6.8.09

El crecimiento de la crónica


Poniatowska y Eloy Martinez, enamorados de la crónica.

"Si se hablara de un nuevo boom latinoamericano, no sería en el campo de la literatura sino de la crónica". Era 23 de julio y Mario Jursich, director de la revista El Malpensante, lanzaba esta hipótesis durante la presentación del libro Frutos extraños, de la periodista argentina Leila Guerriero. "Junto a Martín Caparrós y a Juan Villoro -continuó Jursich-, Guerriero bien podría ser un tercer nombre imprescindible". Ella lo miró sobresaltada por la comparación, aunque no precisamente molesta.

Bajo el sello de Aguilar, Frutos extraños es un compendio de crónicas publicadas entre 2001 y 2008 en revistas como El Malpensante, SoHo, Gatopardo, El País Semanal o Página 30. En ellas, la autora aborda temas tan disímiles como complejos e irónicos: la identificación de los desaparecidos de la dictadura argentina por medio de las osamentas; la historia de una ex presidiaria con ínfulas de diva que envenenó con té a tres de sus amigas porque les debía dinero; el triste devenir de un hombre con gigantismo que no pudo seguir haciendo deporte; el increíble y fanático universo de las vendedoras de productos de belleza; el descubrimiento del clon de Freddie Mercury en un barrio bonaerense...

En fin, se trata de un retorno a la crónica, aquel género periodístico que, más allá de la información en seco que brindan las noticias, aprovecha los recursos de la literatura para darles color y profundidad en los hechos.

Peras encebolladas

El género es antiguo en el continente. En sus notas de prensa publicadas entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, José Martí y Rubén Darío ya recurrían a un estilo que puede considerarse anticipatorio. Desde entonces la crónica ha estado presente en los medios impresos latinoamericanos y no pocas veces ha sido el anclaje a la realidad de grandes escritores.

Pero frente a la literatura, este género no parecía más que una artesanía. Lo grande, lo valioso, lo importante y lo trascendente eran la novela o el cuento. Y como expresa el cronista Alberto Salcedo Ramos, aún muchos escritores consideran que mezclar literatura con periodismo es "como revolver peras con cebolla larga; o sea, como juntar dos elementos incompatibles, lo exquisito con lo grotesco, o lo memorable con lo fugaz".

Por eso resulta una novedad que las letras 'de mostrar' en la actualidad sean las crónicas y no tanto así los tradicionales géneros literarios. En un artículo publicado en el suplemento cultural Babelia, del diario español El País, Carolina Ethel anotaba: "América Latina ha dejado de ser un continente inventado por la literatura para transformarse en un continente redescubierto por los narradores". Y citando a Patricio Fernández, director de la revista chilena The Clinic, afirmaba que un grupo de periodistas se ha situado en la vanguardia literaria con sus ganas de "contar cosas que no fueron soñadas en una noche apacible, sino que fueron vistas en el día anterior y de la vigilia, cosas que están pasando".

Así que quienes buscaban en la literatura a los sucesores de Julio Cortázar, Guillermo Cabrera Infante o Carlos Fuentes, lo estaban haciendo en el lugar equivocado. Y no es que haya una crisis de la novela o el cuento. Según Jursich, lo que ocurre es que, vistos en conjunto, "están pasando cosas más importantes en el periodismo latinoamericano que en la literatura".

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