22.7.09

El nuevo Juan Villoro


Juan Villoro.

Entrevista tomada de El espectador:

Es verano y aprovechando su trabajo en la Universidad de Barcelona, Juan Villoro decide desde la distancia trabajar en esa novela escurridiza, que tiene su natal México como escenario y que lleva varios años en proceso. Como él dice, “la escritura puede ser esquiva, como un potro”, por eso recurre a las mejores estrategias para domarla: saltar de un género a otro, alejarse del territorio para escribir con nostalgia y hacerlo hasta que ese texto indómito sea domesticado.

El libro salvaje, su más reciente obra publicada en Colombia, es una historia para niños en la que desarrolla esta idea de la conquista de las letras.

En el ‘El libro salvaje’ uno no lee una historia infantil...

Pienso que las historias para niños deben funcionar para cualquier lector, así como La isla del tesoro o El Principito.

Aquí los libros también son protagonistas...

Quería escribir un libro sobre la aventura de leer para un joven que no estuviera acostumbrado a hacerlo. Pensé en la idea de un libro que huye de los lectores, que es como un caballo sin herradura y no quiere tener jinete. De manera que la lectura fuera la conquista de ese libro salvaje. Así, la lectura se hace tan activa como la escritura misma de un libro. Cuando uno escribe, el libro se resiste, es como un potro salvaje que debes ir domando. Leyendo el libro, el lector vive todos estos desafíos y se enfrenta a retos.

Aquí los lectores no son ratones de biblioteca, aislados de la vida.

A veces se cree que un buen lector es un cerebro suspendido lleno de ideas pero que no tiene contacto con la realidad. Pero lo cierto es que la lectura se engrandece cuando la mezclamos con la vida. La lectura es una forma del afecto, cuando la madre le lee al hijo, éste asocia la historia con su voz. Nada mejor que compartir un buen libro.

Su escritura es también indómita, viaja por todos los géneros...

Nunca he escrito poesía, que es la forma más alta de la literatura. Lo que hago son distintos formatos de prosa, eso tiene que ver con un temperamento disperso. Me gustan muchas cosas al mismo tiempo y al escribir no me ha quedado más remedio que ser fiel a esta dispersión.

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