8.7.09

De nuevo Coetzee


J.M. Coetzee.

Después de leer Juventud y desgracia, no que da duda que es uno de mis autorews favoritos. Casi me hace llorar este surafricano con sus novelas.

Sólo ahora aparece en español la primera ¿novela? del sudafricano John Maxwell Coetzee, publicada en 1974. A Tierras de poniente ("Dusklands") la separan dos décadas de las consagratorias Desgracia , Elizabeth Costello y Hombre lento , que condujeron al autor en 2006 a la Academia Sueca y al inevitable Premio Nobel. Que la novedad sea tan añeja constituye, sin embargo, un favor para los lectores de lengua española, no sólo porque permite completar el retrato de un narrador que ya se sabía notable, sino también porque, visto desde la perspectiva actual, aquel lejano texto inicial cobra mayor sentido. De haber "comenzado por el principio", en orden cronológico, a muchos se les hubiera hecho más difícil el acceso a la obra de Coetzee y se hubieran apartado de ella, lo que habría sido una equivocación desafortunada.

Las dudas sobre el género literario al que pertenece Tierras de poniente tienen un porqué: consta de dos partes aparentemente independientes, desconectadas en lo expresivo y en lo temático. La primera, "El proyecto Vietnam", podría ser tomada, en cierta forma, como una nouvelle . Es el diario en el que Eugene Dawn, un psicólogo especializado en mitografía, registra las dificultades con que va tropezando su informe sobre la propaganda de guerra. Allí analiza por qué Estados Unidos no está logrando convencer al mundo, ni a los vietnamitas, de la justicia de su causa y ofrece consejos y recomendaciones para remontar la cuesta.

Dawn (en inglés, "amanecer", lo contrario del "dusk" incluido en el título original) se ha negado a formar parte de una excursión a Vietnam para conocer el terreno. Ha preferido trabajar como un teórico, en abstracto. El problema es que su informe es demasiado "creativo", demasiado "elevado" para la inteligencia promedio de los mandos militares a los que está destinado. "¿Por qué hemos dejado de usar el Prop 12, un veneno espectacular? ¿Por qué solamente lo hemos usado en las tierras de comunidades reasentadas? Hasta que nos mostremos como somos y nos deleitemos en el verdadero significado de nuestros actos, continuaremos sufriendo el doble castigo de la culpa y la falta de eficacia", dice. El supervisor editorial de Eugene (que se llama, sugestivamente, Coetzee) toma cada vez más distancia de él, y Dawn enloquece. Su descripción de la situación bélica y el relato de sus reacciones ante el rechazo son expuestos, hasta el impactante final, con la voz de un demente.

La segunda parte, "La narración de Jacobus Coetzee", nos lleva sin transición a otro tiempo y a otro lugar: Sudáfrica, a mediados del siglo XVIII. También es un diario, al menos en su sección central. Un colono holandés cuenta casi sin la menor piedad la venganza que emprende, bien al norte del Cabo, en el interior aborigen del país, contra una tribu de hotentotes que habían osado tomarle el pelo y humillarlo, de modo más bien rutinario, en el curso de una expedición anterior. El tono literario de esta segunda parte es el de una tremenda crónica de viajes. Los protagonistas son ficticios, pero la historia y la sangre fueron, seguramente, muy reales, y esta idea provoca un horror que no cede hasta el último párrafo.

Pese a las apariencias, y más allá de las notables diferencias, hay hilos conductores entre las dos partes, lo que da para pensar en una forma muy abierta de novela, tan abierta como lo serían muchas de sus narraciones posteriores. En las dos mitades de Tierras de poniente está Occidente, el mundo de los blancos, abriéndose camino entre los otros a fuerza de metralla: en la primera, a través de la imaginación delirante de Dawn, y en la segunda, en las manos salvajes de Coetzee. También está en los dos casos, aunque cueste decirlo, la ferocidad de los oprimidos, apenas más suave, si lo es, que la de sus opresores. Y, siempre, la violencia sin redención, en una época y un continente determinados, pero presente también en todos los restantes. Una violencia que niega la compasión del hombre por el hombre, la compasión del hombre por los animales y por cualquier ser viviente. Una violencia que, sin embargo, no es ajena a la vida, que tal vez sea incluso parte nuclear de la vida, y que, sin embargo, no dejará jamás de ser horrible.

Coetzee es un escritor del apartheid . "La literatura sudafricana es una literatura sojuzgada, lo que se transparenta incluso en sus más hermosas páginas, acosada por el sentimiento de ser extranjero en el propio país y por aspiraciones de una liberación sin nombre. Es exactamente la clase de literatura que se espera que escriba la gente desde la prisión. Es una literatura no del todo humana", dijo en Jerusalén en 1987, al recibir uno de sus múltiples premios.

No hay comentarios: