poetas, el sector oficial?

—En realidad ninguna crítica seria, ni disidencia que duela. Diatribas, incomprensiones y calumnias que hacen parte de las emociones de este tipo de trabajos. Algunas recomendaciones de buena fe; opiniones respetuosas; uno que otro insulto; la gente de a pie lo vive y lo agradece, y muchas otras son indiferentes, pero siempre con excepciones maravillosas; los poetas en su caso leen, celebran, disfrutan, comparten, despotrican, valoran, desconsideran, echan vainas y abrazan. El sector oficial es parco en el apoyo pero es respetuoso y sabe lo que vale el evento en términos culturales.

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