Larsson ha llevado las letras nórdicas más allá de lo imaginado. Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca celebran por el resurgimiento no en su literatura, sino en el reconocimiento que se va gestando, y todo gracias a la hacker más famosa por estos días: Lisbeth Salander. Dicen en la Revista Ñ:
Los escritores escandinavos reconocen la deuda que tienen con el fallecido autor sueco Stieg Larsson, a quien deben el reconocimiento internacional y el surgimiento de un boom de la novela negra nórdica en los últimos años.
Bajo el título de "Los otros", el autor noruego Kjell Ola Dahl, la danesa Inger Wolf y el estadounidense afincado en Finlandia James Thompson vienen a confirmar en la Semana de Novela Negra de Barcelona, que en la narrativa policial nórdica "hay vida más allá de Suecia, más allá de Mankel y de Larsson".
Dahl, que presentó su novela Un paso en falso, señaló que "el boom nórdico de novela negra comenzó antes de Larsson -autor de la trilogía Milenium-, pero explotó con él gracias a su carácter de bestseller", pero matizó que "en Noruega, los libros de Larsson no eran considerados como el gran ejemplo, sino como un buen ejemplo más".
Wolf, que llegó Barcelona con su libro Un oscuro fin de verano, opinó que "la literatura nórdica siempre ha sido reconocida por su visión crítica de la sociedad".
Thompson coincidió en que un distintivo de la literatura negra nórdica es esa orientación social, pero "cuando no es buena, la novela puede ser entonces muy mala".
En su último libro, Ángeles en la nieve, además de esa herencia nórdica, se mezclan otras tradiciones.
El escritor estadounidense recuerda que en Finlandia no habían oído hablar de Larsson "hasta el año pasado, pero gracias a él se abrieron las puertas a este boom, y gracias a él" su novela se ha traducido en catorce países, "algo imposible sin Larsson".
Aunque aparentemente sus novelas rompen el tópico de que Dinamarca, Suecia, Noruega o Finlandia son países sin apenas criminalidad, todos señalaron que "en los países nórdicos se vive todavía bien", pero también coincidieron en que "los suicidios, el alcohol y el consumo de antidepresivos es bastante común".
Todos se reconocieron herederos de la pareja sueca Sjowall y Wahloo, "los dos gigantes del género en la tradición nórdica desde los años 70, que establecieron criterios fundamentales en el 'noir'", pero Dahl confesó que también le influyeron "elementos negros de Dashiel Hammet o Raymond Chandler".
Wolf explicó que "inicialmente" se sintió más influida por ingleses y estadounidenses como Agata Christie o Patricia Cornwell y entre los nórdicos, además de Sjowall y Wahloo, anotó "la postura de crítica social de Lisa Marklund".
El hecho de que haya pocos crímenes en estos países -dos asesinatos anuales en Islandia y una cincuentena en Dinamarca o Noruega- no implica un esfuerzo suplementario de intencionalidad realista en las tramas.
Para Dahl, "la escritura siempre implicará la mentira, escribir es mentir y también es entretenimiento", y por eso, no ve "la necesidad de realismo".
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