31.7.09

La desaparición de Saint-Exúpery


El aviador, el escritor.

Para recordar aquel momento, Marsella salpicará mañana su cielo de aviones e inaugurará una exposición titulada Saint-Exupéry. Invitation au voyage (Saint-Exupéry. Invitación al viaje), que será el primero de una serie de homenajes que se prolongarán hasta 2013 para rendir culto al autor del libro más difundido del mundo después de la Biblia y el Corán. Francia recordará así a un hombre cuya desaparición se convirtió en una fantasía tan literaria como las aventuras de "El principito", aquel niño que abandonó su minúsculo planeta en el que deshollinaba volcanes y cuidaba de su rosa y que se encontró en el desierto del Sahara con un misterioso aviador que había caído del cielo. Saint-Exupéry (1900-1944) se desvaneció en un tiempo en el que Europa estaba ocupada por los nazis y en el que los aviadores se cubrían la cara con aparatosas máscaras de cuero, dejando tras de sí un legado literario en el que se encuentran títulos como El Aviador, Tierra de Hombres o Piloto de Guerra.

Aunque las investigaciones no han conseguido esclarecer absolutamente su desaparición, que tiene el regusto fatuo de las fotografías amarillentas de mediados del siglo pasado, actualmente parece razonable asumir que perdió la vida cuando su avión cayó al mar en 1944. Los años han ido rociando el anecdotario de datos. En 1998 un pescador halló entre sus redes una pulsera que perteneció al escritor y seis años más tarde fueron encontrados restos del avión frente a las costas de Marsella. Pero el testimonio mortífero llegó el año pasado, cuando un octogenario alemán reconoció haber derribado el avión de Saint-Exupéry.

"Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint-Exupéry", dijo Horst Rippert, de 88 años, cuando fue localizado por dos investigadores franceses expertos en encontrar aviones perdidos durante la guerra. Sin embargo, y a falta de un cadáver que examinar, el cautivador hechizo de su leyenda pervive e inunda todo lo que rodea al universo del autor de una diminuta joya de la literatura universal. Quizá porque "sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos", como le decía el zorro al principito, los ojos de la historia no captan que lo esencial de Saint-Exupéry, sus textos y dibujos, no se perdieron en ningún mar durante ninguna Guerra Mundial. Además, la leyenda impregna de rentabilidad y atractivo al autor y a su principito.
Sus manuscritos se venden más caros en las subastas de arte -por el último se pagó casi medio millón de dólares- y las televisiones desembolsan más dinero para convertir en dibujos animados su célebre libro, como la cadena pública "France 3", que lo colocará en la pequeña pantalla en 2009 ó 2010 en 52 episodios de 26 minutos cada uno.

Los adultos aceptan los hechos probados, pero los pequeños pueden permitirse no hacerlo. Y quizá, en el universo de los niños, para quienes escribió Saint-Exupéry El principito, el literato siga perdido en algún desierto pintando corderos en cajas con agujeros. Puede incluso que exista una explicación para todo, pero, como decía pequeño príncipe: "las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones".

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