11.4.09

NUEVA NOVELA DE LAURA RESTREPO


Laura Restrepo.

La colombiana Laura Restrepo, ganadora del premio Alfaguara 2004, por su exquisita novela Delirio, lanza su nueva obra llamada Demasiados Héroes, pero dejemos que sea la propia Laura Restrepo la que nos hable - Tomado de vive.in - :

Laura Restrepo tiene en sus manos un ejemplar de 'Demasiados héroes'. Mira su carátula y dice:

-Qué libro tan luchado, Dios mío.

Quizá -solo quizá- porque en él su historia personal está más presente que nunca. La protagonista, Lorenza, es una mujer que en los años setenta optó por la militancia de izquierda y vivió la clandestinidad en la Argentina de la dictadura. Como Laura. Allá conoció a un militante, se enamoró, tuvo un hijo. Como Laura. Años después Lorenza trabajó como periodista, luego se volvió escritora. Laura. En 'Demasiados héroes', Lorenza y Mateo, su hijo, ya adolescente, van a Buenos Aires en busca de un papá que ha sido una gran ausencia. Mateo quiere saber cómo es él, no conocer al militante del que Lorenza algo le ha contado: busca al hombre de carne y hueso. Es una historia de ficción a la que Laura le hizo préstamos; un libro que le significó sudor por la forma en que decidió narrarlo. "Fue un montón de dificultades y tratar de sortearlas", dice.

¿Cómo fue la escritura del libro?

Es un poco inconfesable. Dirán que si lo escribí tantas veces por qué no salió mejor. Este libro lo escribí seis veces. Lo terminaba y lo volvía a empezar. Me costó un trabajo tremendo, tal vez porque buscaba despojar el lenguaje. Quería que fuera básicamente diálogo, que no hubiera nada que no pudieran decir dos personas en una conversación corriente. Resultó un ejercicio estilístico difícil, por lo menos en español. Para nosotros escribir es un ejercicio retórico. Obviar esa retórica no es fácil.

Buscó quedarse con lo necesario.

Era el propósito. También como un intento de hacer la literatura más íntima que la que solemos hacer los latinoamericanos. Viene por el cansancio de escribir bonito. Eso ofrece facilidades: uno se echa un párrafo sobre el atardecer y sale al otro lado. Pero ya no más. A la edad que tengo quise dejar eso de lado. Me costó sangre, porque finalmente el español es un lenguaje delicioso. Es como una montaña rusa, te sube, te baja, te da vueltas. Era bajarse del español. No meter tanta vaina en un solo verso.

¿Es la historia más íntima que ha contado?

Es una historia de ficción cercana a cosas que viví. Dejar de escribir bonito también pasaba por ahí. La literatura es una cortina que te permite alejar. Fernando Vallejo es el mago del striptease, él sale y se quita la ropa sin problema. Yo siempre he sido una escritora hipervestida. En este libro quise mirar todo desde una óptica más interior.

Aunque lo narrado atañe a muchos.

Hay temas que me atañen a mí y que atañen generacionalmente. Una madre sola que cría a un hijo único. La invención del padre. Es tal la necesidad de la madre y del hijo de crear al padre, que se lo inventan. El tema de mi generación, que fue muy militante. ¿Qué pasa hoy con lo que hicimos? No reniego de lo que se hizo, pero es interesante un balance. Para eso necesitaba la visión de la otra generación. Pensar en lo superputas que fuimos porque hicimos, en contraposición a una generación pasiva. Quería un mundo que agresiva y amorosamente pusiera a la mamá contra la pared.

También está presente esa militancia.

Ahí vamos a lo autobiográfico. Viví cuatro años de militancia clandestina en Argentina, una militancia invisible, sin armas. La armada era la vistosa, la de las torturas, las bombas. La otra era una militancia en tono menor, que ayudaba a mantener la vida andando. La dictadura lo primero que hace es callarte. Propiciar que cinco personas se encontraran y pudieran expresar su terror, así fuera solo eso, facilitaba respirar. Esa militancia fue más importante que matar a un tipo. Era el valor de la palabra.

¿Siente que aquí también estamos en días sin palabras?

La era de Uribe ha sido de silencio, falsas palabras, tergiversación del lenguaje, tanto que a las víctimas se les considera victimarios y a los victimarios, víctimas. De aquí vamos a salir como de un desierto. En democracia ha sido un salto atrás por lo menos de cincuenta años. En vez de construir nación, Uribe ha construido nacionalismo, uno de los impulsos más atrasados e irracionales. ¿Cómo reponernos del hueco negro en que caímos? Bush fue el artífice de hacerle creer al mundo que las armas y la agresión eran la forma de defender unos valores. Uribe es una reproducción en chiquito.

El libro trata también otro drama nuestro, los desaparecidos.

Esa ausencia que se vuelve un fantasma permanente. Un desaparecido puede estar más presente que la gente que tienes alrededor. Me interesaba tratarlo como drama humanitario y como proceso psicológico. Que maten a un familiar es una tragedia, pero es una tragedia que tiene nombre. Que lo desaparezcan es asumirlo en el limbo. El ser humano no está hecho para lidiar con eso. Tenemos cierta preparación para el dolor, una desaparición está por fuera de esas defensas. La cabeza no puede con eso.

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