5.11.09

Dos años sin Espinosa


Germán Espinosa.

Después de Gabriel García Márquez, el escritor más influyente en la tradición literaria colombiana del siglo XX quizá sea Germán Espinosa (1938-2007). Al cultivar una amplia variedad de géneros literarios -poesía, crónica, cuento, novela y biografía-, este escritor fue consolidando un complejo tejido de pensamientos que comenzaron a entrelazarse en la década del cincuenta en Letanías del crepúsculo, su primer poemario, obra que marcó el inicio de un largo viaje que lo llevaría a convertirse en uno de los intelectuales más representativos de nuestro país.

Dos años después de su muerte, casas editoriales han querido rendir homenaje a la amplia producción literaria del maestro Germán Espinosa. Alfaguara lo ha hecho a través de una selección de textos inéditos titulada Herejías y ortodoxias, y la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, con la publicación, hace un año, de la recopilación de ensayos sobre su obra reunidos bajo el nombre Germán Espinosa: Señas del amanuense.

Resulta interesante que, pese a las críticas que Espinosa desplegó frente al frenético consumismo de la sociedad contemporánea, hoy los medios de difusión cultural se desbordan con publicaciones que reivindican la importancia que tuvo este escritor para la literatura colombiana. Hoy nadie pone en tela de juicio la calidad de su escritura, como si la culpa recorriera a quienes en un comienzo lo ignoraron y los condujera -¡en hora buena!- a dejarse seducir por su extraña polifonía que trasciende las fronteras del género literario.

Hay voces que se mueven como sombras en los confusos vericuetos del consumo, voces que constituyen un importante legado para la humanidad, voces que desafortunadamente se pierden al no tener un público que "pague" por oírlas. Espinosa "no hacía pactos con la sociedad de consumo o concesiones a las truculencias del presente", como diría una de las editoras del libro de la Javeriana. La cultura debía para él ser siempre el camino por el que el hombre trasciende a una realidad más rica y compleja. La obra de arte debe ser siempre, más que un objeto de valoración académica y mercantilista, la herramienta que permite al hombre entender la complejidad de su ser.

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