20.1.10

Más sobre Necrópolis


Gamboa efusivo...

Ya comenté días atrás la opinión que le merece Camilo Jiménez en El malpensante, acerca de la novela de Santiago Gamboa, Necrópolis; también posteé hace poco tiempo los sopores que le dejó a Nicolás Morales, de Arcadia, sobre los premios "fabricados" para ciertos autores, según el propio Morales. Pero vaya, en Argentina elogian la obra del colombiano. Nadie es profeta en su tierra. Yo vuelvo y digo de la novela: empieza con pequeños bostezos y termina con uno largo, interminable, insufrible. Dice la nota en el ADN:

Un escritor colombiano recientemente recuperado de una grave afección pulmonar, por la que debió interrumpir la escritura, recibe una inesperada invitación para participar en un congreso de biografía en Jerusalén. Hacia allá parte, y llega a una ciudad sitiada y semidestruida por la guerra; en ese escenario, con las bombas cayendo por fuera del lujoso hotel King David, se desarrolla el congreso, en el que el colombiano es el único escritor de ficción presente (quien, por otra parte, jamás escribió una biografía). La convocatoria reúne a personalidades estrafalarias que leerán o improvisarán sobre sus vidas o vidas ajenas, porque de eso trata en la novela de Santiago Gamboa, ganadora del Premio de Novela La Otra Orilla 2009: de narrar historias de vida. Ésta es una de las primeras observaciones: en Necrópolis -que significa "ciudad de los muertos"- los personajes cuentan vidas, conscientes de que la muerte los acecha. En esta idea -ha afirmado Gamboa- se reconoce con claridad la influencia del Decamerón .

Algunos de los personajes convocados son el húngaro Kosztolányi, un anticuario; Edgar Miret Supervielle, un francés bibliófilo; Sabina Vedovelli, actriz porno internacional -que hace porno de izquierda-; el colombiano Moisés Kaplan y el ex pastor evangélico José Maturana, también ex convicto y ex drogadicto. Tras leer su larga historia, la de su recuperación y conversión en el Ministerio de la Misericordia de la mano del reverendo Walter de la Salle, Maturana aparece muerto en su habitación. Suponen que se ha suicidado. El protagonista, por una serie de indicios bastante obvios, cree que en realidad fue asesinado. Se abre así una trama policial, aunque lo que promete ser un thriller se desarticula con la sucesión de las historias que narran cada uno de los participantes del congreso, cada una de las cuales podría funcionar perfectamente como texto independiente. Aunque Necrópolis se organiza a partir de un motivo trillado (un congreso), con circunstancias e historias que reconocen múltiples y conocidos antecedentes literarios, y parece estructurar su trama según las reglas del policial, todo esto es apenas un velamiento, un pretexto, ya que la novela en realidad es una obra polifónica que tiene distintos sustratos intertextuales. En ella se dan cita, a través de esas diferentes voces narradoras, diversas clases de relatos descentrados.

Hay relecturas de El conde de Montecristo y de Las mil y una noches , pero también está lo mejor del actual imaginario latinoamericano, por ejemplo, en la historia de Maturana, poblada de sujetos denigrados, drogados, delincuentes, cuya posibilidad de salvación viene de la mano del reverendo. El bibliófilo Supervielle expone un relato magnífico sobre la vida de dos grandes ajedrecistas europeos del siglo XX, que constituye en verdad una nouvelle casi perfecta. Todas las historias que se narran participan de temas comunes: la amistad, la lealtad o la traición, la muerte, la lucha, el sexo y el amor, la guerra en todas sus manifestaciones: guerrilla, mafia, paramilitares, torturas, campos de concentración, narcos. Con mucho humor, Gamboa retrata una infinidad de personajes particulares ("seres perdidos en busca de alivio"); entre ellos, escritores ansiosos de reconocimiento o editores, por medio de los cuales el lector puede conocer, divertido, políticas de la industria editorial (los "exigentes comités de selección", la "búsqueda del escritor versátil"). Historias de redenciones y de sujetos extraterritoriales, Necrópolis es un gran bazar de humanidades que confirma, entre otras cosas, que "es poco lo que uno puede saber sobre una vida, incluso después de una buena narración", que a veces se puede recuperar la creencia en la posibilidad del bien y la paz, y, también, que su autor es uno de los escritores latinoamericanos más interesantes de la actualidad.

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