3.5.09

LA VUELTA DE CORTAZAR


El fumador Cortázar.

El tiempo publica lo siguiente:

Entre las curiosidades hay un capítulo sin publicar del 'Libro de Manuel', 13 poemas, cuatro autoentrevistas y tres historias de cronopios que se creían desaparecidas. Los textos estuvieron guardados en una cómoda del apartamento de su viuda, Aurora Bernárdez, en París. La crítica literaria Graciela Speranza fue la primera persona que leyó el texto y estos son extractos de su comentario, que se convierte en una exclusiva mundial.

Convendría, tratándose de Cortázar, que el lector traicionara el orden dócil del índice y la cronología, y empezara a leer las casi quinientas páginas de inéditos y textos dispersos de 'Papeles inesperados' por cualquier parte. Sería ideal que el azar lo llevara a "Manuscrito hallado junto a una mano", por ejemplo, un cuento escrito alrededor del 55, que en apenas seis páginas condensa el mundo cortazariano y se lee con esa sensación doble, de familiaridad y extrañeza, con la que se descubre un rostro conocido en un viejo álbum de fotos. Antes de llegar al final, uno ya está preguntándose -enigma insidioso de las ediciones póstumas- por qué Cortázar no habrá querido publicarlo.

La trama fantástica es sencilla, casi ingenua, pero se expande y se complica con la destreza del escritor que puede mover todos los hilos y al mismo tiempo ocultarlos con la fluidez transparente de la prosa. La posibilidad de reunir la pasión intelectual y la experiencia pura, la adecuación de audacia formal y fluidez narrativa que hoy se celebran en las ficciones del chileno Roberto Bolaño, florecieron sin duda en la obra de Cortázar y abrieron una nueva vía para la literatura en lengua española. Bolaño nunca dejó de reconocerlo ("Cortázar, que es el mejor", dice en un repaso de la gran tradición argentina) y está claro que su "modernismo visceral", con un fondo romántico y surrealista, abreva en ese camino, en confluencia feliz con la vía regia abierta por Borges.

La colección compuesta por Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga es muy variada pero el lector podrá ir tramando sus propias series, como siguiendo un "Tablero de dirección" imaginario: relatos breves que son apenas la expansión de una imagen o un detalle (la tos de una mujer durante un concierto de Yehudi Menuhin en la Alemania derrotada, un pájaro Narciso que se choca contra su reflejo en el espejo retrovisor de un auto estacionado), ciudades escritas en la ficción o la crónica (París, Nueva Delhi, ciudad de México, Managua), iluminaciones del paseante urbano (a pie, en subte o en auto), semblanzas de un arco inclasificable de escritores, músicos y pintores (de Lezama Lima, Ángel Rama o Susana Rinaldi a Michel Portal o Francis Bacon), caprichos. Es cierto que entre los cientos de páginas rescatadas hay también unas cuantas prescindibles, a las que quizás se les hubiera hecho más justicia dejándolas en el armario: textos anodinos de 'Historias de cronopios' y de famas suprimidos por los buenos oficios de un editor sagaz de esos que ya no existen, Paco Porrúa; un capítulo del 'Libro de Manuel', desbocado en esa prosa poética desbordante de coordinadas de la que Cortázar abusó en sus momentos más olvidables y derivó en sus epígonos en la peor versión del cortazarismo; humoradas; reapariciones infelices de Calac y Polanco, apenas soportables en su lugar de origen; toda la poesía.

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